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DIOS JUZGA


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  384 Palabras (2 Páginas)  •  280 Visitas

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Cuando actúa en la historia, Dios juzga. El juicio, ¿día esperado?

66. Para el creyente, Dios no interviene de una manera particular, en la historia, sin juzgar. Su intervención tiene siempre una doble vertiente: salva y juzga. La prioridad corresponde, con todo, al aspecto salvífico. El juicio de Dios es, fundamentalmente, para la salvación. Es el día esperado por el creyente. Cuando la Iglesia primitiva confesaba su fe en el Cristo juez ("vendrá a juzgar"), lo que resonaba en el fondo de este artículo de fe era el mensaje confortante de la gracia vencedora (Mt 25, 21ss; Le 10, 18; 2 Ts 2, 8; 1 Co 15, 24), pues el juicio será la victoria definitiva de Cristo y de los suyos sobre los poderes hostiles. El creyente, que vive según su fe, no tiene por qué temer este día del Señor como si fuera para él un día de ira. Así lo dice San Juan: "En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del Juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme, no ha llegado a la plenitud en el amor" (1 Jn 4, 17-18).

Dios sondea las entrañas y los corazones

67. En el Antiguo Testamento, la fe en el juicio de Dios es una convicción tan fundamental que nunca se pone en duda. Dios, el Señor, gobierna el mundo y, particularmente, a los hombres. Su palabra determina el derecho y fija las reglas de la justicia. Dios sondea las entrañas y los corazones (Jr 11, 20; 17, 10; 20, 12) conociendo así perfectamente a los justos y a los culpables. Como, por otra parte, posee el dominio de los acontecimientos, no puede dejar de guiarlos para que finalmente los justos escapen a la prueba y los malos sean castigados (Cfr. Gn 18, 23ss). No se entendería el drama de Job sin esta convicción fundamental. Los salmos están llenos de las súplicas que le dirigen justos perseguidos (Sal 9, 20; 25, 1; 34, 1-24, 42, 1, etc.). La experiencia histórica aporta a los creyentes ejemplos concretos de este juicio divino, al que están sometidos todos los hombres y todos los pueblos.

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