ESMA

Prohibido olvidar

La ESMA fue fundada en 1924 cuyo predio donde funcionaba, fue cedido por el Concejo

Deliberante de la Ciudad

de Buenos Aires al Ministerio de Marina por un decreto, para que fuera utilizado como centro de instrucción militar.

El terreno fue ocupado con varios edificios: la Escuela de Mecánica, la Escuela de Guerra Naval y el Casino de Oficiales. Allí los estudiantes ingresaban a diversas carreras y se recibían de técnicos, con opción a seguir luego la carrera militar o ejercer su profesión en cualquier otro ámbito.

En el año 1976 de la mano del denominado “Proceso de Reorganización Nacional” comenzó a utilizarse paralelamente como uno de los centros clandestinos de detención y tortura. Todo el predio estuvo involucrado en la acción represiva, ilegal y clandestina realizada por la Armada como parte del accionar del Terrorismo de Estado, pero las funciones principales de la “ESMA” se centralizaron en el Casino de Oficiales.

Allí funcionaban dos grupos; uno a cargo del SIN (Servicio de Inteligencia Naval) y otro a cargo de la Marina. Desde el mismo día que se inició el golpe de estado, ya se alojaban personas secuestradas.

Por la ESMA pasaron casi 5.000 detenidos-desaparecidos, de los cuales más del 90% fueron asesinados. Los detenidos eran trasladados al sótano, sedados con inyecciones y asesinados de diversas maneras. Algunos eran fusilados e incinerados en el campo de deportes ubicado en el predio. Otros eran subidos a aviones de las fuerzas armadas y arrojados, inconscientes, al río de la Plata desde gran altura.

El Casino fue el lugar más importante de concentración y tortura de los detenidos, al mismo tiempo que funcionó como dormitorio de los oficiales y como espacio de oficinas de inteligencia y de los rangos superiores de la armada.

El edificio contaba con un sótano en el cual se encontraban las celdas y salas de tortura donde se llevaba a los recién llegados. Se encontraban también allí la enfermería, un laboratorio fotográfico, la armería y los dormitorios de los guardias.

En la planta baja se encontraba el Salón Dorado el cual se utilizaba como comedor de oficiales, salón de conferencias y sala de reuniones en donde se planificaban las tareas. Tal era el morbo, que mientras allí se realizaban celebraciones, en el resto del edificio se seguía con las torturas.

En el primer y segundo piso se alojaban las habitaciones de los oficiales, donde los detenidos tenían prohibido el acceso.

El tercer piso y el altillo era para alojamiento de los detenidos que ya habían pasado por los interrogatorios iniciales, donde permanecían permanentemente encapuchados en habitaciones sin ventanas llamadas capuchas que daban a celdas pequeñas denominadas “camarotes”.

El Pañol era el depósito de lo que se obtenía en los robos de las viviendas de los secuestrados. Éste también contaba con habitaciones, una de ellas destinada a prisioneras embarazadas.

En un parte de lo que fue el Pañol, fue construido lo que luego se denominó la Pecera. No conformes con el daño físico y psicológico que causaban, obligaban a algunos detenidos a realizar traducciones de ciertos artículos y a preparar notas para la televisión nacional.

El altillo fue utilizado por el SIN para torturar y mantener a sus secuestrados separados de los de la ESMA.

Testimonio de una sobreviviente exiliada en Suecia

Blanca González, sobreviviente de la ESMA, relató a la Justicia como los represores abusaban y violaban a ella y otras mujeres durante el cautiverio que sufrieron en el centro clandestino de detención más grande de la última dictadura militar. “A nosotras nos violaban cada vez que pedíamos ir al baño y a partir de eso decidimos no ir más”, relató la mujer al declarar como testigo, mediante una videoconferencia desde Suecia, donde vive desde las épocas de la dictadura.

González, militante de Montoneros, contó que fue secuestrada el 11 de marzo de 1979 en la ciudad bonaerense de Guernica y llevada a la ESMA. "Me hicieron desnudar. Me sentí absolutamente humillada. Había como cuatro o cinco hombres. En ese momento, me revisaron la parte anal y la parte vaginal. Aparte manoseándome. Todo a los gritos", recordó.

"Este guardia me va manoseando todo el camino, yo no sabía dónde estaba pero subí escaleras de mármol y después subí escaleras más angostas y este señor en todo momento estuvo manoseándome. La persona que me manoseaba era el que nos llevaba a la sala de tortura y nos traía", agregó.

González relató que en su cautiverio un día, encapuchada, fue violada por un guardia, tras lo cual pidió que la llevaran al baño a lavarse. "Cuando llegué al baño, los guardias me volvieron a violar", describió, y agregó: "nos violaban cada vez que pedíamos ir al baño. En un momento cuando estaban reformando Capuchita (uno de los sectores de alojamiento de secuestrados)

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