La Levantina
Manuel Gomez CruzInforme17 de Octubre de 2019
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La Levantina
«Estamos dedicando demasiado tiempo a las iniciativas y no tenemos
tiempo para el día a día. Además, hay determinadas cosas que estamos
haciendo que se solapan con el trabajo del equipo de clientes. Me cuesta
convencer a mi gente de que ha de dedicar tiempo a cosas que ya están
haciendo otros.» Eran comentarios de Pedro Ras, director de producción de
La Levantina, que Daniel Gumbau, director general, había anotado en una
reunión previa entre ambos y que ahora estaba repasando en su despacho
para preparar una reunión sobre la implantación del cuadro de mando
integral («Balanced Scorecard») que el comité de dirección iba a tener el
día siguiente.
La Levantina
La Levantina era una empresa familiar fundada a principios de los años
setenta por el padre de Daniel Gumbau, y que con el tiempo se convirtió en
uno de los líderes del sector cartonero en la provincia de Castellón. Sus
principales clientes estaban en el sector cerámico. El mercado era altamente
competitivo, pero La Levantina había sabido posicionarse en base a su
buena calidad y fiabilidad en el servicio.
En los años ochenta, La Levantina empezó a comercializar cajas de cartón a otros
clientes en los segmentos de agricultura e industria. Ello requería de cajas más
resistentes e impresiones de mayor calidad. El segmento de industria englobaba clientes
muy distintos (alimentación, bebidas, juguetes, etc.). Al mismo tiempo, empezó a servir
en zonas más alejadas de la fábrica, especialmente en Valencia, Murcia y Almería
(provincias al sur de Castellón), donde había una gran cantidad de clientes en el
segmento de agricultura. Producto del crecimiento, La Levantina construyó una nueva
fábrica en Castellón ciudad, a 20 km de Villarreal.
En 1990, La Levantina creó una filial en Toledo y siguió creciendo. En 2002, Toledo
representaba el 15% de la facturación de La Levantina (véase Anexo 1).
Producto de la intensificación de la competencia, especialmente con la entrada
de nuevos competidores a precios bajos y de la búsqueda por parte de los clientes de
proveedores globales, se había producido un estancamiento en la demanda que había
llevado a disminuciones de la capacidad utilizada. A principios de 2003, la capacidad
ociosa era de un 30%, claramente por encima de lo deseable, que Daniel Gumbau
valoraba en un 10%.
La organización de La Levantina en Villarreal era funcional. La fábrica de Castellón era
teóricamente independiente, aunque la mayoría de decisiones se tomaban en Villarreal.
La planta de Toledo actuaba de forma coordinada con las direcciones funcionales,
aunque el grado de autonomía era muy alto. Luis Ojeda, director de la filial de Toledo,
había expresado muchas veces que tenía más sensación de cliente que de ser parte de
la empresa. El Anexo 2 muestra un organigrama de La Levantina, y el Anexo 3 una
breve explicación sobre los miembros del comité de dirección.
El cuadro de mando integral
Antonio Espronceda, consejero externo del consejo de administración de La Levantina,
había aconsejado a Daniel comenzar un proceso de implantación de un cuadro
de mando integral que le permitiese clarificar la estrategia y ayudar a los diferentes
departamentos de la empresa «a empujar en la misma dirección».
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