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El libro “Al pueblo nunca le toca”


Enviado por   •  4 de Julio de 2013  •  Síntesis  •  1.845 Palabras (8 Páginas)  •  518 Visitas

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El libro “Al pueblo nunca le toca” del escritor Álvaro Salóm Becerra cuenta la historia de los partidos políticos y sus candidatos en Colombia entre 1917 y 1978, donde la historia política del país se va a través de dos personajes de ideales y conductas opuestas, una tan diferente del otro.

Uno es conservador, terrenal, ambicioso, conveniente y seguidor de la religión, claro, solo hasta el punto en que pueda pecar, confesarse y volver a las suyas. Él es Casiano Pardo.

Por el otro lado está Baltasar Riveros, quien encarna el ideal del pueblo, la esperanza optimista del cambio, la confianza en sus líderes y en el poder del pueblo. Es liberal hasta las médulas, incorruptible, con unos principios de acero y una fe ciega en su partido.

Café Botella de Oro

Durante sesenta años estos dos personajes son amigos y enemigos acérrimos por sus ideas, las cuales intercambian todos los días a las 6 de la tarde en algún café reconocido de la época, el cual va cambiando en la historia. Allí se encuentran amablemente, se saludan, y empiezan su diatriba política, donde terminan discutiendo fuertemente, agrediéndose hasta casi llegar a los golpes, prometiendo nunca volver allí, y despidiéndose de mala manera, repitiéndose la misma situación al día siguiente, casi con exactitud a la anterior.

Hablan de los candidatos, de lo esperanzador o desalentador de cada uno, los puntos superficiales en los ideales de cada partido, las características y conductas de un partido o de otro y, en muy pocas ocasiones, las vivencias del día a día de los protagonistas.

Al conservador, Casiano Pardo, se le dibuja como conquistador empedernido, aprovechador, camandulero e hipócrita, mientras que el liberal, Baltasar Riveros es íntegro, idealista, ateo y creyente absoluto en el líder de turno de su partido. Además tiene una familia numerosa a la que descuida en su afán de polemizar en materia de política y esperar que “sea el turno del pueblo”.

Y en sus charlas, los dos eternos amigos-enemigos hablan sobre uno y otro candidato. Aquí un repaso por los temas principales y sus máximos exponentes presidenciables, tema de insultos y gritos en sus encuentros.

Candidato Conservador: Marco Fidel Suárez. Teólogo influyente, secundado por el gobierno y el clero. Candidato Liberal: Guillermo León Valencia, artista, esperanza del pueblo. Las elecciones se celebraban en 1918 y como había ocurrido en las últimas elecciones, las restricciones para votar eran para los liberales, mientras que los conservadores podían votar varias veces por su candidato. Aunque tenía más adeptos el candidato liberal, “el que escruta, escoge” como le decía Casiano Pardo a Baltasar Riveros. Y así fue. El conservador gana las elecciones, sube al poder y en cada hecho o decisión se notaba la ineptitud para gobernar, y los problemas económicos y sociales se iban agudizando.

Esta situación se repite en varias ocasiones. Los “godos” postulan al general Pedro Nel Ospina, hijo de presidente, mientras que los liberales proponen al General Benjamín Herrera. Para estas elecciones se muestra la “falsa democracia” donde los liberales no pueden vivar a sus candidatos, so pena de encarcelamiento por algún motivo que se pueda inventar el policía o juez de turno. Llegado el momento de votar, incluso muchos de ellos no aparecen en el listado que les permite hacerlo. Muchos liberales se quedan sin votar, mientras el partido contrario vota muchas veces, incluso bajo los nombres de presos, muertos y niños.

Poco después, y a raíz de una de las aventuras amorosas de Casiano, se muestra la hipocresía del clero, donde los curas presionan a los fieles por dinero para liberarlos de culpas, y piden datos exactos de mujeres dóciles, conquistas fáciles que ellos también puedan buscar.

También se muestra el carácter del pueblo y la alta sociedad. El primero vivía obnubilado entre promesas de cambio de su situación y su pobreza, y la chicha de la perseverancia, que los mantenía borrachos y dormidos. Por su lado la alta sociedad eran siempre los mimos, y los hijos de los mismos, que aunque fueran de uno u otro bando, principalmente eran del partido que les fuera conveniente a aumentar su riqueza, poder ser miembro del Jockey Club, referente de y de ser parte de la clase dirigente del país.

En casa de Baltasar Riveros se ve la forma en que viven los “guaches” o pueblo de bajo estrato, donde la comida diaria la componen mazamorra y agua de panela, los hijos siguen la misma línea de idiosincrasia y conocimiento apenas superficial de sus padres. Ellos (y con ellos me refiero a la clase popular en general) se prendan de discursos bonitos aunque sin profundidad, de frases que nunca pasan a hechos, y a ese odio visceral pro todo lo que sea opuesto a su “ideología” así esta no sea bien comprendida.

Todo este tiempo, sus disputas se realizaban en el Café Botella de Oro, y una vez, siendo la primera, los dos amigos no salieron discutiendo entre sí, sino con el dueño del local. Desde allí empiezan a reunirse en otro local.

Café Windstor

Para 1926 los liberales no lanzan ningún candidato, mientras que el conservador a Miguel Abadía Méndez, quien nunca se interesaba por los problemas del país que regía. Aquí se hace mención de la matanza de las bananeras por parte de la empresa United Fruit Company, así como de la forma en que la prensa. Manipulada por el gobierno, explicaba los hechos. Según los conservadores, los trabajadores de las bananeras eran comunistas acérrimos que buscaban armar pleito constantemente, a tal punto que en que se alzaron en armas exigiendo

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