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EL CABALLERO DE LOS MARES

Giannina0818 de Agosto de 2013

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26 JULIO: INJUSTO OLVIDO A MIGUEL GRAU

Es verdad que al gran héroe Miguel Grau se le rinde homenaje, con fervor patriótico, todos los años el 8 de octubre, por su inmolación en Angamos en 1879. Pero nos hemos olvidado, injustamente, de aquella otra efeméride del 26 de julio. Es probable que muy pocos peruanos conocen, a cabalidad, la famosa hazaña que democráticamente asumió el almirante en aquel arrojo cívico en el que publicó su histórica y aleccionadora proclama, desde el Monitor Huáscar, el 26 de julio de 1872, contra el atentado de los coroneles Gutiérrez, que se amotinaron, el 22 del mismo mes, para impedir la asunción del presidente Manuel Pardo, asesinar al presidente Balta, clausurar los poderes públicos y adueñarse de las instituciones de la República.

Grau, no fue sólo Héroe naval y épico que defendió la soberanía de la Patria, fue mucho más, porque espontáneamente se convirtió en paladín de la democracia, convencido defensor de la Constitución y la ley. Grau ostenta la doble condición de héroe épico y héroe civil. Fue quien asiló y dio refugio al electo presidente Manuel Pardo en el Monitor Huáscar, a fin de ponerlo a salvo del propósito criminal de los bárbaros Gutiérrez e hizo respetar la constitucionalidad. Su histórica proclama de repudio y reafirmación cívica, originó, al mismo tiempo, el pronunciamiento de cuarenta y cuatro jefes y oficiales de la Marina, contra lo que ellos calificaron de criminal proceder del coronel Tomás Gutiérrez.

En su histórica carta pública, Grau decía entre otras cosas que “Al ver así las leyes ensartadas en las bayonetas del soldado, al ver atropellados todos los poderes de la República, al ver amenazados los más sagrados derechos del ciudadano y al ver, en fin, envilecido y escarnecido lo más sagrado entre los pueblos cultos y herida de muerte la Patria, la Marina Nacional, que siempre ha dado muchas pruebas de patriotismo y abnegación, por el orden y sostenimiento de las instituciones, no ha trepidado en ponerse a la altura que por sus antecedentes le corresponde, ha rechazado indignada la invitación que se le hizo para secundar la consumación de tan horrendo atentado.....”

Lo hizo condenando las tropelías de los desquiciados hermanos, coroneles Silvestre, Tomás, Marcelino y Marceliano Gutiérrez, que a tiempo de proclamar Jefe Supremo de la Nación a Tomás Gutiérrez e impedir la asunción de Pardo, elegido Presidente del Perú, perpetraron el horrendo asesinato del aún presidente Balta, quien inerme e impotente recibió los balazos asesinos que cegaron su vida en momentos en los que aún dormía en su lecho.

Es verdad que el pueblo reaccionó cruelmente para dar muerte a los amotinados con el epílogo cruento desatado en las calles de Lima. Lo es igualmente, que no estuvo en la mente de Grau tan dramático final, cuando por su acendrado respeto a la institucionalidad de la Nación, no trepidó en pronunciarse de la misma manera como en Angamos puso su espada para defender a la Patria, siete años después. Grau se enfrentó, pues, con igual coraje, tanto a los enemigos externos como a los de dentro el país.

Lamentablemente algunos de sus sucesores marinos no aprendieron la lección desde el momento en que, en censurable y condenable actitud, se aliaron a ambiciosos e indisciplinados militares para practicar nuevos actos de subversión, lo que no supone que se deba cubrir con el olvido una actitud gloriosa y noble de un gran marino, de la magnitud de Grau, que lo diferencia de los demás, porque supo combinar su valor de combatiente en defensa de la soberanía nacional con la defensa de la institucionalidad y la ley.

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