Amor En Los Tiempos Del Colera
Caramelos173 de Abril de 2014
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Republica Bolivariana de Venezuela
Ministerio para el Poder Popular de la Educación
U. E. Colegio Latinoamericano
9°
Amor en los Tiempos del Cólera
Gabriel García Márquez
Darianna Melo
Arelis Domínguez
Caracas, 31 de marzo de 2014
Índice
1. Personajes: Descripción física y psicológica 4
- Florentino Ariza
- Fermina Daza
- Juvenal Urbino
2. Acciones 5
- Florentino Ariza
- Fermina Daza
- Juvenal Urbino
- Tránsito Ariza
- Lorenzo Daza
3. Secuencia de Tiempo 7
4. Ambientes principales 8
5. Recursos y Figuras Literarias 8
- Metáfora
- Símil
- Descripción
- Dialogo
- Hipérbole
- Imágenes
6. Opinión 9
Introducción
El amor en los tiempos del cólera es una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, publicada en 1985. Narra la vida de tres personajes entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX en la ciudad costera de Cartagena (Colombia) cerca de la comarca del Río Magdalena.
Se narra la historia de Fermina Daza y Florentino Ariza. Dos enamorados juveniles que por cosas del destino, se separan en un instante y se reencuentran en el futuro de sus vidas, en la vejez precisamente, cuando Juvenal Urbino esposo de Fermina Daza, muere trágicamente, justo cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días después. Sin embargo, siempre, hubo una constante en florentino, el amor y la esperanza de que Fermina Daza, a la muerte de su esposo le correspondiera fervientemente.
1. Personajes: Descripción física y psicológica:
- Florentino Ariza:
Es un hombre con setenta y seis años, calvo, con un bigote romántico de punteras engomadas, que usa lentes para la miopía y que gusta de leer y escribir poemas de amor, pues está locamente enamorado de Fermina Deza, quien en esos momentos tiene setenta y dos. De él se dice que había gastado mucho dinero y mucha fuerza de voluntad para que no se le notaran los años que tenía.
En Florentino todo es exagerado, desmedido. Lo es su forma de vestir y de llevar su paraguas de raso negro aunque no fuera a llover. Lo es su amor de tantos años por Fermina. Lo es el número de sus amantes, casi seiscientas, y lo es su empeño y su obstinación hasta conseguir hacer realidad su sueño y su deseo de conseguir el amor de Fermina.
- Fermina Deza:
De ojos almendrados, con pelo largo rubio y siempre se peinaba con una sola trenza. Era una joven de buena familia, que vivía al cuidado de su viudo padre y de su tía soltera.
Tenía una pasión irracional por las flores ecuatoriales y los animales domésticos, comenzando por los dálmatas y continuando con toda clase de gatos y de pájaros de Guatemala.
Otra cualidad de Fermina era su gran olfato, que le servía para seguir cualquier rastro de una persona e incluso para orientarse en su vida social. Fue gracias a su olfato como pudo descubrir las novedades que habían ido apareciendo en la vida de su esposo a raíz de echarse una amante, la señorita Bárbara Lynch, a la que Fermina reconoció por su olor a negra, aunque en realidad era una mulata, alta, bella, elegante y dulce, doctora en teología, de la que el doctor Urbino se prendó locamente.
- Juvenal Urbino:
De viejo tenía un bastón con empuñadura de plata, vestía chaleco largo, tenía la barba gris, color de nácar, y el cabello del mismo color, peinado con la raya en el centro. Usaba lentes de media luna con montura de oro. Oía cada vez menos con el oído derecho. Como le fallaba la memoria, tenía la costumbre de apuntarse las cosas en papelillos sueltos que, en la mayor parte de las ocasiones, acababan por confundirse en sus bolsillos. De él afirma el narrador que era un hombre muy metódico.
2. Acciones de los personajes:
- Florentino Ariza:
Su profesión había sido la de telegrafista, como también lo fue el padre de Gabriel García Márquez. De hecho, el propio novelista cuenta en su autobiografía Vivir para contarla que la historia de Florentino y de Fermina es un homenaje a la memoria del amor de sus padres. Pero, con el paso de los años, se acabó convirtiendo en el presidente de una compañía de buques, la Compañía Fluvial del Caribe, en uno de los cuales, el Nueva Fidelidad, va a conseguir materializar su amor con Fermina.
Su aparición en las páginas de la novela se produce con ocasión de la muerte del que podríamos considerar su rival en el amor, el doctor Juvenal Urbino. Él es ya un anciano que está dispuesto a llevar a cabo su proyecto de amor con Fermina. Ahora es cuando, después de medio siglo, su lealtad hacia ella y su eterna esperanza se verán compensadas.
Era un gran lector, sobre todo de poesía, lo que le sirvió para escribir las primeras cartas de amor a Fermina. Su amor hacia éste tiene, también, algo de libresco, pues cuando Lorenzo Daza amenaza con pegarle un tiro, si no se aparta de su hija, él le dice que lo haga, porque “no hay mayor gloria que morir por amor” (pág. 124). Su estreñimiento crónico que lo obligó a aplicarse lavativas purgantes durante toda su vida. Y, también, su preocupación por la calvicie, que le llevó a probar cuanto remedio pudiera poner fin a la misma, hasta que, finalmente, viendo que era imposible frenarla, a los cuarenta y ocho años, se hizo cortar los pocos pelos que le quedaban y así asumió su destino de calvo absoluto.
Cuando vio, por primera vez, a Fermina embarazada, decidió dedicar toda su vida a recuperarla. Y, para aliviarse durante la espera, tras su relación con la viuda de Nazaret, se dedicó a cazar “las pajaritas huérfanas de la noche durante varios años” (250). Finalmente, conseguirá hacer realidad su sueño, pronunciando la frase que tenía preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días: “Toda la vida”.
- Fermina Daza
Aunque desde joven estaba enamorada de Florentino, se convirtió en la esposa de Juvenal Urbino y acabó aferrándose a éste, hasta llegar a acostumbrarse a vivir con él, de tal modo que, al cabo de treinta años de casados, “eran como un ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo” (pág. 321).
Una de las cosas que más asco le producía era la costumbre de su marido de orinarse fuera del inodoro, motivo por el cual, y para no romper la paz doméstica, ella iba detrás de él secando los bordes de la taza con papel higiénico.
Antes de cerrar el ataúd de su marido, se quitó el anillo de casada, se lo puso al marido muerto y se despidió de él diciendo: “Nos veremos muy pronto” (pág. 76). Algo que le dolió oír a Florentino, que estaba presente en el funeral. Cuando éste se le acercó para decirle que llevaba más de medio siglo guardándole fidelidad y amor eternos, ella lo despidió airadamente, diciéndole que no volviera a dejarse ver nunca más; aunque, después, a solas, lloró, por la muerte de su marido, por su soledad y por el drama que ella misma había provocado cuando tenía 18 años y había abandonado a Florentino.
Cuando, por fin, se entrega a Florentino, lo hace de forma decidida y firme, a pesar de las iniciales reticencias provenientes de su edad y de su evidente decadencia física.
- Juvenal Urbino:
Es el doctor que se encargó de acabar con la última epidemia de cólera en el pueblo, gracias a sus métodos novedosos. Durante la anterior epidemia, había muerto la cuarta parte de la población de la ciudad, incluido el padre del doctor. El doctor Urbino hizo construir el primer acueducto de la ciudad, el primer sistema de alcantarillas y el mercado público cubierto, todo lo cual le permitió obtener numerosas distinciones, entre ellas las de presidente de la Academia de la Lengua y de la Academia de la Historia. No obstante, nunca quiso aceptar cargo político alguno.
En toda su vida, tan sólo realizó dos actos que no parecían acordes con su imagen. Uno de ellos fue el de irse a vivir a una magnífica casa en un barrio de ricos, y el otro el casarse con Fermina, una bella mujer de la localidad, sin posición social ni fortuna algunas.
Se levantaba con los primeros gallos y empezaba a tomarse, en secreto, un montón de medicinas, pues le resultaba más fácil soportar los dolores ajenos que los propios. Y llevaba siempre consigo una almohadilla de alcanfor que aspiraba, a escondidas, para quitarse el miedo por tantas medicinas como tomaba. De lunes a sábado daba clases de clínica general
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