Musica Sonorense
ruzgal9 de Abril de 2013
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Música sonorense
La obra del maestro Rodolfo Rascón Valencia titulada Compositores sonorenses 1860-1940, editada por la Universidad de Sonora en 1992, da cuenta de prodigiosos compositores que definieron nuestra personalidad musical colectiva a través de las diversas especificaciones o géneros musicales como el vals, la polka, los corridos, entre otros géneros. Al iniciarse la década de los cincuenta, la radio era el medio electrónico por excelencia al cual muchas de las familias sonorenses tenían acceso. La radio de la época promovió diferentes géneros musicales. Reafirmó a los ídolos del pueblo. a través de la radio aparece la música del norte. Sus iniciadores fueron Los Alegres de Terán, don Tomás Ortiz y don Eugenio Ábrego, originarios de Nuevo León; poco después surgirían otros grandes duetos como Los Donneños de Tamaulipas, Los Broncos de Reynosa de Durango y muchos más que destacaron entre los años sesenta y principios de los setenta.
Los sonorenses nos identificamos con ellos porque los pioneros de la música norteña incluían en sus primeras grabaciones música de compositores sonorenses.
Cuatro Milpas, Mundo Engañoso, El Venadito, La Higuerita y El Tarachi del sahuaripense, La Barca de Guaymas Ausencia Eterna de don Ildefonso “El Kilo" Morales de Arizpe, todas estas canciones que se convirtieron en éxito. También están otros éxitos De compositores anónimos sonorenses y duetos norteños que grabaron El Novillo Despuntado, El Pájaro Prieto, La Cárcel de Cananea, El Cuervo y el Escribano, El Corrido de Joaquín Murrieta, y muchos más.
La música del acordeón con el bajo-sexto impactó a un gran sector de los jóvenes de aquella época, especialmente de las clases sociales más humildes. En 1955, aparece en Hermosillo el primer grupo formal norteño: Los Cuatreros de Sonora de los Hermanos Carvajal;
Uno de los atractivos para propios y extraños es nuestra música regional con la que el pueblo canta y baila y que con la que festeja y adereza los momentos importantes de la vida cotidiana.
Es en las fiestas patronales de los pueblos y ciudades donde los conjuntos norteños tienen participación importante; sin ellos, la fiesta no se daría ni se haría. En estas ferias, es común que los amantes de la música y curiosos se arremolinen junto al grupo que toca para disfrutar, gozar y bailar al escuchar las notas bien conjugadas de un acordeón, con la armonía de un bajo-sexto, los bajos las percusiones de la tarola y la melodía graciosa de un saxofón en el ritmo de una polka como La Pilareña, un son o zapateado como La Vaquilla Colorada o La Loba Catrina, un corrido como El Novillo Despuntado, Pancho Guzmán o Manuel de la Vara, o bien las nostálgicas canciones de Las Cuatro Milpas, El Cuervo y El Escribano, La Pajarera o Dos Seres que se aman.
Sin duda, estamos ante un hermoso género musical que los sonorenses adoptamos hace 50 años y que sostienen vivo, humildes, pero magníficos músicos empíricos que no estudiaron la metodología académica de las reglas de la métrica y de la interpretación musical
Hoy, el conjunto norteño se ha convertido en el grupo musical típico preferido en una vasta región del estado; su fisonomía y gracia es conocida en muchos ámbitos y ha roto con el clasismo y elitismo social del ayer. Actualmente, los “taca-tacas”, como hoy se les conoce, alegran los festejos familiares de la clase humilde como los de la clase media y alta. Están en los festejos de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres del campo y de la ciudad; niños y ancianos cantan y bailan al compás de sus notas; están presentes en eventos académicos como seminarios, simposios y congresos, ilustrando o reafirmando, con documentos musicales, algunas de las tesis que proponen los estudiosos y especialistas de las ciencias sociales.
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