Jesus

¿Quién es Jesús?

La profesión de fe trinitaria -en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo- sintetizada en el Credo (Apostólico y, más en detalle, Niceno) se centra en la Persona de Cristo: su existencia y generación eterna del Padre, su Encarnación y Nacimiento de María Virgen, su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión. Todo esto se completa con la enseñanza acerca del Espíritu Santo, Espíritu de Cristo; de la Iglesia -Cuerpo Místico de Cristo- y la consumación del plan de Dios en la Parusía -venida final de Cristo- y nuestra propia resurrección como miembros de Cristo, llamados a compartir su vida eterna.

Jesucristo, Verdad Total

La Verdad que Dios comunica en su revelación, en la Persona y enseñanza de Cristo, no es de orden científico, acerca de las propiedades y actividad de la materia; tampoco de tipo filosófico o matemático. Es una verdad acerca de Dios, del Hombre, de nuestra finalidad eterna: todo ello hecho realidad viviente, ejemplar y transformadora en el Dios-Hombre.

- Conocemos a Dios como Padre, Amor infinito, origen y destino de nuestra existencia. Le conocemos en su vida trinitaria, jamás sospechada por esfuerzo alguno de nuestra inteligencia.

- En Cristo vemos el plan de Dios de elevar a la criatura al nivel de vida propio de Dios, y en la Encarnación se hace visible este plan cuando El participa de nuestra humanidad para darnos el modo de participar de su divinidad.

- Nos muestra el destino maravilloso de una vida en que hasta el cuerpo se libra de la corrupción para existir, como Dios mismo, más allá de todo límite de espacio o tiempo.

- Nos ilumina Cristo acerca de nuestra naturaleza humana, imagen de Dios, imagen del Hijo que es la Verdad eterna del Padre.

Estas verdades, vivientes en Cristo, son las que la Iglesia debe proclamar a todos los pueblos de todos los tiempos. Si una concepción incompatible con ellas es base de una cultura que se expresa en una sociedad concreta, el cristianismo debe transformar tal cultura en sus raíces y en las consecuencias que hieren a la dignidad de los hijos de Dios. No hay alianza ni compromiso posible entre la Verdad y el error; en las palabras de Cristo “quien no está conmigo, está contra Mí”. Ni siquiera es aceptable una neutralidad de desinterés o escepticismo: “Si existe el derecho de ser respetados en el propio camino de búsqueda de la verdad, existe aún antes la obligación moral grave para cada uno de buscar la verdad y de seguirla una vez conocida” (V. Splendor, 34).

No es por afirmar superioridad intelectual alguna por lo que la Iglesia se presenta ante los pueblos del mundo como poseedora de la Verdad: se nos ha dado, y se nos ha confiado el encargo ineludible de hacer a todos partícipes

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