La Autoridad

INTRODUCCIÓN

En este apartado abordaremos el concepto de autoridad como una cualidad del educador, haciendo reflexión sobre el modo de intervención de la misma. La autoridad es un concepto amplio el cual es necesario analizar a detalle si lo queremos aterrizar en el área de educación.

Podemos entender conceptos como el autoritarismo o la imposición pero ¿cómo se relacionan estos en la intervención educativa? Como educadores debemos incurrir en estas reflexiones para poder ampliar nuestros horizontes de conocimiento.

UN MODO DE INTERVENIR: LA AUTORIDAD

La autoridad como cualidad personal del educador

Se busca siempre encontrar un modelo de actuación que favorezca el ejercicio y conquista de la elección madura por parte del educando, sin intentar condicionarle mecánicamente como si no tuviese libertad, ni abandonarle al no-intervencionismo como si pudiese contar con la eficacia de la bondad natural

Como educadores, nuestra simpatía decanta de la autoridad más que por la potestad, ya que una verdadera autoridad es la que fundamenta decisivamente la intervención del educador como relación de ayuda al educando, de una ayuda que es potenciadora y no merma en absoluto, sino fomenta libertad creadora del educando.

La verdadera autoridad, se propone a ser guía, a aconsejar, y se opone totalmente al concepto de mandar por mandar.

La autoridad por antonomasia equivale al prestigio que es propio de la sabiduría, de la prudencia: se fundamenta en ese prestigio. El prestigio es el ascendiente, la influencia. Es ese factor que genera crédito y fe respecto de la persona que lo posee.

La autoridad para ser educativa ha de mantenerse sobre la superioridad, el prestigio y la confianza por encima de la utilización del poder y en último término autoridad racional cuando se aconseja el uso del poder.

• La autoridad se gana y se conquista (con esfuerzo y con trabajo), convirtiéndose en cualidad personal

• La autoridad exige entrega vocacional en el educador.

• La autoridad hace posible la libre adhesión que toma formas propias de la implicación activa y voluntaria en la tarea de educarse.

Falseamiento de la autoridad

El único mal uso de la autoridad se origina cuando su fundamento (el prestigio socialmente reconocido) se falsea. Quien adopta esta desviación es el llamado impostor.

Una forma de impostura es la falsa superioridad. Al prestigio le acompaña una superioridad que es autentica. Entendiendo a la superioridad como la que hace que la autoridad se perciba como ejemplar, creando así un sentimiento de imitación de adhesión, con respecto a ese mejor ser que la superioridad encarna.

Cuando un educador, en lugar de ser ejemplar, ofrece una imagen y conducta reprochable se entiende como un docente engañoso, al cual siempre le falta el ingrediente de la sinceridad y de la autenticidad. Se encuentran hoy en día jóvenes profesores tratan de hacerse camaradas de los alumnos y buscan su prestigio a través de falsedad, aparentando una; y después se percata de que no tiene autoridad, o de que la ha perdido

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