Producto interno -bruto-
Tomasramirez09Ensayo23 de Septiembre de 2015
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PIB: PRODUCTO INTERNO –BRUTO-
Por: Tomás Ramírez Tobón
Email: tomasramirez09@hotmail.com
Ya desde el siglo XVIII el gran considerado padre de la economía Adam Smith advertía sobre el inmenso cambio que iba a sufrir el mundo en su manera de relacionarse económicamente e inició, por medio de su texto “La Riqueza de las Naciones”, el arduo camino para responder a la pregunta: ¿qué hace a unos países más ricos que a otros? Posteriormente, y de manera paulatina a través de la historia, los economistas teorizaron e impusieron una serie de indicadores que permitieron acercarse a la respuesta de esa pregunta al expresar el nivel de desarrollo de los países y ubicarlos en un ranking como punto de partida para sus estudios y análisis. El indicador utilizado por excelencia para expresar el nivel de desarrollo de un país ha sido el PIB per cápita el cual expresa la cantidad, en términos monetarios, de bienes producidos con relación al tamaño de la población de cada país. No obstante, este indicador en contraste con otros como el GINI que evidencia la desigualdad de un país muestra que la información del indicador PIB per cápita puede ser muy sesgada y no refleja de manera óptima el nivel de desarrollo de un país. Por este motivo este texto busca criticar la utilización del PIB per cápita como indicador por excelencia que exprese el nivel de desarrollo de un país.
Tesis: El PIB no es un indicador suficiente para evidenciar de manera precisa el nivel de desarrollo de un país, en tanto que al ignorar dentro de su contabilidad múltiples variables sociales importantes y al evaluarlo de una manera transversal con el GINI, indicador de desigualdad, encontramos que su información es sesgada e incompleta. Es por esto entonces que el texto busca criticar la utilización de este indicador para medir el desarrollo, entendido como mejor bienestar de las personas en un país, al no ofrecer información suficiente y certera y debe mantenerse solamente como un indicador de simple crecimiento.
El PIB como indicador económico mide la capacidad de producción que tuvo un país durante un determinado periodo de tiempo. Lo anterior entonces enfrenta al indicador a un problema de homogeneidad de unidades de medida tales como cantidad, metros, megabytes, litros, etc. Para esto entonces se expresa el PIB en términos monetarios lo que resulta de la multiplicación entre la cantidad de bienes producidos por su precio de mercado.
Siendo esto necesario para lo homogeneidad de unidades, se hace entonces necesaria también una diferenciación del PIB: real y Nominal. El primero, hace referencia a la producción total de bienes finales multiplicados por el precio de un año base fijo; el segundo, resulta de la multiplicación directa entre los bienes finales y su precio actual de mercado. Su diferencia es que el primero ignora el alza en los precios y el segundo no. Basándonos en lo anterior, entonces, es importante notar que el indicador PIB per cápita va a ofrecernos, en muchos de los casos, una información sesgada pues es posible que el incremento en el PIB, lo que, de mantenerse la población, significa un incremento en el PIB per cápita, no sea consecuencia de una mayor producción y un mayor bienestar en términos de consumo en la sociedad, sino una simple alza en los precios que, por el contrario, es sinónimo de menor capacidad adquisitiva y pobreza.
El País, periódico español, publicó en un artículo el 6 de agosto de 2013 “La tasa de inflación de Venezuela se situó en un 3,2% en julio, menor a la del 4,7% registrada en junio, y la tasa anualizada alcanzó el 42,6 %, informó hoy el Banco Central”[1] Basándose en esta noticia, por ejemplo, se puede suponer que si en el 2012 los precios medios en Venezuela eran de 100 bolívares, para el siguiente año serán de 142,6 bolívares. Y suponiendo que en ambos años la producción fue de 100 unidades, tenemos como resultado un PIB de 10000 bolívares para el primer año y de 14260 bolívares para el segundo. Esto reflejaría, supuestamente, un progreso en la economía en términos de PIB nominal pero realmente la producción real del país no aumento en nada.
No obstante, así se asumiera que el PIB siempre se mide y expresa desde el aumento en la producción real tampoco podría ofrecernos una información certera acerca del desarrollo y bienestar de un país ya que no contempla múltiples variables que hablan de la calidad de vida de los habitantes. “En términos más simples, el PIB mide cuánto se produce, no cómo se produce ni qué efectos tiene, ni tampoco quién lo produce”[2]. Dentro de las cosas que el PIB ignora se encuentra el trabajo no remunerado o la economía del cuidado[3], el trabajo informal, la producción de males, el trabajo voluntario, el impacto ambiental de los procesos productivos entre otros aspectos sociales que son necesarios para observar el nivel de bienestar de un país.
Para hacer un análisis y ejemplificar lo anterior se utilizará esta última mencionada, es decir, el impacto ambiental. Ya el norteamericano y premio nobel de economía Joseph Stiglitz advertía: “el PIB mide flujos productivos e ignora el impacto de las actividades productivas sobre los stocks (incluidos los recursos naturales)”[4].
Supongamos que las políticas públicas de un gobierno para influir en el crecimiento del PIB se enfocan en la extracción acelerada de recursos naturales. En este caso, aunque el aumento de la extracción de materias primas derive en un aumento en la producción del sector real nacional, otorgando, desde la visión de Gregory Mankiw[5], más ingresos para cada habitante y por consiguiente mejor bienestar, los comoddities[6] son bienes finitos. Esto significa, entonces, que la información que nos otorga el PIB ignora la posibilidad de llegar a un punto en donde la explotación del recurso natural sea tal que se olvide el criterio necesario de sostenibilidad y, más allá de que en el corto plazo otorgue información de crecimiento, no nos permite garantizar que, en el mediano o largo plazo, la escasez del bien primario sometido a explotación influya negativamente, y de una manera importante, en el bienestar de los habitantes de ese país.
Esto, formalmente, es bien explicado por J. Sachs y Warner en su paper titulado “la maldición de los recursos naturales” en donde muestran que el crecimiento económico de los países con mayor extracción de recursos naturales tiende a ser más lenta por, entre varias otras razones, las externalidades[7] negativas que genera, dentro de las cuales, el impacto ambiental es la más significativa e importante de todas. “Si a esta actividad económica no se le otorga valor agregado y no se pautan políticas regulatorias de extracción el país explotador estará maldecido a sufrir una crisis de escasez inminente durante el mediano o el largo plazo causando impactos severos en la calidad de vida de los habitantes” (Sachs y Warner). En palabras de Stiglitz: “La sostenibilidad del bienestar actual se hace depender de que los stocks (de capital físico, humano, social y natural) que son importantes para nuestras vidas, se transmitan, o no, a las generaciones futuras”[8].
Sin Embargo existen opiniones contrarias que sostienen que el PIB es el mejor indicador de bienestar. Por ejemplo N. Gregory Mankiw sostiene:
“Como hemos visto, el PIB mide tanto la renta total de la economía como su gasto total en bienes y servicios. Por lo tanto, el PIB per cápita indica la renta y el gasto de la persona media de la economía. Como la mayoría de las personas preferirían recibir una renta mayor y disfrutar de un gasto mayor, el PIB per cápita parece un indicador lógico del bienestar económico del individuo medio. ¿Por qué nos interesa entonces el PIB? Porque un elevado PIB nos ayuda, en realidad, a vivir bien. El PIB no mide la salud de nuestros niños, pero los países que tienen un PIB mayor pueden permitirse una asistencia sanitara mejor para sus niños. El PIB no mide la calidad de su educación, pero los países que tienen un PIB mayor pueden permitirse un sistema educativo mejor. El PIB no mide la belleza de nuestra poesía, pero los países que tienen un PIB mayor pueden permitirse enseñar a un mayor número de ciudadanos a leer y a disfrutar de la poesía. El PIB no tiene en cuenta nuestra inteligencia, nuestra integridad, nuestro coraje, nuestra sabiduría o nuestra devoción al país, pero todos esos laudables atributos son más fáciles de fomentar cuando la población está menos ocupada en poder cubrir las necesidades vitales materiales. En suma, el PIB no mide directamente las cosas que hacen que la vida merezca la pena, pero sí mide nuestra capacidad para conseguir los elementos que hacen que merezca la pena”[9]
Este apartado de Mankiw encuentra y argumenta la relación entre el PIB y el bienestar de las personas de un país. Esta vinculación se explica de manera más concreta de la siguiente manera: El PIB, como ya se mencionó, está directamente relacionado con los bienes finales que produce un país, por lo tanto, el PIB está conexo con la producción. La producción, en consecuencia, hace obvia la existencia de industrias en el país. Estas industrias necesitan empleados para poder producir, por lo cual, una industria genera empleos. Cuando una empresa genera empleos asigna unos salarios a esos empleados, ese salario será la suma de dinero que las personas tendrán disponible para su gasto y un buen gasto le permite a las personas estar mejor, es decir, un mayor bienestar. Por lo tanto, un PIB más alto significa más producción, lo que representa más industrias contratando más empleados o pagándoles mejor, lo que deriva en un mayor salario a las personas que se traduce en un mayor gasto disponible, es decir, en un mayor bienestar o índice de desarrollo.
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