El amor y la admiración de Ia belleza

El amor y la admiración de Ia belleza, responden a una noble espontaneidad de ser racional. Consideramos el educado sentido de lo bello como el colaborador más eficaz en Ia formación de un delicado instinto de justicia. La dignificación. el ennoblecimiento interior, no tendrá nunca artífice más adecuado. Nunca Ia criatura humana se adherirá de más segura manera al cumplimiento de deber, que cuando. Además de sentina como una imposición, le sentía estéticamente como una armonía. Nunca ella será más plenamente buena que cuando sepa respetar en los demás el sentimiento de lo hermoso.

Aquellos que exigen que el bien y Ia verdad se manifiesten invariablemente en formas adustas y severas, son amigos traidores de bien y Ia verdad. La virtud es también un género de arte; y la enseñanza que se proponga fijar en los espíritus Ia idea de deber corno la de la más seria realidad, debe tender a hacerla concebir al mismo tiempo como la más alta poesía. Quien ha aprendido a distinguir lo delicado de lo vulgar, lo feo de lo hermoso, lleva hecha media jornada para distinguir lo inhalo de lo bueno. A medida que la humanidad avance, se huma de mal y de error como de una disonancia;

Se buscara lo bueno como el placer de una armonía. Ninguno más seguro. Entre los resultados de Ia estética, que el que nos enseña a distinguir, en Ia esfera de lo relativo, lo bueno y verdadero de lo hermoso. La idea de un acuerdo superior entre el buen gusto y el sentimiento moral es exacta, de las sociedades. En el carácter de los pueblos, los dones derivados de un gusto fino, el dominio de idas formas graciosas, Ia delicada aptitud de interesar, la virtud de hacer amables Idas ideas, se identifican con el don poderoso de la

Universalidad, Las ideas adquieren alas potentes y veloces, no en el helado seno de la Abstracción, sino en el luminoso y cálido ambiente de Ia forma.

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