ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Lógica De La Sorpresa

Carlos.emilio22 de Agosto de 2013

3.778 Palabras (16 Páginas)272 Visitas

Página 1 de 16

La abducción o lógica de la sorpresa

1. Introducción[1]

Hace unas pocas semanas leía con vivo interés la necrológica de Jon Barwise en la última Newsletter de la American Philosophical Association. En unas líneas emotivas, Jon Dorbolo recordaba cómo Barwise insistía en que la lógica no es jugar con símbolos, sino que es la ciencia del razonamiento válido[2]. Quienes han enseñado lógica en cualquiera de sus niveles con seguridad han advertido lo difícil que es para un profesor de lógica —en contra de lo que en principio cabría esperar— articular unitariamente en su disciplina el pensamiento y la vida, y lograr así que sus alumnos descubran que lo que se enseña en el aula guarda alguna relación con su manera ordinaria de pensar.

Las causas de este fenómeno son muy complejas y no son reductibles sólo al temor al psicologismo y a la matematización de la lógica moderna a partir de Frege. Como es bien conocido, ya los humanistas acusaban a los lógicos tardomedievales de haber perdido en sus discusiones escolásticas el contacto con la realidad vital, con los problemas reales: "Hay que transformar la lógica —venía a decir Juan Luis Vives— en un instrumento práctico y útil, porque las disciplinas que tratan del lenguaje están necesariamente unidas a la experiencia vital y concreta"[3]. Efectivamente, buena parte del interés por la filosofía del lenguaje en la segunda mitad del siglo XX tiene que ver directamente con esta preocupación por contextualizar la lógica, pero —todos lo advertimos— no es suficiente con prestar más atención al lenguaje para llenar de vida a la lógica. Es preciso también ensanchar el horizonte de la investigación para atender a los procesos efectivos mediante los que los seres humanos —profesionales de la lógica o ciudadanos de a pie— llegamos a nuevas ideas, a nuevos conocimientos.

En este sentido, centraré mi atención en el lógico americano, científico y filósofo a la vez, Charles S. Peirce (1839-1914) que, aunque hizo relevantes contribuciones a la lógica deductiva, se interesó sobre todo por la lógica de la ciencia y más especialmente por el proceso inferencial que llamó "abducción" (en cuanto opuesto a deducción y a inducción). La abducción es el proceso mediante el que generamos hipótesis para dar cuenta de aquellos hechos que nos sorprenden. Peirce consideró que la abducción estaba en el corazón no sólo de la actividad científica, sino también de todas las actividades humanas ordinarias ̈. Sin embargo, a pesar del trabajo y los escritos de Peirce en este campo de la metodología de la investigación, en los cien años siguientes, que han visto un formidable desarrollo tanto de la producción científica como de la lógica, no se ha prestado —a mi juicio— suficiente atención a la lógica del descubrimiento.

Mi exposición estará dividida en cinco partes: 1o) una breve presentación de Peirce destacando su condición de científico; 2o) una exposición de la clasificación de las inferencias en el joven Peirce: deducción, inducción e hipótesis; 3o) una presentación de la noción de abducción en el Peirce maduro; 4o) una exposición de la lógica de la sorpresa; y finalmente a modo de conclusión, 5o) una presentación de esta peculiar facultad de adivinar que puede ser denominada el instinto racional como elemento central de la creatividad humana.

2. Peirce, científico y filósofo

Durante décadas la figura y el pensamiento de Charles S. Peirce han estado prácticamente relegados al olvido, pero desde finales de los 70 hay un estallido de interés en torno al científico y filósofo norteamericano. "La mayoría de la gente jamás ha oído hablar de él, pero lo oirán"[4], dejó escrito el novelista norteamericano Walker Percy, y parece que aquella profecía está comenzando a cumplirse. Efectivamente, en estos últimos años la figura de Charles S. Peirce está adquiriendo una relevancia creciente en muy distintas áreas del saber y su influencia sigue todavía aumentando[5],: en astronomía, metrología, geodesia, matemáticas, lógica, filosofía, teoría e historia de la ciencia, semiótica, lingüística, econometría y psicología. En todos estos campos Peirce es considerado un pionero, un precursor o incluso como un "padre" o "fundador" (de la semiótica, del pragmatismo). Es muy común encontrar evaluaciones generales como la de Russell: "sin duda alguna (...) fue una de las mentes más originales de fines del siglo XIX y ciertamente el mayor pensador norteamericano de todos los tiempos"[6], la de Popper que lo describió como "uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos"[7] o la de Putnam que le ha llamado "un gigante encumbrado sobre los filósofos americanos"[8].

Algunos factores que aumentan el interés por el pensamiento de Peirce son su participación personal en la comunidad científica de su tiempo, su valiosa contribución al desarrollo de la lógica de las relaciones, y su sólido conocimiento de la filosofía de Kant y de la tradición escolástica, en particular de Duns Escoto[9]. La interpretación del pensamiento de Peirce ha sido objeto durante años de un amplio desacuerdo, debido en parte a la presentación fragmentaria de su obra en los Collected Papers[10], pero en años más recientes ha ido ganando aceptación una comprensión más profunda del carácter arquitectónico de su pensamiento y de su evolución desde los primeros escritos de 1865 hasta su muerte en 1914. En la última década todos los estudiosos peirceanos han reconocido claramente la coherencia básica y la innegable sistematización del pensamiento de Peirce[11].

Christopher Hookway ha caracterizado a Peirce como un filósofo tradicional y sistemático, pero que, al mismo tiempo, aborda los problemas modernos de la ciencia, la verdad y el conocimiento desde una valiosa experiencia personal como lógico e investigador experimental en el seno de la comunidad científica internacional. Más aún, Hookway ha sostenido que la mejor aproximación para la comprensión de Peirce es considerarlo como un filósofo analítico avant la lettre, que con su teoría general de los signos anticipa el "giro lingüístico" de la filosofía[12]. Me parece ésta una interpretación válida, pero me parece todavía más certero considerar a Peirce sobre todo como un filósofo que, después de mucho tiempo de trabajo tedioso de observación e investigación científicas y de un concienzudo estudio de la historia de la ciencia y de la filosofía, se propone desentrañar cuál es realmente la lógica de la ciencia, la lógica de la práctica científica efectiva.

3. Deducción, inducción e hipótesis[13]

Desde sus primeros trabajos en lógica Peirce se ocupó de la clasificación de los argumentos (1867), de los diversos modos de inferencia, esto es, de los diversos modos en que una conclusión verdadera puede seguirse de unas premisas, sea de modo necesario o sea sólo con alguna probabilidad. En 1878, dentro de la serie "Illustrations of the Logic of Science", publica en el Popular Science Monthly el artículo "Deducción, inducción, hipótesis"[14], que contiene una exposición ya clásica entre los estudiosos de Peirce de los tres modos de inferencia a la que ahora voy a prestar atención.

Según Peirce, toda deducción no es más que la aplicación de una regla a un caso para establecer un resultado:

"La llamada premisa mayor formula una regla; como, por ejemplo, todos los hombres son mortales. La otra premisa, la menor, enuncia un caso sometido a la regla; como Enoch era hombre. La conclusión aplica la regla al caso y enuncia el resultado: Enoch es mortal. Toda deducción tiene este carácter; es meramente la aplicación de reglas generales a casos particulares" (CP 2.620, 1878)

Como es obvio, no todas las formas de razonamiento son reducibles a una deducción ni, por lo tanto, pueden expresarse con un silogismo de este tipo. Más aún, el razonamiento inductivo nunca puede ser reducido a esta forma, pues "es algo más que la mera aplicación de una regla general a un caso particular" (CP 2.620, 1878). Para mostrar el contraste entre los diversos tipos de razonamiento, Peirce emplea el famoso ejemplo de las judías (beans) que no siempre ha sido bien explicado ni bien entendido (CP 2.621-623, 1878):

Imaginemos que entramos en una habitación en la que hay varias bolsas con judías. Nos acercamos a una bolsa sabiendo que contiene solamente judías blancas, extraemos un puñado y, antes de mirarlo, podemos afirmar con toda seguridad que todas las judías del puñado serán blancas. Esto ha sido una deducción necesaria, la aplicación de una regla a un caso para establecer un resultado. Si la regla es verdadera, podemos inferir que el puñado de judías son blancas sin necesidad de mirarlo. Esquemáticamente:

Regla: Todas las judías de esa bolsa son blancas. Caso: Estas judías estaban en esa bolsa. Resultado: Estas judías son blancas.

Imaginemos ahora que, sin saber cómo son las judías que hay en la bolsa, extraemos un puñado, miramos y vemos que todas son rojas. Espontáneamente inferimos que todos las demás judías de la bolsa serán rojas. En este caso, la inferencia no tiene un carácter necesario, pero de ordinario actuamos así. Esquemáticamente:

Caso: Estas judías son de Resultado: Estas judías

Regla: Todos las judías de esa bolsa son rojas.

son

esa bolsa. rojas.

Este razonamiento es una inducción, es decir, es la inferencia de una regla general a partir de un caso y un resultado y es una inversión del razonamiento deductivo. El razonamiento deductivo es analítico o explicativo,

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (24 Kb)
Leer 15 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com