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Los Hornos De Hotler

zoe12518 de Septiembre de 2013

752 Palabras (4 Páginas)296 Visitas

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Capítulo XXI

París ha sido liberado.

Un internado francés que llegó un día a la enfermería, llamó la atención de Olga pues en su cara se notaba una felicidad contenida. El francés se acercó y le cuchicheó al oído que París había sido liberado. El rumor corrió con rapidez en los baños y lavabos. La esperanza comenzó a emerger entre todas las prisioneras.

Capítulo XXII

Experimentos científicos.

Los experimentos realizados por los altos jerarcas Nazis, rayaban, como su ideología, en lo absurdo. Miles de conejillos de indias fueron torturados para averiguar cosas del tipo: cuánto aguanta un cuerpo humano a bajas, o altas temperaturas antes de morir, otros se sumergían a agua salada, la castración era practicada de las maneras más inverosímiles, y se experimentaba con sustancias para reducir el apetito sexual en las mujeres. En cierta ocasión, llegó una medicina para los tuberculosos, se aplicó y la mayoría falleció. Los pulmones fueron mandados a la compañía para su análisis. Se hacían pruebas con hormonas y se ofrecían remedios contra el insomnio, la mayoría de las veces, las pacientes morían por la cura. Un millar de muchachos entre 13 y 16 años fueron esterilizados para satisfacer la curiosidad médica Nazi. Se exponían a las mujeres a los rayos X y después se extirpaban sus ovarios para analizar las lesiones.

Capítulo XXIII

Amor a la sombra del crematorio.

Era obvio que los alemanes pretendían acabar con todas las razas indeseables mediante el exterminio directo y reduciendo al mínimo su descendencia. Sin embargo el amor, retorcido en algunos casos, se daba hasta en estos lugares. Las blocovas tenían sus amantes así como los oficiales Nazís. Existía un burdel para los soldados, mismos que si veían a una mujer a su llegada en tren, podían apartarla y llevarla a su propio burdel. Era raro que una custodia tuviera amante y las que lo tenían gozaban de privilegios.

El avance de los rusos era eminente y para la última época se respiraba un poco más de libertad. Las fiestas terminaban en orgías y todo mundo se prestaba a la degradación.

También había perros entrenados para violar a las reclusas para beneplácito de los soldados.

Capítulo XXIV

En el carro de la muerte.

Olga no perdió la esperanza de volver a ver a su marido y luego de algunas pesquisas, dio con su paradero. Logró enviarle una nota dónde le avisaba que iba en su encuentro. La manera fue viajar en el “carro de la muerte”. Carro que transportaba a los locos que para la lógica alemana, resultaban interesantes. Entre gritos, personas masturbándose y parejas que simulaban la cópula, Olga viajo al encuentro de Miclos. Ambos se vieron más espectrales que nunca. Se dieron ánimos y se despidieron discretamente, pues Olga viajaba de incógnito. Fue la última vez que la autora vio al doctor Miclos Lengyel. Tiempo después la zona fue desalojada. En el camino, Miclos se detiene a ayudar a una persona desfalleciendo, fueron acribillados por un soldado Nazi.

Capítulo XXV

En el umbral de lo desconocido.

El 17 de enero de 1945 hubo un desalojo en Birkenau. Los documentos oficiales fueron destruidos y se ordenó el inmediato desalojo de la población. La evacuación se inició a medía noche con dirección a Alemania. Sin duda las tropas soviéticas se encontraban cerca de ahí. Olga Lengyel salió de Birkenau con vida.

En el camino se encuentran muertos por doquier, nadie se atreve a romper filas pues los soldados y sus perros mantienen la vigilancia. Un estruendo lejano confirmaba la noticia. Los rusos estaban “a un disparo de ahí”.

Capítulo XXVI

La libertad.

Las detonaciones se multiplicaban. Se apresura el paso. Los cadáveres aumentaban. Nadie puede caer en manos de los

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