El Blah Del Meh

Shhh... Sólo lee.

Ya sabes, puras fallas...

De un tiempo para acá no sé ni cómo, ni cuando, ni dónde... empezamos a conocernos más, y aparte de tus manos mágicas, algo en lo que siempre confié fue en tu buen juicio. Tu juicio siempre frío y firme, claro y sin complicaciones. Difícil pero sencillo de seguir...

Desde que te conozco, incluso antes de que nos empezáramos a llevar, no sé por qué pero siempre, siempre te me hiciste una persona bien interesante. Por tu seriedad, por tu tranquilidad, por tu sencillez… Son cosas que admiro muchísimo en una persona, y más en ti.

Igual, no te conozco mucho, no sé mucho de ti… casi no sé nada sobre ti en realidad, pero siempre, siempre me has inspirado infinita confianza y no puedo decirte porqué.

Aunque tristemente, como te decía ése día que veníamos de la escuela en la combi de camino a la terminal, me da tanto coraje… tanto coraje que lo que me dices sea todo cierto y que de ti es de quien siempre acepto las cosas como son. La única persona que siempre me dice las cosas así, como son, sin rodeos, sin disfrazar la realidad, sin decirme sólo lo que quiero escuchar, la única que siempre tiene razón. Simple y llanamente siempre tienes razón.

Es tan crudo, tan frío y tan cierto que duele, y me da mucho coraje… como no te imaginas, pero no porque me lo digas, sino porque yo sé que es cierto… y toda mi vida me la paso viviendo en la fantasía, creyendo cosas que no, aferrándome a cosas imposibles, y entonces llegas tú y de repente todo se acaba. Fríamente todo se acaba.

Y no sé cómo, ni cuando… pero te volviste una parte muy importante de mi vida. Eres como un refugio… donde puedo llegar cuando caigo, donde sé que es seguro que, por muy dura que sea la caída, siempre me voy a levantar, porque estás ahí. Cuando todo se siente falso e ilusorio el simple recuerdo de ti es suficiente para volver a la realidad; una realidad que, viéndola desde este punto de vista, no está tan mal después de todo, porque estás ahí. Porque tú estás aquí.

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