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Las Cruces Sobre El Agua


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  414 Palabras (2 Páginas)  •  214 Visitas

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“LAS CRUCES SOBRE EL AGUA”

Alfredo Baldeón vivía en una vieja covacha llamada “La Artillera” un día Alfredo había preguntado porque; le dijeron que era como un cuartel: los cañones eran las bocas de esas gallas, en la ciudad de Guayaquil con su madre Trinidá y su padre Juan un panadero, él era muy apegado a las faldas de su madre. Su padre era el más bravo de toda la covacha nadie se atrevía a meterse con él, por lo cual Alfredo empezaba a sentirse orgulloso y de grande esperaba ser como su taita.

Sus padres peleaban mucho, Trinidá vivía rabiosa. Se quejaba del mercado caro, de la blancas angurrientas a las que lavaba la ropa, de las vecinas y del marido que el daba una miseria del jornal y que correteaba detrás de otras.

Todos los días Alfredo jugaba con su grupito de amigos, sus vecinos en La Artillería; Segundo hijo de doña Manuela era como una especie de jefe de los más chicos, una noche hicieron una travesura por la cual se lo iban a llevar detenido a Alfredo, pero una joven mujer blanca intercedió por él para que no se lo llevasen desde ese momento él quedó muy agradecido, nunca había conocido persona igual; era como si su madre fuera blanca.

A Trinidá no le gustaba vivir en la sucia y vieja covacha, bueno en realid

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ad no se acostumbraba a vivir en Guayaquil, siempre que pelea con Juan, amenazaba con que regresaría dondesu mamá, a Daule porque ahí tenía una vida mejor y no llena de miseria como la que tenía con él, pero a la vez ella decía que si no se iba era únicamente por su hijo, por Alfredito, el cual en una ocasión defendió a su mamá para que su taita no le pegara.

Todas las mañanas Alfredo al disimulo intentaba ver a la blanca porque desde aquel día solo pensaba en ella, a toda hora del día ella estaba en su pensamiento, un día al regresar a la casa después de verla; encontró a su padre envuelto en la penumbra de la habitación, sentado en el catre, le tendió la mano y le dijo que su madre se había ido a Daule y que no podía llevárselo. Alfredo salió corriendo, llorando y gritando ¡Mamacita! ¡Mamacita mía!

Después de una semana entera de no salir a jugar, de solo llorar y llorar, prometió nunca más hacerlo y que en cuánto pudiera se iría a buscar a su madre.

Alfredo había escuchado que Se ...

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