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Los científicos de Hitler


Enviado por   •  25 de Diciembre de 2014  •  Trabajos  •  1.310 Palabras (6 Páginas)  •  211 Visitas

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Los científicos de Hitler

* El fanatismo es siempre una suerte de patología individual y colectiva coagulante de la inteligencia, que suele discurrir entre la ciega alienación y el mesianismo exacerbado, en un irracional delirio de rasgos grotescamente autoritarios.

Escrito por: HUGO ACEVEDO

Domingo 05 de marzo de 2006 | 03:38

En “Los científicos de Hitler”, el historiador británico John Cornwell ensaya una reveladora mirada sobre la Alemania nazi y las devastadoras consecuencias de esta ideología del espanto.

Para situar al lector en los paisajes de la primera mitad del siglo pasado, el autor evoca sus estremecedoras vivencias de infancia en la década del cuarenta, cuando Londres padecía los demoledores ataques de la aviación nazi.

A partir de estos recuerdos, reflexiona sobre la eclosión de la ciencia en la Alemania de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y su íntima relación con las dos grandes conflagraciones bélicas que desangraron injustamente a la humanidad.

Sin embargo, el famoso historiador no se limita al mero cuestionamiento de las conductas éticas de los investigadores germanos. También fustiga el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki y los criminales ataques norteamericanos a Vietnam, con la bomba Napalm.

Apelando a abundante material de archivo, el historiador explica la responsabilidad de Adolf Hitler en el fracaso tecnológico de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Según muchos de los testimonios reproducidos en este libro, el Führer era un absoluto ignorante en materia científica y siempre imponía sus criterios, muchos de los cuales eran groseramente erróneos.

Sus reacciones y su comprensión de la situación cuando la guerra estaba virtualmente perdida fueron tardías, particularmente en la utilización de los cohetes de largo alcance y otros proyectos que, afortunadamente, jamás se concretaron.

Para explicar la crucial incidencia de los científicos en los dos más importantes conflictos bélicos del siglo pasado, John Cornwell revela la espeluznante experiencia de los gases tóxicos utilizados por primera vez en la guerra de 1914.

En ese contexto, el escritor británico narra brevemente la historia del grupo de químicos que participó activamente en el operativo, que, según se estima, provocó la muerte de casi un millón y medio de soldados en el frente de batalla.

El irracional argumento de estos monstruos de prodigiosa inteligencia, era que la utilización de estas armas letales acortaría considerablemente la duración de las hostilidades, ahorrando miles de vidas.

Del relato se infiere que, por entonces, se asistió a una confrontación entre la moral y la ciencia, que violentó groseramente las más elementales normas humanitarias y el sentido común.

Sólo una mentalidad alienada puede alegar tales motivaciones, para justificar los incalificables actos de barbarie perpetrados durante la guerra.

Uno de los temas sin dudas vertebrales de esta extensa obra, es el relativo al origen eminentemente científico de la doctrina racista, que inspiró la instauración de la praxis del terror.

El autor cita voluminosos antecedentes que se remontan al siglo XIX y aún antes, para explicar que el odio racial nació de una grotesca interpretación de las investigaciones de Charles Darwin y su teoría de la selección natural.

En ese contexto, el historiador construye el proceso de avance de la eugenesia aplicada a la psiquiatría y a la “depuración”, mediante la eliminación de los enfermos y particularmente de los alienados. Ello inició, en los primeros tramos del siglo XX, lo que luego sería una experiencia aterradora.

El autor registra la influencia de la física en el decurso en los primeros tramos del siglo pasado, en lo que concierne a la evolución del devenir histórico y en el origen, maduración y crecimiento de la denominada ideología nacionalsocialista.

La corriente científica resistió en Alemania, el colapso económico derivado de la derrota militar en la Primera Guerra Mundial, así como las férreas restricciones impuestas por el Tratado de Versalles.

Con lenguaje tan contundente como explícito, Cornwell describe los primeros días del régimen nazi, así como la expulsión y deportación de numerosos científicos judíos.

En tal sentido, cuestiona la actitud de otros investigadores y de la mayoría de la clase intelectual germana, que aceptó sin mayores resistencias las draconianas medidas del emergente régimen.

Los

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