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Epoca Visigoda


Enviado por   •  22 de Abril de 2013  •  354 Palabras (2 Páginas)  •  433 Visitas

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I.3. Concilios de Toledo.

Una asamblea eclesiástica, los Concilios de la Iglesia hispánica que desde la época romana venían reuniéndose en Toledo, asistió también a los reyes hispano-godos en su potestad legislativa y en los asuntos de gobierno.

En la España visigótica, las reuniones consulares fueron de dos clases, provinciales, agrupaban al episcopado de una provincia eclesiástica bajo la presidencia del metropolitano, y generales, daban cabida a los obispos del reino para tratar cuestiones de interés común.

Las asambleas celebradas en Toledo tuvieron carácter de generales desde el solemne Concilio III (año 589), donde se produjo la conversión de Recaredo y los godos al catolicismo.

La integración en el Estado visigodo de la comunidad hispano-romana, especialmente representada por la jerarquía eclesiástica, hizo que la Iglesia Católica quedara reconocida como la autoridad religiosa y moral que podía dictar las normas éticas de la actuación del poder público.

Por ello, los Concilios de Toledo resultaron ser el punto de confluencia entre la potestad del Estado y la autoridad moral de la Iglesia, la cual adquirió una gran influencia como fuerza social, siendo partícipe de la actividad legislativa por mediación precisamente de los concilios y en particular con motivo de la lucha casi constante contra las fuerzas sociales rebeldes que frecuentemente ponían en peligro la seguridad del reino. De este modo, la potestad secular y la eclesiástica no estuvieron bien delimitadas en sus distintas esferas de actuación.

Esta situación de interferencia entre las potestades eclesiástica y secular determinó que la Iglesia y los Concilios de Toledo participasen en la dirección de los asuntos públicos. Así, los reyes visigodos solicitaron de los Concilios su asistencia y su apoyo en el gobierno del Estado y en las tareas legislativas.

- Convocatoria, celebración y sanción regia.

La convocatoria de los concilios correspondía al rey. A estos asistían los eclesiásticos y también los miembros del oficio palatino designados por el monarca.

Los obispos se congregaban en la iglesia toledana, hacía acto de presencia el rey con su comitiva y dirigía a los presentes un discurso o mensaje, llamado tomo regio, en el que justificaba la oportunidad de la reunión y proponía los temas que debían ser tratados en ella.

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