El efecto lucifer
guajadaviEnsayo20 de Julio de 2021
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Introducción
El Efecto Lucifer hacer referencia a un proceso de transformación, lo que indica que, cada uno de nosotros podemos cometer actos malvados sin aparentemente tener algún trastorno psíquico o experiencia traumática en la infancia, esto se debe a que nosotros nos dejamos llevar de cierta manera por la influencia o el poder que está más arriba en una jerarquía y por esta razón es que podemos cometer ciertos actos malvados.
Dentro del siguiente documento se abordará la participación del psicólogo social Philip Zimbardo y el contenido de su libro “El efecto Lucifer”, en donde se expondrá el proyecto realizado durante su estancia en Standford, California, donde sería testigo e incluso víctima de su propio experimento.
En los siguientes párrafos se describen los factores que pueden determinar las conductas malvadas según las observaciones de Philip, haciendo hincapié en la psicología situacional y las respuestas de lo individuos bajo situaciones específicas, si bien, el libro narra diferentes casos, tanto en Rwuanda como en la Alemania Nazi, es de importancia mencionar que el caso que se menciona es el del conocido “Experimento de la cárcel de Stanford” y su relación con los eventos ocurridos en el años de 2004 y la cárcel de Abu Ghraib.
Philip George Zimbardo, es un conocido psicólogo social que ha investigado el comportamiento humano en numerosos experimentos, de los cuales, el más reconocido a nivel mundial, es “el experimento de la cárcel de Stanford”. En este sentido es importante resaltar los objetivos de dicho experimento en relación del contenido en el libro “El efecto Lucifer”.
La noche del 28 de abril del año 2004, la población estadounidense fue testigo de un evento, para el cual ninguno seguramente estaba preparado, se dio a conocer evidencia gráfica de actos reprochables en la prisión Abu Ghraib, Irak, donde un grupo de soldados norteamericanos, hombres y mujeres, sodomizan, torturan, y violentan a los presos iraquíes de las formas más humillantes. Philip Zimbardo fue una de las personas que vio aquellas escenas, sin embargo, asegura que esos actos, para él, no eran nada nuevos, tampoco inexplicables y mucho menos extraños. La sociedad americana, por su parte, se veía vulnerada pues, de pronto, los soldados a quienes habían considerado como buenos y salvadores, se transformaban en los malos y torturadores. Después de la publicación de las pruebas, los siete guardias estadounidenses implicados, fueron interrogados y posteriormente fueron llevados a juicio. No obstante, Zimbardo consideró que era necesario acudir al proceso como testigo experto, para dar una explicación a todo aquello, una de las razones, cuenta, por las que se sentía en la obligación de colaborar en el juicio, era porque él mismo había vivido una situación similar a la de la cárcel Abu Ghraib.
En el año de 1971, junto a un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, se llevó a cabo un proyecto que consistía en reclutar a 24 estudiantes universitarios que no hubiesen tenido antecedentes de ningún tipo de trastorno o problema mental, los cuales se dividieron en dos grupos. El primer grupo, adoptaría el rol de un guardia de seguridad de una prisión, mientras que el segundo grupo adoptarían el rol de prisioneros.
Durante el desarrollo de dicho experimento el comportamiento de los involucrados, tanto de supuestos reos como guardias de seguridad escaló demasiado rápido. Los universitarios a quienes se les había asignado el rol de guardias de seguridad, comenzaron a realizar actos fuera de lo normal y que bien pudiesen señalarse como actos crueles y sádicos contra sus compañeros de experimento, golpeándolos y humillándolos; del mismo modo, los estudiantes en el rol de prisioneros, se vieron afectados a tal grado de presentar crisis nerviosas, motivo por el cual Philip Zimbardo decidió terminar el proyecto anticipadamente. El resultado obtenido durante la implementación de esta actividad llevó al autor a escribir acerca de la psicología situacional en la que los seres humanos nos vemos expuestos día con día, centrado claro, en la pregunta ¿Por qué el ser humano se corrompe? Cuestionando la predisposición genética y enfocándose en las circunstancias que el ser humano vive y qué lo hace responder de la manera en la que lo hace en ese mismo momento.
¿Es el ser humano bueno o malo por naturaleza?
Una de las preguntas que se han hecho muchos filósofos durante siglos, como Sócrates acerca de la humanidad es, ¿Qué hace que el ser humano se corrompa?, el autor del libro, Philip Zimbardo, cuestiona lo siguiente ¿Qué es lo que impulsa la conducta humana? ¿Qué es lo que determina el pensamiento y la acción? ¿Qué hace que algunos de nosotros llevemos una vida recta y honrada y que otros parezcan caer con facilidad en la inmoralidad y el delito? Para luego el autor debatir si es que en realidad existe algún factor interno meramente genético que predisponga el actuar de buena o mala manera. Zimbardo, cuenta que las cualidades se adquieren mediante la experiencia o la práctica intensiva o por medio de la intervención externa, como el hecho de hallarse ante una oportunidad especial, en otras palabras, podemos aprender a ser buenos o a ser malos independientemente de nuestra herencia genética o nuestra personalidad.
Se encuentra entonces el primer debate, afirma que la psicología clínica es realmente optimista, que al conocer el qué, el por qué y si se sabe a ciencia cierta los mecanismos y procesos mentales en las diferentes situaciones, se podrían entonces desarrollar intervenciones para prevenir o minimizar el mal. El autor nos habla acerca de la línea entre el bien y el mal, y de la posibilidad de que tal línea resultara permeable y que es en efecto, posible cruzar de un lado a otro y viceversa, es decir, que aquellas personas buenas, se vieran influenciadas a cometer actos que las volverían malas y así, las malas poder, de alguna manera, ser “rehabilitadas”.
En este sentido, dentro de “El Efecto Lucifer”, Zimbardo nos expone la obra de M. C. Escher, una ilusión óptica en la que es posible observar dos imágenes repetidas y dependiendo el color al que le demos más atención veremos imágenes distintas, es decir, si nos enfocamos en el color blanco es posible observar la silueta de un ángel, de forma contraría, al fijar nuestra atención al color negro, nos daremos cuenta que no se trata solo de un fondo, si no la imagen de lo que podemos denominar demonio. Por consiguiente, se manifiestan tres verdades, la primera, que el mundo está lleno de bondad y de maldad, que lo ha estado, lo está y lo estará siempre, la segunda, la línea entre lo bueno y lo malo, es en efecto, permeable, y no solo eso, sino también influenciable, lo que da pie a la tercera verdad, que ángeles pueden convertirse en demonios y que por muy inimaginable que parezca los demonios pueden convertirse en ángeles.
La analogía de Philip respecto a la conducta del ser humano y la metamorfosis de Lucifer a Satanás en sumamente interesante. Recordamos lo siguiente: Lucifer se dice, era el ángel favorito de Dios y su nombre representaba la luz, en las escrituras, también se le refería como lucero. No sabemos lo que hizo para ser el ángel favorito, pero sí sabemos qué fue lo que hizo para perder su puesto y su nombre, desobedecer a Dios junto a otros ángeles, a lo que Dios llamaría al arcángel Miguel para intimidar a Lucifer, y en ese instante, pasó de ser el ángel favorito de Dios a vivir y reinar en el infierno como Satanás, convirtiéndose en la fuerza o símbolo del mal. Este es entonces el contexto del libro, es decir, del por qué los hombres comunes y buenos se involucran en actos malvados.
La maldad, se define como, una cuestión de poder, se usa el poder para lastimar intencionalmente a las personas por prejuicio, para torturar, incluso, para matar. Cuando los gobiernos o sistemas aplican esta maldad es, simplemente, para cometer crímenes de lesa humanidad, es en esto, donde según el autor, se encuentra la verdadera maldad del universo. En otra forma de ver la maldad, ésta resulta ser algo de lo que todos somos capaces en función de las circunstancias. En cualquier momento una persona puede poseer, digamos, un atributo ya sea en mayor o menor medida, como la inteligencia, el orgullo, la honradez e incluso, la maldad.
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