La Meta
axljayTrabajo15 de Agosto de 2012
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en forma de carpetas, notas, facturas, proyectos... Un tiempo precioso
antes de que empiecen las reuniones, las llamadas, las sutilezas o las
brusquedades de los mil y un asuntos que se multiplican como los
panes nuestros de cada día.
—«Señor Rogo» —me llaman.
Cuatro hombres salen apresuradamente por una de las puertas
laterales de la fábrica. Vienen hacia mí sin darme tiempo, ni siquiera, a
que entre en ella. Veo a Dempsey, el supervisor del turno; a Martínez, el
enlace sindical; a uno de los operarios y a un encargado llamado Ray.
Dempsey me trata de contar no sé qué «serio problema», al mismo
tiempo que Martínez grita algo sobre una huelga, mientras el sujeto
contratado habla atropelladamente de despotismo en el trato a los
trabajadores, y Ray se desgañita diciendo que no pueden terminar un
trabajo por falta de material. Yo estoy en medio, con la cabeza
bloqueada, el corazón ahogado en adrenalina y el estómago suplicando
una reconfortante taza de café.
Cuando consigo, por fin, apaciguar los ánimos, me entero de que
Peach llegó una hora antes que yo a la planta, exigiendo ver la situación
en la que se encontraba el pedido núm. 41427.
Normalmente, cualquier mando intermedio podría haber informado
a Bill Peach sobre ése o cualquier otro pedido, pero la suerte quiso que,
esta vez, nadie tuviera ni siquiera la más remota idea de aquel maldito
41427. Esto fue lo que dio lugar a que el desorden habitual se
convirtiera en un caos generalizado. Peach ordenó a todo el mundo la
búsqueda y captura del ya famoso pedido 41427, consiguiendo poner la
fábrica patas arriba y bloqueando su funcionamiento.
En síntesis, resultó que era un pedido importante que estaba muy
atrasado. Y, en honor a la verdad, debo decir que eso no era nuevo en
una planificación en la que, históricamente, se habían definido cuatro
tipos de prioridades para un pedido: «con prisas», «con muchas prisas»,
«con muchísimas prisas» e INMEDIATO. Sencillamente, parece
imposible que tengamos una producción normalizada. Puedo asegurar
que, aquella mañana, Peach tampoco contribuyó a que las cosas
cambiaran.
Tan pronto como hubo descubierto que el 41427 no estaba, ni
mucho menos, preparado para su envío, Peach comenzó a echar pestes
a su alrededor, poniendo a Dempsey tan colorado como su Mercedes.
ELIYAHU M. GOLDRATT JEFF COX 5
Sus alaridos consiguieron que se localizaran las piezas que faltaban
para el submontaje. Estaban junto a una de las máquinas de control
numérico, esperando su turno para ser procesadas. Pero resulta que los
mecánicos no han hecho la preparación para meter dichas piezas. Están
con otro trabajo urgente para dar salida a otro pedido con prioridad
INMEDIATA.
Ni que decir tiene que a Peach le importa un comino el otro pedido
por mucha «prioridad inmediata» que tenga. Las cosas están muy
claras. Se ha levantado a las cinco de la mañana porque le preocupa que
salga el pedido 41427 y, siguiendo el orden jerárquico, ordena a
Dempsey y a Ray que indiquen al mecánico lo que ha de hacer. A partir
de este momento, la escena es más teatral que laboral. El mecánico les
va mirando uno a uno y, tras unos segundos de tensión, con el rostro
lleno de confusión, les explica que su ayudante y él han tardado una
hora y media en preparar aquella máquina para realizar un pedido que
todo el mundo parecía necesitar de una forma desesperada y que, ahora,
le dicen que lo olvide y vuelva a comenzar la preparación para hacer
otra cosa.
...