Amistad Principito
vankora10Ensayo20 de Febrero de 2018
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“Tener un amigo es un verdadero privilegio y si uno se olvida de ellos se corre el riesgo de volverse como las personas mayores…”[1]
AMISTAD
Confianza, es la base de toda amistad, es aquella característica que fortalece el lazo entre los amigos, es la que define cuán duradera será la amistad. La confianza es aquella semilla generadora del árbol llamado AMISTAD y, así como el agua y el sol alimentan a toda las semillas para convertirlas en árboles, las experiencias vividas entre los amigos son los nutrientes que necesita el árbol de la amistad para que llegue a ser fuerte, grande y que viva por mucho, mucho tiempo.
Claro está, que entre más jóvenes seamos, más amistades tenemos, talvez porque solemos confiar en todas las personas a nuestro alrededor, talvez porque no esperamos nada de los demás o simplemente aún nos cobija la sábana de la inocencia y simplemente no sabemos lo que es sentir la traición de nuestro mejor amigo o que él nos dé la espalda cuando más lo necesitamos; porque ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido solos alguna vez? ¿Necesitados de alguien que nos haga compañía? ¿De alguien que nos ayude a desentendernos un poco de los problemas que nos atañen? ¿Alguien con el que podamos hablar de las mismas cosas?
Y así, en la misma situación se encontraba el piloto del cuento de Antonie de Saint-Exupéry, “El principito”, aquel piloto que a la corta “edad de seis años abandonó una magnifica carrera de pintor”[2] al haber hecho dos dibujos de una boa que digiere a un elefante y al mostrarlos a personas adultas, éstas habían sido incapaces de comprender qué representaban los dibujos, aminorando así la estima del piloto por las personas mayores.
Este mismo piloto que había dejado de ser pintor para convertirse en piloto al sumergirse en el mundo de la razón, del poder, la política, los asuntos serios y el buen vestir, fue él, quien en uno de sus tantos viajes por el mundo, al estropearse el motor de su avión, se encontró sólo en medio del desierto, con temor de sufrir hambre y sed y con la posibilidad de perder la vida en cualquier momento, fue entonces que de la nada y sin aviso alguno, se presentó el Principito.
¿No es cierto que?, así como el piloto, cuando nos encontramos en situaciones difíciles, ¿siempre llega alguien para hacernos compañía? A veces, esta persona ya la conocemos desde hace mucho tiempo y otras veces sólo bastan unas horas, unos días, pero al final la semilla del árbol de la amistad ya se ha sembrado, y talvez, si se cuida el árbol, pueda llegar a convertirse en un baobab, aquellos árboles de gran magnitud, frondosos y de raíces fuertes que podían cubrir y provocar que explotara el planeta de origen del Principito.
Un amigo, es aquel en el que confiamos para hablar de nuestros problemas, nuestras alegrías, nuestros viajes y travesías que vivimos. La mayoría de las veces, olvidamos que nuestro amigo ha pasado por muchas aventuras, así como el Principito, el cual viajo por muchos planetas antes de llegar al de la tierra, conoció a muchas personas con personalidades distintas y después de todo ese alboroto llegó hasta donde el piloto descansaba. Por lo que siempre debemos recordar que no somos los únicos que hemos vivido aventuras y sólo así podremos comprender mejor a nuestros amigos.
¿Por qué es importante la comprensión en una amistad? Simplemente porque, como lo he venido mencionando, al amigo se le confían secretos, experiencias, opiniones, podría decirse que el amigo te ve con el corazón, tal y cual somos, nuestros buenos y malos hábitos, nos conoce a la perfección y si no es así, la amistad le ayudará a ver nuestro interior, porque “lo esencial es invisible a los ojos”[3].
Ahora bien, si en lo que llevamos de nuestra vida, no nos hemos encontrado con aquel amigo único y especial para nosotros, no debemos preocuparnos, sólo debemos seguir con nuestra vida pacientemente ya que él llegará, siempre llega; a lo mejor, en este instante él se encuentra en el asteroide B 612 platicando con el Principito, deleitándose con la belleza de su rosa o simplemente jugando con el cordero que le dibujó en su momento el piloto.
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