Microfinanciamiento
freegansito1 de Octubre de 2013
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EL MICROFINANCIEMIENTO
Muhammad Yunus, inicio a la revolución internacional del microcrédito en Bangladesh. En 1983, Yunus fundó el Banco Grameen con el fin de ofrecer microcréditos a mayor escala. En la actualidad, el Banco Grameen brinda servicio a más de dos millones de prestatarios en más de 80.000 aldeas. En 2006, la notable repercusión mundial del microcrédito hizo a Yunus y al Banco Grameen merecedores del Premio Nobel de la Paz.
A partir del establecimiento del microcrédito, se han abierto miles de organizaciones de ese tipo en todo el mundo. En 2007, más de 100 millones de familias que vivían en extrema pobreza recibieron acceso al microcrédito. A medida que se propaga por el mundo, el microcrédito promete ser una potente fuerza para ayudar a las personas a “salir de la pobreza con dignidad”.
ORIGEN Y EVOLUCION DE LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS
Los orígenes de las instituciones financieras de desarrollo (IFD) se remontan en América Latina al siglo XIX, cuando estas instituciones surgen con nombres diversos como cajas rurales, bancos, institutos de fomento, etc., cuyo propósito era impulsar la producción en diversos sectores económicos.
Es en los años treinta donde se inicia la creación sistemática de IFD, debido en particular a la crisis mundial de 1929 y la consecuente recesión que indujo a los gobiernos de los países de la región a asumir un papel activo en el fomento y la financiación de la producción. Posteriormente, durante la segunda guerra mundial se interrumpe el flujo del comercio de bienes manufacturados hacia América Latina y se plantean nuevas estrategias de desarrollo “hacia adentro” y políticas de sustitución de importaciones, que se extienden en las décadas de los años cuarenta y cincuenta. Así, entre 1930 y 1940 se crearon 36 instituciones; entre 1940 y 1950 se crearon 51 instituciones; y entre 1950 y 1960 se crearon un total de 45 IFD.
Ahora bien, ¿por qué surgen las IFD?. Un rasgo o denominador común en los países en desarrollo, particularmente en América Latina, es la ausencia o escaso desarrollo de los mercados de capitales que justamente satisfagan los requerimientos de inversión, esto es la financiación a mediano y largo plazo. Para llenar este vacío surgió la necesidad (al menos conceptualmente) de crear un sistema especializado para la intermediación de recursos en el mediano y largo plazo, y facilitar los servicios extrabancarios no cubiertos por la banca comercial tradicional. Este, quizás, es el fundamento sobre el cual descansa la creación de bancos de desarrollo en los años indicados, en la medida que se conciben a estas instituciones como contribuidoras al desarrollo de mercados de capitales por medio de la emisión de títulos –valores y estímulos de las empresas para que acudan a dichos mercados.
Posteriormente, en los años ochenta y noventa, como es sabido, se cuestionó el papel de las
IFD toda vez que –de modo esta vez contrario- se conciben justamente como un obstáculo para el desarrollo de los mercados de capitales, pues al disponer estas instituciones de recursos de mediano y largo plazo, justamente impidieron que necesidades de empresas por ese financiamiento se hubieran podido canalizar a través de los mercados de capitales.
En todo caso, lo cierto es que los flujos de financiamiento a los cuales la región tuvo acceso han marcado estrechamente la orientación, cuando no el diseño y la acción de las IFD. Así, en los años cincuenta y sesenta los fondos gubernamentales y los organismos multilaterales de financiamiento constituían la principal fuente de recursos de los bancos de desarrollo; en los años setenta el acceso al crédito comercial internacional fue preponderante; en los años ochenta la carencia de recursos oficiales y privados (por efecto del endeudamiento externo) indujeron a fórmulas novedosas pero
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