ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Celestina


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2013  •  6.183 Palabras (25 Páginas)  •  284 Visitas

Página 1 de 25

AUTO VIII

Sumario: La mañana viene. Despierta PARMENO. Despedido de AREUSA, va para casa de CALISTO, su señor. Fallo a la puerta a SEMPRONIO. Conciertan su amistad. Van juntos a la camara de CALISTO. Hallanle hablando consigo mismo. Levantado, va a la yglesia.

Resumen: Pármeno se despierta en la cama de Areúsa y se da cuenta de que es ya mediodía; es muy tarde y debe volver a su hogar inmediatamente. Antes de salir él invita a Areúsa a la cena en casa de Celestina. En el camino se cree el hombre mas feliz y afortunado del mundo, agradeciendo a Celestina tanta dicha:

!Oh placer singular! !Oh singular alegría! ¿Cuál hombre es ni ha sido más bienaventurado que yo? ¿Cuál más dichoso y bienandante? ... Por cierto, si las traiciones de esta vieja con mi corazón yo pidiese sufrir, de rodillas había de andar a la complacer. ¿Con qué pagaré yo esto?

Al llegar a su casa, Pármeno se reúne con Sempronio quien le reprende por su tardanza Pármeno le cuenta lo sucedido y hace participe de su gloria: la gloria de haber alcanzadoa Areúsa:

PAR. __ ¿Pues qué es todo el placer que traigo, sino haberla alanzado?

SEMP. __ ¡¡Cómo se lo dice el bobo! ¡¡ De risa no puede hablar! ¿A qué llamas haberla alcanzado? ¿Estaba a alguna ventana o qué es eso?

PARM. __ A ponerla en duda si queda preñada o no.

Pármeno se arrepiente de haberse opuesto a los planes de Sempronio y Celestina y está dispuesto a cooperar con ellos en todo pues reconoce que en el juego de Calisto y Melibea hay oportunidad de ganancias. Sempronio y Pármeno acuerdan olvidar el pasado en vista de un futuro muy prometedor:

SEM. __ Seamos como hermanos, ... sea lo pasado cuestión de Sant Juan y así paz para todo el año. Que las iras de los amigos siempre suelen ser reintegración del amor. Comamos y holguemos, que nuestro amo ayunará por todos.

Entre los dos criados acuerda celebrar una comida en casa de Celestina, con Elicia y Areúsa. Mientras tanto, en la alcoba, como de costumbre, Calisto delira de amor, recitando poesías, entre sueños, sin saber si es hora de despertar o acostarse. .

CAL. __ Corazón, bien se te emplea Que penes y viuas triste, Pues tan presto te venciste Del amor de Melibea.

Calisto oye tocar a misa y se dispone para ir a la iglesia. En su atolondramiento, se entrega a la disposición de su criado:

Sempronio mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal servidor, sea como a ti te parece. Porque cierto tengo, según tu limpieza de servicio, quieres tanto mi vida como la tuya.

AUTO IX

Sumario: SEMPRONIO y PARMENO van a casa de CELESTINA entre sí hablando. Llegados allá, hallan a ELICIA Y AREUSA. Pónense a comer; entre comer riñe ELICIA con SEMPRONIO. Levántase de la mesa. Tórnanla apaziguar. Estando ellos todos entre sí razonando, viene LUCRECIA, criada de MELIBEA, llamar a CELESTINA que vaya a estar con MELIBEA.

Resumen: Sempronio y Pármeno salen a ir a la casa de Celestina para la comida. Ellos caminan a la iglesia a ver si Celestina pues ésta suele ir cuando en su casa falta comida:

Cuando ella tiene qué hacer, no se acuerda de Dios ni cura de santidades. Cuando hay que roer en casa, sanos están los santos; cuando va a la iglesia con sus cuentas en la mano, no sobra el comer en casa.

Los dos criados que Celestina no es mucho de fiar, pero al mismo tiempo creen que, para bien de todos no deben darle publicidad a su ruindad. Elicia y Areúsa están impacientes porque ellos se retrasan. Cuando llegan, los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante; Celestina entona sus alabanzas al vino:

esto quita la tristeza del corazón, más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del anhélito, hace potentes los fríos, hace sufrir los afanes de las labranzas, a los cansados segadores hace sudar toda agua mala, sana el romadizo y las muelas, ...

Elicia, algo celosa, se enoja con Sempronio por los inmerecidos elogios a Melibea.

Aquella hermosura por una moneda se compra de la tienda. Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella vive cuatro doncellas en quien Dios más repartió su gracia que no en Melibea, que si algo tiene de hermosura es por buenos atavíos que trae. Ponedlos en un palo, también diréis que es gentil.

Elicia se levanta de la mesa, pero se apacigua eventualmente y la convencen a que regrese y goce de la buena comida. Celestina alienta a las parejas al besarse y abrazarse:

Besaos y abrazaos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de vello. Mientra a la mesa estáis, de la cinta arriba todo se perdona. Cuando seáis aparte, no quiero poner tasa, pues que el rey no la pone.

Lucrecia llega con un mensaje de Melibea. Areúsa aprovecha para lanzar una durísima diatriba contra las señoras y el servicio en general; ella se cree feliz por no estar sometida:

La mejor honra que en sus casas tienen, es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca de ellas; sino puta acá, puta acullá. ... no hay quien las sepa contentar, no quien pueda sufrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor fecho menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, exenta y señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada y cautiva.

Celestina secunda sin reserva todo lo dicho por la joven prostituta:

En tu seso has estado, bien sabes lo que haces. Que los sabios dicen: que vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con rencilla.

Lucrecia comenta sobre lo dificultoso que le sería a Celestina mantener en años anteriores a tantas mozas en el burdel. Celestina responde que no podía estar más equivocada. Aquellos fueron años de apoteosis, con nueve mozas entre los catorce y dieciocho años que ofrecían sus favores a todos los dignatarios, incluidos los clérigos, entre los que cuales se consideraba duquesa:

Caballeros viejos y mozos, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes. En entrando por la iglesia, vía derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera una duquesa. ... De media legua que me viesen, dejaban las horas. Uno a uno, dos a dos, venían a donde yo estaba a ver si mandaba algo, a preguntarme cada uno por la suya. Que hombre había, que estando diciendo missa, en viéndome entrar, se turbaba, que no hacía ni decía cosa a derechas. \Unos me

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (35.3 Kb)  
Leer 24 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com