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Los Mensu

adrian171723 de Diciembre de 2013

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“LOS MENSÚ”

Este cuento nos habla de 2 personajes llamados Cayetano Maidana y Esteban Podeley que eran peones y después de largos meses en los obrajes vuelven a la posadas en el Silex gozosos de derrochar en mujeres y alcohol su paga para volver a trabajar en otro lugar por largo tiempo.

Al fin encuentran a las muchachas, gozan, se alcoholizan, gastan en ropa ya que el mensú posee un desprendimiento brutal de su dinero.

Así después de esto se remontaron al rió a su nuevo lugar de trabajo, Cayetano llevo a su compañera y a su revolver el cual perdió en el juego en cambio Podeley gano el collar de la muchacha, jabones de olor y medias así fue el viaje para empezar de nuevo con la vida de obraje.

Podeley era buen peón. En el bosque hizo su cobertizo y su jornada terminaba en sábado cuando lavaba su ropa y se surtía de todo lo necesario para la siguiente semana.

Sin embargo Cayetano meditaba su fuga pero le faltaba su revolver, aprovechando que su mujer huyo con otro, este se la vendió a cambio de una pistola.

En el otoño y con los chubascos los mensú se enfermaban cosa que sucedió con Pödeley, al cual su patrón no quiso dejar recuperarse. Como estaba bastante enfermo decidió huir, escaparse junto con Cayetano un domingo descubiertos tuvieron que escapar de los tiros y de sus perseguidores internándose en el bosque para posteriormente haciendo una especie de balsa huir por el rió, pero desgraciadamente por la lluvia y el agua helada Podeley murió cuando llegaron a El Silex y Cayetano ya en tierra volvió a emborracharse con otro nuevo contrato.

Esta es la vida de los Mensú que es el carácter fundamental como se vera en las siguientes frases:

Flacos despeinados en calzoncillos, la camisa abierta en largos tajos, descalzos como la mayoría, sucios como todos los mensú devoraban con los ojos la capital del bosque Jerusalén y Golgota.

Como intermediario y coadyuvante espera en la playa un grupo de muchachas alegres de carácter y de profesión, ante las cuales los mensú sedientos lanzan sus ¡ahiju¡ de urgente locura.

Cayetasno y Podeley bajaron tambaleantes de orgía preguntada y rodeados de 3 o 4 amigas se hallaron en un momento ante la cantidad suficiente de caña para colmar el hambre de eso de un mensú.

Pero en una u otro las muchachas renovaron el lujo detonante de sus trapos, anidándose la cabeza de pestones ahorcándose las cintas, robado todo con perfecta sangre fría al hidalgo alcohol de su compañero, pues es lo único que el mensú realmente posee un desprendimiento brutal de su dinero.

Acompañaban los 2 muchachas orgullosas de esa opulencia, cuya magnitud se acusaba en la expresión un tanto hastiada de los mensú, arrastrando consigo mañana y tarde por la calles caldeadas una infección de tabaco negro y exacto de obraje.

La noche llegaba por fin y con ella la bailanta, donde la mismas damiselas avisadas inducían a beber a los mensú, cuya realeza en dinero de anticipo les hacia lanzar 10 pesos por una botella de cerveza para recibir en cambio 1.40 que guardaban si ojear siquiera.

Ambos se miraron con expresión que pudiera haber sido de espanto si un menús no estuviera perfectamente curado de ese malestar.

Cayetano miro a su mujer y aunque la belleza y otras cualidades de orden mas moral pesan muy poco en la elección de un mensú quedo satisfecho.

A dos metros de él, sobre un baúl de punta los mensú jugaban concienzudamente al monte cuanto tenían.

Era este el real momento de los mensú, olvidándolo todo entre los anatemas de la lengua natal, sobrellevando con fatalismo indígena la suba siempre creciente de la provista que alcanzaba entonces a

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