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Capitalismo Historio


Enviado por   •  5 de Octubre de 2013  •  2.207 Palabras (9 Páginas)  •  325 Visitas

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El capitalismo histórico (2012, Siglo XXI, Madrid) es un librito breve -apenas 90 páginas- y de fácil lectura, en el que el sociólogo y profesor norteamericano Immanuel Wallerstein (Nueva York, 1930) expone un resumen de las ideas centrales de su extensa obra titulada El moderno sistema mundial (3 vols., Siglo XXI, Madrid).

Este librito se publicó por primera vez en 1988, antes de la caída del Muro de Berlín y el colapso de los países comunistas del “bloque del Este”, sin embargo en su mayor parte no ha perdido actualidad.

Ciertamente, vivimos una época de intensas transformaciones en las que cabe pensar que TODO está cambiando y que NADA va a permanecer igual; sin embargo, Wallerstein explica con claridad qué es lo que cambia y qué permanece en el funcionamiento del capitalismo, entendido como sistema social histórico.

Para el profesor de Sociología el capitalismo, a diferencia de otros sistemas económicos, se caracteriza por la acumulación incesante de capital.

El capital, es decir, todo aquello en lo que se ha materializado el trabajo previo para conseguirlo (infraestructuras, equipos, dinero, conocimientos, personas cualificadas…), se convierte en un objetivo en sí mismo para el logro de mayores beneficios. De forma aún más precisa: es la acumulación incesante de capital el objetivo principal que subordina a otros objetivos posibles. Para lograrlo necesita mercantilizarlo todo, expandir cuanto se pueda la mercantilización de todas las cosas.

Wallerstein opina que el capitalismo histórico nació entre finales del siglo XIV y principios del XV, y que entró en una crisis estructural a principios del siglo XX, crisis que llevará a este sistema a su extinción posiblemente en algún momento del siglo XXI. Eso sí, que el capitalismo desaparezca como consecuencia de su lógica expansiva no significa, necesariamente, que el sistema que le sustituya sea el socialismo, como pensaron el Marx y sus seguidores, ni siquiera tiene por qué ser un sistema mejor, ni más equitativo ni igualitario.

Es muy interesante su apreciación de la Revolución Francesa, no como una “revolución burguesa”, sino como la primera revolución antisistémica frente a un capitalismo bastante consolidado, cuyo liderazgo recaía en una burguesía cuyo origen estaba en esa parte de la alta aristocracia que, desde finales de la Edad Media, se dio cuenta de que el sistema feudal no daba más de sí para garantizar sus privilegios estamentales, pero que cabía sustituirlo por otro sistema, de clases, que podía garantizarle esos privilegios si bien mediante otros mecanismos.

También me ha sorprendido su explicación acerca de cómo los capitalistas se han resistido históricamente a la proletarización total de la fuerza de trabajo, pese a que necesitaban hacerlo para convertir a los trabajadores, además, en consumidores de la sobreproducción acumulada.

Desde un punto de vista global, el capitalismo necesita reducir el grado de proletarización para que las unidades domésticas no dependan totalmente de un salario, sino que puedan satisfacer parte de sus necesidades mediante otros procesos, de forma que esto permita mantener a la baja los salarios. Este punto de vista me parece muy sugerente en una época, como la actual, en que una parte de la sociedad se lanza en busca de formas de vida y de intercambio menos dependientes de la economía monetaria y del empleo asalariado.

Hay otros contenidos del libro totalmente recomendables, como su valoración del papel jugado por el racismo, el sexismo y el universalismo en el desarrollo del sistema capitalista. Su punto de vista sobre eluniversalismo es ciertamente provocador, pues pone en cuestión tanto la idea de progreso como el papel que en él ha jugado la mitificación del conocimiento científico-técnico al servicio de la emancipación humana.

Aunque los sitúa en su contexto histórico y entiende sus contradicciones, Wallerstein critica a los movimientos antisistémicos por regirse según las ideas heredadas de la Ilustración, las mismas ideas con las que se rigen sus adversarios capitalistas.

Concluye con una afirmación rotunda: el capitalismo ha depauperado a la Humanidad en términos absolutos, no sólo relativos. Es verdad que los trabajadores de los países centrales (donde se acumula mayor capital) han mejorado su poder adquisitivo y sus condiciones de vida, pero esto se ve de otra forma si te tiene en cuenta al conjunto de los trabajadores a nivel mundial. La mejora de las condiciones de vida de un 14 % de la población gracias a las concesiones del sector más rico, un 1%, va pareja al empeoramiento de las condiciones de vida del 85 % restante de los habitantes del planeta.

Immanuel Wallerstein formuló el concepto de sistema-mundo y, como intelectual, ha sido uno de los principales referentes del movimiento antiglobalización. Sin duda, su obra es fundamental para comprender críticamente el funcionamiento histórico del sistema capitalista y reflexionar acerca de lo que se puede esperar de él.

Sin embargo, desde mi punto de vista, hay dos cuestiones que no toma suficientemente en consideración y que podrían contribuir a matizar sus conclusiones:

La primera es que el proceso de acumulación de capital va de la mano de una incesante destrucción y sustitución de capital lo que condiciona y matiza la lógica expansiva a la que Wallerstein hace referencia y de la que hace depender el final del capitalismo.

Y la segunda es que en ese proceso de mercantilización de todas las cosas, ese “todas las cosas” tiene fronteras dinámicas, es decir, no sólo se expande la mercantilización de todas las cosas, sino también las cosas mercantilizables: nuevas formas de vida creadas artificialmente, espacios inexplorados o inexplotados del planeta o, incluso cada vez más otros planetas… y todas las “cosas virtuales” que la imaginación humana puede crear con los ordenadores produciendo experiencias de realidad cada vez más intensas y mejoradas.

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Immanuel Wallerstein es un analista clave para entender la sociedad en que vivimos. Lo es desde la perspectiva rigurosa, clara y crítica de un científico social que niega la división de las dos culturas, la científica y la humanística. Y que plantea una concepción integrada de todas las ciencias sociales: lo que él llama la sociología histórica. Esta sociología no sólo no está separada de la historia sino que además rompe las barreras entre la antropología, la sociología, la economía y la política. Porque esta división lo que marca una concepción del saber que se corresponde con el tipo de sociedad que emerge a partir del siglo XV y que ya está globalizada el siglo XIX. Esta sociedad es lo que Wallerstein llama un Sistema-Mundo. Con

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