Neokard

NEOKARD

En octubre de 2001 parecía claro para el Dr. Estévez que a principios de año podría empezar a funcionar en Madrid el primer centro de prevención cardiaca de Neokard.

El Dr. Estévez.

El Dr. Estévez de 54 años de edad hacia cerca de 30 años que había obtenido su doctorado en medicina en la especialidad de cirugía cardiovascular. Durante casi 20 años se dedicó a su especialidad, pero llegó a darse cuenta que poner “marcapasos” o sustituir arterias obstruidas por otras artificiales, no era sino poner “parches nuevos en odres viejos” y que tarde o temprano buena parte de los accidentes cardiovasculares se repetían, muy frecuentemente con consecuencias funestas.

Decidió entonces dedicarse a la previsión y diagnóstico de los riesgos de enfermedades cardiovasculares.

Abrió una consulta en la que pretendía llevar a cabo un seguimiento continuo de sus pacientes concienciándoles que un corazón sano puede conseguirse, en muchos casos, mediante la adquisición de unos hábitos de vida nada difíciles de seguir. Estos hábitos son básicamente una dieta baja en colesterol, ejercicio físico suave pero perseverante y evitar o disminuir el consumo de tabaco y alcohol. Si estos hábitos se adquirían, aunque fuese moderadamente, cuando todavía se contaba con un sistema circulatorio razonablemente sano y si, además se realizaba un chequeo cardiológico a fondo anual o cada dos años, estimaba que el riesgo de enfermedades cardiovasculares disminuía de forma asombrosa.

Durante 10 años puso en práctica estos principios con un pequeño pero creciente núcleo de pacientes. Sus estadísticas indicaban que efectivamente la evolución cardiovascular de sus pacientes podía considerarse mejor que la de la media de personas con el mismo estilo de vida.

Los pacientes del Dr. Estévez solían ser hombres, de más de cuarenta años de edad, generalmente profesionales y empresarios con un alto nivel de preocupaciones y un “stress” superior al medio.

El Dr. Estévez, en su empeño por concienciar a sus pacientes y dejándose llevar de su afición culinaria había desarrollado una amplia gama de recetas y platos realmente sabrosos y con un bajo contenido en colesterol y otros elementos que podían perjudicar el sistema cardiovascular.

También había obtenido de distintas fuentes médicas una amplia gama de tablas de gimnasia adaptables para diferentes edades, niveles de forma física y de salud cardiovascular. Podía considerársele, sin duda alguna, como un experto en dietética y gimnasia aplicados al campo de la salud cardiovascular.

La idea de Neokard

El principal escollo con el que se encontraba el Dr. Estévez para que su tratamiento alcanzase su máxima eficacia era el escaso éxito que obtenía en que sus pacientes siguiesen el plan de alimentación y ejercicios prescritos.

La mayoría de sus pacientes acudía cuando se le llamaba a realizar el chequeo cardiovascular anual. Incluso durante unas semanas después del chequeo seguía bastante rigurosamente los planes previstos pero, poco a poco, los iban abandonando siguiendo únicamente los tratamientos farmacológicos cuando existían.

Ante las presiones del Dr. Estévez, los pacientes aseguraban que las razones para no seguir sus consejos no era su falta de interés, sino la falta de un lugar donde se pudiese comer u obtener comida como la recomendada por el Doctor y donde llevar a cabo los ejercicios prescritos. Un buen número de sus pacientes sentían una gran aversión a ir al típico gimnasio donde acudía la gente cuyo objetivo era “dejarse ver” y “estar cachas”.

El Dr. Estévez en un viaje que realizó a Nueva Cork pudo ver personalmente un lugar llamado “Cardio-fitness Center” que precisamente daba esos servicios: gimnasio especializado en fortalecimiento cardiovascular, restaurante “sano” y venta de comida preparada. Además se enteró de que este centro era un estupendo negocio.

Decidió que tenía que hacer algo similar en Madrid y más adelante, quien sabe, en toda España.

La puesta en marcha de Neokard.

A partir del momento en que tomó esta decisión empezó a trabajar en el lanzamiento de Neokard.

Estimó que en Madrid había un alto número de personas suficientemente preocupadas por su corazón, debido al duro trato al que le sometían como para que un centro similar al de Nueva Cork fuese negocio.

Decidió vender el

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