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El día está deprimido


Enviado por   •  23 de Abril de 2018  •  Trabajos  •  424 Palabras (2 Páginas)  •  79 Visitas

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Un sonido, al parecer escalofriante, transita alrededor de ese cuarto añejo. Dentro de aquel se encuentra una mujer pálida, delgada, alta. Ella se levanta del reposo, camina hasta una silla, se sienta, se pone un par de medias hasta las rodillas, un pequeño suéter, una falda hasta los pies, otra falda hasta los pies, un chaleco, un pequeño mandil, otro chaleco (más grande), otro suéter (mucho más grande), y un par de zapatos. Acto seguido, la mujer se va a la cocina y pone a fuego un par de leñas, toma un par de cubetas y se va hasta la puerta de salida. Una vez más, ella se abriga con una manta grande y una bufanda. En ese momento, la mujer abre la puerta: el sonido escalofriante es el viento que retumba por todo el lugar. Ella sale de la casa y camina entre los pastos y ramas secas, la tierra húmeda, un horizonte muy triste y vacío, el cielo completamente nublado con hojas volando por todas partes por el devastador viento para que finalmente llegue a un pozo. Enseguida, la mujer abre la tapa del pozo, toma el balde, extrae agua y regresa a la casa. La vivienda, en realidad, es una cabaña construida con piedras y unas ventanas de madera con lunas de vidrio.

En otro cuarto de la casa, viejo, barbudo, flaco, un hombre recostado en una cama espera a la mujer. Se escucha el sonido de las cubetas que la mujer los coloca en el suelo. El hombre se sienta y bebe agua de un vaso. Al instante, la mujer llega con la ropa del hombre para vestirlo. Primero le pone las medias; segundo, los pantalones; tercero, la camisa; después, una chompa y un saco; y por último, los zapatos. La mujer se retira y el hombre se levanta de la cama. Los dos, con mucho frío, beben un vino para que se les suba la temperatura. Ambos salen de la escena y el hombre pide un abrigo para salir de la casa.

Fuera de la casa, el hombre se dirige hacia su establo. El viento continúa deambulando sin perdón alguno. El hombre abre la puerta del establo, ingresa y retira un tronco del pequeño corral. Ahí se encuentra un caballo, de pelaje negro; unas carretillas, antiguas y maltratadas; y un par de rastrillos, viejas y oxidadas. De pronto, la mujer entra en escena. Los señores limpian el establo. El hombre coge un rastrillo; la mujer, una carretilla. Enseguida, la mujer le da de comer al caballo y se marchan del establo.

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