Tabaquismo En Adolescentes
vleedskiie5 de Noviembre de 2014
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Tabaquismo
El estudio aporta motivos potencialmente útiles para mejorar la intervención antitabaco en los adolescentes. La influencia de los amigos, las actitudes parentales, la accesibilidad al tabaco y los síntomas de dependencia parecen ser los factores más relevantes.
No hay motivos personales conscientes para el inicio del consumo de tabaco y se acepta como una experiencia más y casi inevitable en el crecimiento adolescente. El olor y el sabor del tabaco son desagradables al inicio del tabaquismo y no es un factor favorecedor del consumo, aunque la repetición del consumo permite acostumbrarse a ellos. Es una actividad relajante que permite evadirse del aburrimiento y se asocia a momentos muy concretos del día. El tabaco permite aumentar la confianza en los adolescentes de menor edad, y los alumnos repetidores y de mayor edad se sienten más seguros hablando en cada grupo al tener más experiencia de consumo y minusvaloran el consumo de los adolescentes más jóvenes. Para los adolescentes varones, fumar supone un rol de autoridad personal en relación al de iguales, un paso hacia la madurez y la aceptación de la uniformidad del grupo de amigos, mientras que en las chicas predomina la curiosidad, la sensación de control del peso y la influencia de los amigos varones. Los chicos entienden que la mujer asume más riesgos al fumar.
El inicio del consumo de tabaco se ve influido por las actitudes familiares, aunque reconocen que es menos importante que la influencia que puedan ejercer los amigos. Los padres juegan un papel destacado como modelos a seguir en etapas previas a la experimentación con drogas, mientras que los amigos ejercen una presión superior en el momento de iniciarse a su consumo. El origen de esta fuerte influencia radica en el hecho de que los estudiantes pasan más tiempo con sus compañeros en los centros educativos que con sus padres en casa. En los centros educativos, los adolescentes tienen la oportunidad de interactuar con gente de su propia edad y decidir cómo quieren relacionarse. En un estado avanzado de adicción, en niveles más altos de consumo de drogas están por lo general asociados a relaciones débiles con los padres y fuertes con los amigos, los cuales son también consumidores. El consumo de tabaco se erige en uno de los primeros secretos que el adolescente mantiene frente a sus padres, creando una división entre dependencia familiar y autonomía personal. Ocultar el consumo en la familia evita problemas, sobre todo en las mujeres y a veces es gratificante hacer lo contrario de lo que dicen los padres, ante esto los padres esperan una educación basada en su propio comportamiento y reclaman un ejemplo de no consumo. Los problemas familiares pueden favorecer el inicio del consumo tabáquico entre los adolescentes.
Los amigos son un elemento clave para el inicio y el mantenimiento del consumo de tabaco: la adaptación a un grupo de iguales es mejor si se tienen los mismos hábitos de consumo, ya que mejora la integración social en ese microsistema y se evita el rechazo. El consumo diario de tabaco hace que se convierta en un elemento integrador más potente que el alcohol.
El consumo de tabaco se acepta como una actividad social normalizada. Su inicio se sitúa al principio de los estudios de educación secundaria. Es una experiencia por la que hay que pasar, integrada en el desarrollo social del adolescente. Se imitan comportamientos sociales que se equiparan con otros hábitos consumistas. También la violación de reglas sociales (no fumar en el instituto o ser algo prohibido por los adultos) actúa como elemento motivador. Por otro lado, la compra de tabaco es fácil para un menor de edad, pese a ser ilegal, incluso más fácil que el alcohol. Las leyes que prohíben el consumo en los lugares públicos dividen a los adolescentes a favor (aquellos que no fuman) y en contra (los fumadores, por considerarlas una disminución de su libertad
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