MANDOKI

El quinto mito trata el tema de la universalidad de lo bello, que parte de la premisa kantiana de que lo bello es lo que place universalmente aún sin concepto; esta definición es una exigencia y expectativa de lo bello en el occidente europeo. El atrevimiento de la autora es tal que dice que si se emiten juicios de belleza a diferentes culturas y sociedades, el primer mito que sale fuertemente lacerado es este de la universalidad; no así, se afirma de la universalidad de lo estético para todos los seres humanos.

El sexto mito versa sobre la oposición de lo estético y lo intelectual, en el que lo sensible, un juicio de gusto, tiene una brecha con el conocimiento, sin ser lógico, sino estético. La solución a esto es que “la diferencia entre lo intelectual y lo estético no puede plantearse como una cuestión de esencia, metafísica o epistemológica. […] Se trata de diversas aptitudes que entran en juego en las actividades humanas. En todos los casos lo sensorial y lo mental están implícitamente ligados pues el primero siempre activa al segundo: el cuerpo es uno con la mente y sin los sentidos no hay actividad mental ni razonamiento posible.” [5]

El séptimo mito se trata de la sinonimia arte-estética, o sea que se les identifique como sinónimo; una manera de diferenciarlos es decir que el arte no es exclusiva y necesariamente estético; así también la estética no tiene que ser exclusivamente artística. El arte además de poseer aspectos estéticos contiene cuestiones como política, economía semiología y demás.

El octavo mito se conforma de la potencialidad estética de las obras de arte, supone que la obra suscita una experiencia estética. Aquí la defensa proviene desde Aristóteles, que defiende que la potencia le atañe únicamente al sujeto y no al objeto; o sea que es el espectador el que interpreta y despliega un juicio a través de la obra; así se acaba con la potencia de la obra.

Por último se aborda el mito de la experiencia estética, en el que las cualidades del objeto definen la experiencia del sujeto. Aquí el argumento final es que “toda experiencia es estética pues experienciar equivale a la estésis. Pero no toda experiencia es artística ya que ésta ocurre sólo en relación con obras de arte. Conviene distinguir entre ‘experiencia artística’ que es el sentido generalizado que se le da a la teoría estética y ‘experiencia estética’ que es una redundancia”. [6]

[1] Katya Mandoki, Estética cotidiana y juegos de la cultura, ed. Siglo XXI, México, 2006, p. 11.

[2] Ibíd., p. 19.

[3] Ibíd., p. 20.

[4] Ibíd., p. 27.

[5] Ibíd., p. 42.

[6] Ibíd.,

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