Conclusión dibujo

Conclusión

El dibujo en el niño se configura como un modo de representar la realidad. Refleja a través de sus configuraciones el modo en como “ve” de alguna forma el mundo, el ambiente que le rodea. Naturalmente, en sus comienzos no intenta reproducir lo que se le presenta en su realidad, solo plasmara la actividad motora (dado que se encuentra en las primeras etapas del desarrollo) en movimientos de la mano que tomas forma de líneas onduladas o rectas en zigzag. Pero a medida que va creciendo tendrá un mayor control sobre sí mismo y esto se verá reflejado en su capacidad para dibujar, en donde los garabatos adquirirán un significado, el niño intentara imitar por primera vez objetos y personas que reflejan las capacidades cognoscitivas de representación que el niño comienza a tener, es decir, por ejemplo, que empieza a tener una idea de árbol en la mente (lo que sería la función semiótica o simbólica, según Piaget) e intenta evocarla en sus dibujos.

 A medida que sus capacidades cognoscitivas mejoren también lo hará en su representación del mundo intentando ya, dejando de garabatear, dibujar a una persona en sí, lo que no necesariamente tiene que representar tal cual es sino más bien como el niño representa dicha realidad en su mente, y ello explica que las figuras humanas adquieran la forma de renacuajo o cabezudo, lo que también muestra en el pequeño una mayor destreza en sus habilidades kinésicas.

La siguiente etapa el niño dibuja con mayor detalle porque intenta representar la realidad tal cual la ve y dado que sus representaciones internas mejoran respecto de la etapa anterior a causa del progresivo avance en sus capacidades mentales y en la habilidad motora, ya que la motricidad fina se va haciendo más evidente. Para representar la realidad tal cual, puede valerse de recursos en donde detalle cuestiones que en la realidad no se encuentren en sí distinguidas (tal es el caso del cabello), también puede dibujar, por ejemplo, una casa desde fuera en la que se puedan ver las habitaciones con sus diversos componentes (lo que se denomina transparencia). Entonces el infante pondrá gran atención en los detalles.

Puesto que su comprensión de la realidad va mejorando (se halla en la etapa operacional según Piaget) ahora es capaz de representar fielmente lo que ve, valiéndose de recursos como la perspectiva y ya no intentará dibujar aquello que ya no está a la vista, empleará un enfoque único (diferenciándose de la etapa antecedente en la que podía dibujar un cuerpo visto de frente mientras que sus pies se representaban de costado) y manteniendo la dimensión de los objetos, todas estas cuestiones reflejan su progresivo desarrollo intelectual y una mayor conciencia visual. Cada parte del cuerpo tiene su significado y lo mantiene aun cuando se la separe del conjunto. Asimismo se produce una mayor preocupación por los detalles.

Conforme a Lowenfeld encontramos por último la etapa pseudonaturalista que concuerda con el periodo de las operaciones proposicionales de Piaget. Según el autor esta etapa marca el fin del arte como actividad espontánea y señala el comienzo de un periodo de razonamiento en el que se hace cada vez más crítico de sus propias producciones, ahora éstas tienen valor por el aspecto visual que presenta y no por el esfuerzo realizado en él. En vista de que se encuentra en la preadolecencia y los cambios biológicos y psicológicos que ello implica hay una conciencia más creciente, y a menudo exagerada, de las características sexuales, sobre todo en la figura humana, especialmente en las mujeres ya que los cambios sexuales ya no pueden experimentarse de forma pasiva. Son capaces, además, de realizar representaciones tridimensionales y representar la profundidad.

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