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La Reverencia


Enviado por   •  16 de Octubre de 2013  •  1.741 Palabras (7 Páginas)  •  342 Visitas

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La carreta vacía!!!

"Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: Además del cantar de los pájaros, escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: -Estoy escuchando el ruido de una carreta. - Eso es - dijo mi padre- Es una carreta vacía. Pregunté a mi padre: - Cómo sabes que es una carreta vacía, sí aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: -Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, es por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace." Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo irreverente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace".

La reverencia es mucho más que la ausencia de ruido; la reverencia sincera consiste en la atención para escuchar, en poner los pensamientos en todo aquello que proviene de Dios y en los sentimientos de respeto, amor y honor hacia nuestro Padre Celestial y hacia Su Hijo Jesucristo. Estas palabras del presidente David O. McKay (1873–1970) nos dan una perspectiva más clara del tema: “La reverencia es un respeto profundo mezclado con amor” Las palabras esenciales relacionadas con la reverencia que se encuentran con más frecuencia en las Escrituras son: respeto, amor y honor. Si utilizamos la misma norma, vemos que la reverencia indica una actividad del corazón y no simplemente la pasividad de la lengua. La reverencia es una parte integral de la adoración al Señor. El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó esto:

“La adoración al Señor muchas veces incluye acciones, pero la verdadera forma de adorar implica una actitud mental particular. “La actitud de adoración provoca los sentimientos más profundos de fidelidad, veneración y admiración; en ella se combinan el amor y la reverencia en un estado de devoción que lleva a nuestro espíritu más cerca de Dios” 3 .

¿Cuál es el propósito principal de entrar en un lugar de adoración? es acercarse más a Dios.

Al ir desarrollando la reverencia por Jesucristo, nos habilitamos mejor para modelar nuestra vida siguiendo Su ejemplo perfecto. Esa reverencia presenta muchas facetas, entre ellas la fe en que Él vive, la confianza en Sus prometidas bendiciones y la obediencia a las normas del Evangelio; pero una de las más importantes es el sentimiento de nuestro corazón: el respeto, el amor y el honor que sintamos hacia Dios. Los que respetamos, amamos y honramos al Señor no tomaremos nunca Su nombre en vano y nos disgustarán las bromas degradantes o triviales que se refieran a Él. En cambio, alabamos y veneramos a nuestro Padre Celestial y a Aquél a quien adoramos como nuestro Señor y Salvador.

En Levítico 19:30, el Señor da clara instrucción de lo que Él espera en cuanto a la reverencia, cuando dice: “Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová”. El respeto que demostremos hacia Sus templos y capillas es una forma de reflejar la reverencia que sentimos por Él en nuestro corazón. El grado de respeto, amor y honor al Señor que sintamos se refleja directamente en la reverencia que demostremos en nuestra actitud y decoro.

Generalmente, la mayor parte de lo que hablamos en la Iglesia sobre la reverencia se concentra en el hecho de guardar silencio en los lugares de adoración, poniendo énfasis especialmente en hacer que los niños permanezcan callados. Ciertamente, el silencio es parte de la reverencia, pero el significado profundo y completo del concepto de ser reverentes abarca mucho más que la ausencia de ruido y conmoción. El silencio no necesariamente equivale a reverencia. Nuestras capillas son principalmente casas de adoración en las que podemos sentarnos en silencio durante la música del preludio y reflexionar sobre la belleza del Evangelio restaurado, preparar el corazón y el intelecto para la Santa Cena y meditar sobre la majestad de nuestro Padre Celestial y la magnificencia de la expiación del Salvador. ¿Qué lugar podría ser mejor para considerar asuntos tan sagrados y trascendentales? Esas manifestaciones de nuestra forma de adorar al Señor irán naturalmente acompañadas de una actitud de reverencia.

Las oportunidades de adoración mencionadas son fundamentales para fortalecer nuestra fe y proporcionan un medio por el cual el espíritu de testimonio y revelación puede fluir a nuestra alma. Un día de reposo, sentado durante el preludio de la reunión sacramental, tuve una demostración impresionante de esta realidad: Mi esposa y yo habíamos estado buscando dirección espiritual en cuanto a un asunto que nos preocupaba; afortunadamente, recibimos la respuesta por medio del himno que se había elegido para el preludio, y durante la dulce melodía del preludio el Espíritu nos indicó claramente el curso que debíamos seguir. Pero, lamentablemente, antes de que terminara el himno, alguien que estaba sentado cerca se inclinó y empezó a hablarme; el Espíritu se alejó de inmediato y aquel tesoro de revelación se vio disminuido por la falta de reverencia. Gracias a aquella experiencia obtuve un aprecio especial por la santidad de un momento sereno de preludio. El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, recalcó esta verdad cuando dijo: “La irreverencia satisface

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