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Doña Barbara


Enviado por   •  20 de Octubre de 2012  •  3.084 Palabras (13 Páginas)  •  1.456 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Para dar pie al trabajo práctico sobre la novela Doña Bárbara, nos hemos enfocado en los capítulos IX; X; XI; XII y XIII de la Primera Parte. En base a éstos, analizaremos aspectos tales como: la ubicación en relación a la estructura externa y a la trama; realizaremos una breve referencia a su contenido o macroestructura, manifestaremos cómo se representa la dicotomía Civilización-Barbarie a través de hechos, personajes, espacios, lengua y símbolos. Para concluir, realizaremos una reflexión personal.

I. EXTRUCTURA EXTERNA Y TRAMA

La obra de Rómulo Gallegos, Doña Bárbara, se estructura en tres Partes. La primera y la segunda están divididas en XIII Cap. cada una, mientras que la tercera en XV.

En cuanto a la trama, el capítulo que precede a los seleccionados, La Doma, narra el primer encuentro entre Luzardo y Balbino Paiba, en el que el abogado despide al mayordomo a causa de la malversación de los fondos; también el reencuentro de Santos con su “naturaleza” de jinete a partir de la doma del cimarrón (símbolo del inicio de una empresa civilizadora en el Arauca). Estos hechos, permiten la aceptación y el respeto hacia el nuevo “patrón” y la suma de las fuerzas para combatir a Doña Bárbara y restaurar el orden.

II. ARGUMENTO DE LOS CAPÍTULOS SELECCIONADOS

 Capítulo IX “La esfinge de la sabana”:

Una parte de Altamira, había pasado a ser propiedad de “El Miedo” por medio de los Mondragones: tres hermanos que vivían aislados del pueblo, y que hacían los trabajos sucios de Doña Bárbara. Balbino Paiba los encunetra en el camino y los hermanos le comentan que habían recibido la orden de hacer retroceder su estancia (Casa en Piernas), que se encontraba en Altamira, hacia la propiedad de Bárbara. Este hecho les genera inquietud y disconformidad, ya que consideran que la Cacica del Aurauca teme al nuevo vecino. Balbino, confiado de que lograría remover la actitud de su jefa-amante, les ordena esperar y se dirige, posteriormente, a casa de Doña Bárbara.

Al llegar, (…) “la primera impresión desagradable fue el cambio que, de la noche a la mañana, se había operado en el aspecto de la mujerona. Ya no llevaba aquella sencilla bata blanca cerrada hasta el cuello y con mangas que le cubrían completamente los brazos, que era el máximo de feminidad”

La encuentra adornada con cintas, encajes y cabello suelto. (…) “hasta con cierta gracia que la rejuvenecía y la hermoseaba”

La Doña se impone y reafirma sus órdenes. El ex mayordomo de Altamira, retorna con los peones y confirma, subrayando que Bárbara no le teme, sino que se trata de una trampa. (…) “sino un peine que queremos ponerle para que se envalentone y se zumbe contra nosotros” (…)

Paiba regresa con Doña Bárbara y descubre los verdaderos intereses de su jefa (…) “Dios libre al que se atreva con Santos Luzardo. Ese hombre me pertenece” (…)

 Capítulo X “El espectro de la Barquereña”

En un bosque cercano, Santos se encuentra con Marisela que vestía en harapos, un descuido en el hablar delataba una vida silvestre. El Doctor le pregunta por la casa de Lorenzo Barquero. La niña le contesta a regañadientes y con gruñidos. Barquero vivía en una pocilga mugrienta y hundido en el alcohol. Luzardo se presenta y le ofrece su amistad. El “ex hombre” se indigna al verlo, pero no lo detiene; su esquelética figura, apenas lo mantiene en pie. (…)” ¡Con que un Luzardo en la casa de un Barquero! Y todavía viven los dos. ¡Los únicos que quedan! (…) Santos le pide olvidar los viejos conflictos. Le confiesa que en su niñez, había sido su ídolo y un ejemplo a seguir, que posee sentimientos nobles gracias a él, pues Lorenzo, en su juventud, se marcha a Caracas a estudiar. El “infeliz” hombre se sumerge en sus recuerdos. Fue un niño que se destacaba por su inteligencia. Ya en su adultez conoció a distinguidas personalidades de la alta sociedad. Era querido y respetado. Todo acabó una tarde en que recibió una carta de su madre (…) “el reclamo fatal de la barbarie, escrito de puño y letra de su madre: Vente. José Luzardo asesinó ayer a tu padre. Vente a vengarlo” (…) “Yo era eso que has dicho hace poco y ahora soy esto que ves (…) este Lorenzo Barquero del que has hablado, no fue sino una mentira” (…) “El Espectro de la Barquereña”, luego de beber su aguardiente “galvanizado por el latigazo del alcohol” conjura: (…) “Tú también has oído la llamada de la devoradora de hombres. Ya te veré caer entre sus brazos” (…) Y antes de desvanecerse, vencido por la bebida, reitera: “¡Santos Luzardo mírate en mí! ¡Esta tierra no perdona!”

 Capítulo XI “La bella durmiente”

De regreso a Altamira, Santos se reencuentra con Marisela, aquella “criatura montaraz”. La interroga, corrige y, paulatinamente, comienza a convencerla de su belleza para luego, bañarla, lavar sus brazos y rostro. Este hecho germina en Marisela, sentimientos desconocidos y necesariamente, cambios en su manera de ver lo cotidiano: (…) “la desvela el alma de mujer que acaba de despertársele (…) que era simple como el viento (…) sentimientos confusos empiezan a moverse dentro de su corazón” (…) “Arriba Marisela! Está fresca el agua del pozo. La enfriaron las estrellas (…) te dejarán limpia como siempre están ellas” (…)

 Capítulo XII “Algún día será verdad"

Santos y algunos peones, amanecen con la noticia de que los Mondragones se fueron del terreno, aunque sólo era una buena noticia ante la desoladora realidad: Faltaban trabajadores y las mejores tierras, aquellas donde abundaba el agua y el pasto, pertenecían a El miedo.

El patrón de Altamira propone revisar la Ley del Llano y Antonio le responde que la única ley, es la Ley de Doña Bárbara. Por la tarde, Luzardo manda a la “mujerona” y a Mr. Danger un escrito donde avisa su disposición a cercar el hato, por lo que pide que cada quién recoja su ganado, pues éste anda libre y revuelto por la zona y pide permiso para recoger el suyo. El abogado considera que el principio de la modernidad podría residir en los límites. Santos se entrega a sus ideales y dejando de lado por un instante la realidad, sueña “¡El ferrocarril! Allá viene el ferrocarril (…) Algún día será verdad. El progreso penetrará en la llanura

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