El músico Grama

El músico Grama

   En una ciudad muy lejana llamado Penta, los niños estaban muy tristes porque no podían cantar ni realizar ninguna acción que fuese relacionado con la música. El rey decidió hacer desaparecer la música porque le recordaba a su esposa que murió de una enfermedad. A partir de ese día, Penta ya no era la ciudad que había sido siempre.

   Un día, llego a Penta un tipo muy curioso que se llamaba Grama. Nadie lo conocía y más aún, nunca habían oído un nombre tan peculiar como el suyo. ¿Qué quería Grama en Penta? Nadie lo sabía.

   Era un hombre muy peculiar, siempre iba vestido como un pincel: con un sombrero de copa, color negro y gran bigote afilado. Y siempre llevaba consigo un pequeño tambor de color rojo con quien acompañaba sus peculiares canciones.

   Grama, todos los días se sentaba en el parque del pueblo y cantaba y cantaba para todos los niños y niñas que jugaban en él. Hacía años que no escuchaban cantar a nadie y más aún a nadie que cantaba con un instrumento musical. Siempre cantaba la misma melodía que decía así:

Yo soy Grama un humilde cantautor;

Quien acompaña sus canciones con un precioso tambor.

¿Queréis oír mis canciones? Pedir permiso al Mayor (alcalde).

Yo canto para hacer niños felices, porque la música es mágica y

Puede adornar cualquier rincón.

   Penta estaba pasando unos meses muy calurosos y era castigado por una larga sequía. Hacía tantos meses que no llovía que la gente estaba pasando mucha hambre por culpa de las malas cosechas.

Grama decidió visitar al Alcalde y proponerle un trato:

• Buenos días Alcalde, mi nombre es Grama y he venido a esta ciudad porque sé que has prohibido la música y los niños y niñas están muy tristes. Además, sé que hace ya muchos meses de que no llueve y esto está haciendo mucho daño aquí.

El Alcalde con cara de “pocos amigos” le dijo:

• ¡Usted aquí no hace falta! Penta siempre ha sido uno de las mejores ciudades del mundo y no sé a qué viene, si aquí no hay ningún problema.

Ya vendrán tiempos mejores que no pueda mejorarlo un poco de lluvia. Así que ya estas tardando a marcharte de esta ciudad y por favor, ¡No cantes más!

Grama enfadado le dijo:

• ¿No puede pensar que la música que tantos problemas puede solucionar, no puede hacer que venga la lluvia a esta ciudad? Estoy convencido de que así puede ocurrir pero es necesario que usted vuelva a tener tanta fe como tenías antes con la música. Sé, Sr. Alcalde, que usted era director de orquesta y que dejaste la música a un lado cuando su mujer murió. Yo puedo ayudar a tu ciudad, estoy convencido.

El Alcalde, al oír las palabras de Grama, se derrumbó y se dio cuenta de que no podía estar toda su vida omitiendo y odiando la música sino que debía ser feliz. El Alcalde aceptó el trato de Grama y juntos salieron a la calle para explicar en qué situación estaba Penta y aquello que podían hacer:

• Pueblo de Penta, todos sabéis que nuestra ciudad necesita de la lluvia para poder crecer junto a nosotros. Y gracias a la ayuda de Grama podremos conseguirlo. Que ¿cómo? Con la música, la amada y admirable música.

Mañana al amanecer todos iremos a la Plaza mayor y cantaremos como nunca lo habíamos hecho y haremos que la lluvia vuelva a nosotros.

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