Tratado de Armisticio

En primer lugar, se puede decir que, desde el comienzo de la historia de la humanidad, la guerra ha servido como un mecanismo de solución de conflictos, mediante el cual se definieron límites territoriales, se confrontaron diferencias políticas y económicas, así como ha activado el nivel inventivo del ser humano en diferentes aspectos que se desprenden de este escenario guerrero. De igual forma, mediante las diferentes guerras se han ocasionado un sin número de víctimas he innumerables pérdidas económicas y culturales para la sociedad. No obstante, ante este tipo de escenarios de guerra, ciertas entidades, vieron la necesidad de idear mecanismos tendientes a limitar el accionar de manera bélica y procurar el respeto por las personas ajenas al combate, todo esto mediante el establecimiento de normas que pretenden regularizar la guerra, principios humanitarios establecidos en tratados bilaterales con fuerza jurídica vinculante.

En el mismo orden de ideas, es importante recordar que en 1820 ocurrieron en España sucesos políticos que tuvieron repercusión importante en la guerra de independencia en los cuales, un cambio de actitud del gobierno español condujo a la firma de dos tratados suscritos entre los representantes de la República de Colombia y de España. Fueron los tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra, firmados en Trujillo, los días 25 y 26 de noviembre de 1820, respectivamente.

De la misma forma, el Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva. Así, este Tratado se firmó por seis meses y obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma. Con este propósito, en el Tratado se fija como línea de circunscripción la siguiente:

"El río Unare, remontándolo desde su embocadura al mar hasta donde recibe el Guanape; las corrientes de éste subiendo hasta su origen; de aquí una línea hasta el nacimiento del Manapire; las corrientes de éste hasta el Orinoco; la ribera izquierda de éste hasta la confluencia del Apure; éste hasta donde recibe al Santo Domingo; las aguas de éste hasta la ciudad de Barinas, de donde se tirará una línea recta hasta Boconó de Trujillo; y de aquí la línea natural de demarcación que divide la Provincia de Caracas del Departamento de Trujillo”.

Por ende, a lo anteriormente dicho, el Tratado de Regularización de la Guerra significó el compromiso de ambos bandos de hacer la guerra respetando las normas más elementales del derecho de gentes, los cuales habían sido violadas por ambas partes durante los años de la guerra. Cabe destacar que desde 1810, la guerra fue una contienda en que no se respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los heridos en el campo de batalla. Tal manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial a nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación de grandes sectores del pueblo a apoyar a los realistas. Por eso, la firma de este Tratado vino, pues, a significar la terminación de la guerra a muerte, proclamada por El Libertador desde 1813.

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