ÉTICA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

ÉTICA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO

Hoy no se puede discutir que el crecimiento económico es absolutamente necesario para satisfacer las necesidades de un mayor número de personas, pero este crecimiento no llega a distribuirse equitativamente en forma automática. Esta falta de equidad en la distribución de los bienes constituye un problema ético. Si se analiza el promedio de los indicadores de la vida económica, se observará que no especifican cómo se distribuye la riqueza, cómo se atiende la salud humana, cómo se respeta el medio ambiente, etc. La pobreza de muchos y la riqueza de unos pocos plantea una situación de injusticia social. Si un fenómeno económico se constituye en socialmente injusto, requiere de una solución que tenga en cuenta el planteo ético. Cuando se mide el crecimiento económico, por lo general no se analiza si este hecho conlleva a la elevación de la calidad de vida de la sociedad o simplemente se refiere a la obtención de mayor consumo de bienes materiales. Por tanto, el crecimiento económico no garantiza por sí mismo la obtención de una mejor calidad de vida, de una vida humana más digna.

Nos preguntamos entonces: ¿de qué forma en la actualidad podemos hermanar la eficacia económica con el respeto a la persona?

El modelo económico actual es un modelo de liberalización y apertura de los mercados, de competitividad y de globalización, que busca insistentemente lograr la eficiencia y la productividad. En esta racionalidad el hombre trata siempre de aumentar sus bienes materiales, sintiéndose insatisfecho de sus logros, por mayores que estos sean. Cualquiera cambio que se proponga debe considerar inexcusablemente, como fin último de la economía el desarrollo de la persona humana, superando las desigualdades individuales y sociales de los hombres, bajo la premisa de “ser más” antes que “tener más”. El tema de la ética económica – que distinguimos de la ética de los negocios – ya no tiene que aparecer a los economistas como una relación forzada, especulativa, accidental o populista. Porque es justamente la vertiente ética la que subraya la relevancia de la economía como ciencia y como actividad humana. El desafío de encauzar la economía en la ética implica una educación sostenida de orientación de valores que acompañe el crecimiento económico necesario para cubrir las necesidades objetivas de todas las personas. La relación entre lo moral y la rentabilidad debe tener en cuenta claramente la primacía de aquélla, es decir debe colocar la espiritualidad y el desarrollo humanos por encima de la productividad material, pero manteniendo decididamente la reivindicación de la rentabilidad.

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