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EN DIOS TODO LO PUEDO


Enviado por   •  22 de Junio de 2014  •  2.569 Palabras (11 Páginas)  •  202 Visitas

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ENSAYO: EL HUMANISMO, LO ES TODO Y EN DIOS TODO LO PUEDO

Día a día escuchas hablar de libertad de pensamiento, amor a la naturaleza, espíritu de crítica, análisis e interpretación, estudio de los idiomas clásicos, pero te has preguntado si sabes ¿Qué es Humanismo? Y si ¿Eres humanista de verdad? si la haz escuchado, te felicito por tener conocimiento de lo que aquí se expresa, pero puede ser, que hasta quizás te parezca nueva la palabra “Humanismo”. Tan extraña te ha de parecer que cambiaste hasta de cara al leer.

Pero no te asustes que el Humanismo viene de "humanisti" que significa amante de la ciencia, del saber, y cultor de las letras por lo cual es un movimiento intelectual, que se dio en el siglo XV en la región de Italia, que busco la difusión de los conocimientos para hacer del hombre un individuo verdaderamente humano y natural. Sus representantes son: Francesco Petrarca, Juan Bocaccio y Erasmo de Rotterdam quien es considerado principal promotor del Humanismo por su libro "Elogio de la Locura", en el que critica la sociedad y la religión de su tiempo. Además de escribir comentarios sobre la Biblia.

Después de este movimiento intelectual nace “La Ilustración” un movimiento filosófico, literario y científico que se produje en Europa en el siglo XVIII y se caracterizó por considerar la razón como la única fuerza capaz de asegurar el progreso, lejos de la superstición, de los fanatismos y de la intolerancia. Con lo cual se diferencian y completan los adelantos del Humanismo. Estas ideas fueron expuestas por enciclopedistas franceses, como D´Alembert y Diderot. A estos filósofos se les llamó "ilustrados" es decir, que ilustran las mentes con la luz de la ciencia, sintiendo un gran amor a las ciencias naturales, a la física y a la química, teniendo más preferencia por las cosas útiles que a las bellas o artísticas, a diferencia del Humanismo. En realidad la ilustración avanzó en los hallazgos y progresos que ya había tenido el Humanismo.

Como lo dice Carlos Marx “Si el hombre trabaja solo para sí, puede quizás ser un científico famoso, un gran sabio, un excelente poeta, pero jamás podrá ser un hombre perfecto y verdaderamente grande” es por ello que su “Humanismo Marxista” parte de la comprensión del hombre concreto, considerándolo un ser transformador y portador de un sistema de relaciones sociales y bienes materiales, sustituyendo al hombre abstracto por el real al plantear que la esencia humana es el conjunto de sus relaciones sociales y por tanto la historia de los hombres es la historia de su propia actividad en la interacción con el mundo natural - social.

Al hablar del mundo, la naturaleza y la sociedad debemos recordar que Dios dijo “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre todo lo creado” Y creó al hombre y a la mujer. En sentido amplio debemos pensar y cuidar que el hombre y la mujer, sean realmente humanos, porque cuando se es inhumano se pierde la esencia. “El Humanismo Cristiano” tiene un punto de partida por quien se define: Jesús de Nazareth, Jesucristo, y su manera de vivir porque como lo dice la Biblia en el libro de Corintios “Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerzas para superarla”. Por lo cual un auténtico humanismo debe partir de seres humanos reales sin olvidar que el ser humano real es misterioso, es enigma, para sí mismo y para los demás. Debe partir, al mismo tiempo, del ejercicio de recoger todas las dimensiones reales y realizables del humano como ser personal y como ser comunitario, como naturaleza y como historia, como ser en el mundo y como ser con vocación de trascendencia.

Como humanistas cristianos debemos buscar la verdad objetiva, por encima de interpretaciones personales, ideologías o filosofías. El libro Romanos 12:2; nos destaca “No nos conformemos a este siglo, por el contrario, transformémonos, mediante la renovación de nuestro entendimiento; así conoceremos su voluntad, agradable y perfecta”

Luego de los grandes sistemas filosóficos griegos, la filosofía entro en una especie de letargo. Particularmente, durante la Edad Media, la actividad filosófica estuvo siempre subordinada a la teología, No se puede negar la existencia de grandes teorías y filósofos durante este periodo, que abarca hasta entrado el siglo XVI. De hecho, el racionalismo cartesiano es imposible de explicar al margen de las doctrinas de los grandes religioso medievales. Sin embargo, la dependencia filosófica al cristianismo impedía un desarrollo libre de la primera.

De ahí que el “Modernismo” fuera emancipatorio: un proyecto por liberar el pensamiento filosófico de la religión y ubicarlo como centro del universo. Con sus aciertos y desaciertos, los filósofos modernos heredaron a los contemporáneos una filosofía totalmente libre de las ataduras religiosas. Además, legaron un proyecto aun vigente: la necesidad de construir un sistema que libere el ser humano y lo haga sujeto de su propio desarrollo. En el ámbito filosófico, la filosofía moderna estuvo signada por dos grandes corrientes: racionalismo y empirismo. El primero con su fe ciegas en la razón, para construir conocimientos sólidos; el empirismo con su apuesta por la experiencia, Ambos confluyen al final en manos del gran filosofo Emmanuel Kant.

Pero el tiempo de Adviento, ya inminente, nos invita una vez más a la reflexión y compromiso. En él contemplaremos el misterio del Hijo de Dios que “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”. Su nacimiento y vida entre los hombres es Evangelio, anuncio de salvación que confirma el amor de Dios al hombre y la sublime dignidad con que lo reviste.

De la contemplación del misterio de la encarnación y nacimiento de Jesucristo, surge espontáneamente el anuncio del Evangelio aplicado a la vida social considerada en todos los planos: familiar, cultural, económico, ecológico, político, internacional. Esto es lo que se llama “Doctrina Social de la Iglesia”. Proviene del Evangelio, pero no es un derivado menor del mismo. Es el Evangelio de Jesucristo aplicado a la vida social del hombre. Es su resonancia temporal. Y así como la Iglesia no puede callar el Evangelio, tampoco puede silenciar su Doctrina Social. Nadie ha de temerle a ella. La Iglesia la anuncia a favor del hombre y de la paz social, para el servicio de todos.

Si bien la “Doctrina Social” se viene desarrollando en forma sistemática desde el Papa León XIII,

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