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Neoclasicismo


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  4.004 Palabras (17 Páginas)  •  343 Visitas

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Es a partir de la multiplicidad y riqueza de opciones de la arquitectura francesa, en la que los piranesianos que habían pasado por Roma cumplieron un papel decisivo, como comienzan a ensayarse no sólo nuevos tipos arquitectónicos, de mercados a hospitales o salas de fiestas y otros equipamientos, sino toda una nueva concepción de la arquitectura que unas veces al margen de la Revolución y otras comprometida con ella, ha necesitado de un término que asumiera las nuevas circunstancias políticas. El simple enunciado de este epígrafe plantea, sin duda, un problema historiográfico aún abierto. Kaufmann inauguró el debate en los años treinta hablando de arquitectos revolucionarios, que para él no eran otros que Boullée, Ledoux y Lequeu, y haciendo de la Revolución un problema más específicamente disciplinar que político. Sin embargo, esa hipótesis de trabajo ha sido sometida a recientes críticas, en un marco más amplio sobre las relaciones entre arte y política, entre arte y libertad, en las que ha podido plantearse la existencia de una arquitectura comprometida con la Revolución, aunque no necesariamente revolucionaria en términos compositivos, lingüísticos o tipológicos, pero siempre atenta a principios como los que llegara a definir el arquitecto Léon Dufourny (1754-1818) en 1794 y según los cuales los edificios de los particulares debían ser "simples como la virtud", reservándose la "magnificencia" para los "monumentos nacionales". Es más, si en el Ancien Régime, los "pervertidos cortesanos rebosaban de lujo", hoy, sigue Dufourny, cuando todo ese "cortejo de la tiranía" ha desaparecido, "los artistas reservan su genio para los triunfos de la virtud. Los grandes monumentos deben producir grandes impresiones; los muros deben hablar; las consignas multiplicadas deben convertir nuestros Edificios en Libros de Moral... la Arquitectura debe regenerarse en la Geometría..''. Todo un programa arquitectónico y político que también está presente en Boullée y en Ledoux, aunque posiblemente sus posiciones ideológicas nunca fueron tan transparentes.Posiblemente sea Boullée el más célebre de los arquitectos revolucionarios: al arquitecto italiano Aldo Rossi le sirvió, a finales de los años sesenta del pasado siglo, para formular la idea de la pertinencia de un racionalismo exaltado, absolutamente disciplinar y antifuncionalista, incluso sus proyectos dibujados fueron usados a finales de los años ochenta del siglo pasado para hacer un proyecto de decorado para "Parade" de Erike Satie, pero es más conocida, sin duda, la película de Peter Greeneway, "The Belly of an Architect" (El Vientre del Arquitecto) que hizo definitivamente popular la arquitectura de Boullée.Etienne-Louis Boullée (1728-1799), autor de algunos edificios, muchos de ellos destruidos, elegantemente clasicistas, a la manera francesa, durante los años sesenta y setenta del siglo XVIII, como su Maison Alexandre, de 1763 o la reordenación y ornamentación del Hôtel d'Evreux, hoy palacio de l'Elysée, de 1774-1778, fue, sobre todo, un profesor y dibujante de arquitecturas con una enorme influencia en la arquitectura francesa de la segunda mitad del siglo XVIII. Piénsese que desde la Academia de Arquitectura de París controlaba no sólo los concursos, sino también la actividad de los pensionados en Roma, así como desempeñó también una notable influencia en los procedimientos de dibujo y en los sistemas de representación usados en la formación de los ingenieros civiles franceses a través de la Ecole des Ponts et Chaussées.Fruto de esa compleja y rica experiencia dejó un tratado manuscrito sobre arquitectura y una serie de proyectos absolutamente decisivos para comprender la transformación del pensamiento arquitectónico y la modernidad de sus propuestas. El texto, titulado "Architecture. Essai sur l'art", redactado durante los años noventa del siglo XVIII, se abría con una piranesiana afirmación de principio: "Y yo también soy pintor". El abandono de la regla y el compás por el pincel no sólo fue un gesto pintoresco, sino que supuso un cambio decisivo en la forma de pensar la arquitectura, de representarla, de apropiarse de su figura e imagen, arrebatándosela a otros procedimientos tradicionales e incluso a la eficacia y al orden proyectual de los ingenieros. No es la construcción lo que interesa a Boullée, sino su concepción, su idea. Por eso es antivitruviano y es capaz de vislumbrar que la arquitectura se encuentra, en su época, en la aurora de su historia. Historia que muchos historiadores y arquitectos han creído ver en su plenitud en Le Corbusier y en la arquitectura del siglo XX, por eso se remontaron hasta Boullée para legitimar los orígenes de una nueva forma de pensar y hacer arquitectura.Boullée, con sus textos y proyectos, hizo poesía con la arquitectura, la buscó en sus proyectos y midió sus efectos en función de la forma y figura de sus objetos. No era la utilidad o la construcción lo que hacía posible la arquitectura, sino, según Boullée, la forma de los edificios, su escala (ese insistente proyectar en grande, megalómanamente), la perfección de las figuras geométricas que permitían su existencia, de tal forma que en su claridad, rotundidad y simplicidad pudiesen conmover, emocionar, educar... Es más, quiso que la arquitectura fuese monumental, que fuese funcional cívica y moralmente, vinculándola al silencio, a las sombras, a la Naturaleza, a la Razón, al valor de lo infinito. Por eso no fue clásico ni neoclásico, sino que redujo la arquitectura a sus formas originarias, al cubo, a la pirámide, a la esfera y la llenó de sombras y luces. La iluminó o la oscureció según debiera el edificio anunciar alegría o tristeza.No fueron Grecia ni Roma, Paestum o Vitruvio, los que pudieran responder de sus proyectos, sino la idea de una arquitectura originaria, primera, universal, arquetípica. Una arquitectura que sólo parecía posible "poniendo en obra la Naturaleza", como él decía en su tratado. Una arquitectura que, por esos motivos, él quería "parlante y con carácter", pero no se trata ya de hablar con las palabras delclasicismo o la arqueología, sino con la geometría, con la figura, con la dimensión, con la luz y con la sombra: se trataba, para Boullée, de "hacer lo que la poesía no puede sino describir". Por eso inventó, y lo escribía orgulloso, la arquitectura de las sombras y la Arquitectura "ensevelie" (enterrada), y las hizo secundar sus pirámides, sus conos, sus metáforas babélicas, sus cubos, sus esferas, sus muros casi siempre desnudos, para que la luz o las sombras pudiesen resbalar por ellos, y los convirtió en monumentos: palacios, cárceles, puertas de ciudad, edificios conmemorativos, cenotafios, templos, etc. y los aumentó

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