MARIOLOGIA
DEIDARA11Documentos de Investigación15 de Julio de 2021
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UNIVERIDAD CATOLICA SANTO DOMINGO
ESCUELA DE TEOLOGIA PARA SEGLARES
MARIOLOGIA
UNIDAD IV – MARIA EN LA IGLESIA CONTEMPORANEA
- DONY FABIAN
- WILLIAM DE LA ROSA
- Pro. JUAN MIGUEL CARMONA
- SANTO WILLY HIDALGO OZUNA
1. IMPORTANCIA DE LA DEVOCIÓN Y VENERACIÓN A LA VIRGEN MARÍA 2. CONCEPTO DE HIPERDULÍA, DEVOCIÓN, VENERACIÓN Y ADORACIÓN. 3. FUNDAMENTACIÓN DEL CULTO A LA VIRGEN MARÍA 4. SANTOS PADRES DE LA IGLESIA Y LA VENERACIÓN A LA VIRGEN MARÍA.
Hay quienes piensan que María es una mujer como cualquier otra; que si bien fue elegida para ser la que dio a luz a Jesucristo, ahí acabó toda su gracia. Por tanto, que darle veneración (honra) es caer en idolatría, algo que Dios detesta porque Él es un Dios celoso (cfr. Ex 20, 3-Los protestantes han querido tergiversar nuestro amor hacia María Santísima, acusándonos de querer ponerla al mismo nivel que Jesús, cosa que no es así, pero al mismo tiempo nos damos cuenta en Juan 2, 1-11, (Bodas de Cana), todo el respeto y amor que Jesús siente por ella, al hacer un milagro porque ella intercede, toda la vida de María está referenciada a Jesús y a la Iglesia a través de los dogmas de la Inmaculada Concepción, Maternidad divina (Theotókos), Virginidad perpetua y Asunción al cielo siguen afirmando el misterio de Dios obrado en María.
En el vientre de María se inaugura una nueva alianza con la humanidad, porque gracias a su desinteresado amor por el plan de Dios, el Hijo puede hacerse hombre y decir al Padre: Me has formado un cuerpo. He aquí que vengo, Padre, para hacer tu voluntad (cfr. Heb 10, 5-7). La virginidad y la maternidad coexisten en ella, al igual que su ser esposa e hija, por eso su figura es cercana a todo ser humano. María es de nuestra estirpe, una verdadera hija de Eva, y verdadera hermana nuestra, que ha compartido en todo, como mujer humilde y pobre nuestra condición.
Para nosotros los católicos, la Virgen María es Madre de Dios en cuanto es verdadera madre de Jesús que es Dios. Así María es llamada Madre de Dios ya que engendró el cuerpo de Cristo que está unido substancialmente a la segunda persona de la Trinidad, María acompañó a Jesús de Nazaret durante su ministerio de un lugar a otro, junto con las mujeres que le acompañaron desde Galilea y Santiago, José, Simón y Judas, hijos de María y Cleofás. María estuvo al pie de la cruz y fue testigo de la resurrección.
La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel y, en este sentido, es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, encarnación del amor infinito de Dios. María, madre. María fue elegida por Dios para ser la madre de su hijo, Jesús. Ella siempre estuvo a su lado confiando en Él y ayudándolo en su misión. Los cristianos la veneramos como madre, ella nunca nos deja solos cuando estamos tristes, ella nos cuida y está a nuestro lado al igual que lo hizo con Jesús.
La Virgen María nos enseña muchos valores pero sobre saltan la Sencillez, porque siempre estaba dispuesta a la labor sagrada de Jesús, Honradez, Humildad, acepto el plan magnifico del Padre sin poner trabas, Generosidad, Piadosa se compadece de nosotros e intercede para que nos salvemos, Castidad, mujer pura,
La devoción, en general, es un acto de la virtud de la religión. Se trata, junto con la oración, de uno de los actos interiores de esta virtud [1]. La devoción es un acto de la voluntad por el que el hombre se ofrece a Dios, se entrega prontamente a su servicio.
Entre los actos exteriores de la virtud de la religión se encuentra, por ejemplo, todo lo relativo al culto, En principio la devoción sólo es debida a Dios y sin embargo se habla a veces de devoción mariana, de personas que tienen mucha devoción a tal o cual santo, etc.
Santo Tomás de Aquino explica que la devoción que se tiene a los santos no termina en ellos, sino que en última instancia se dirige a Dios, en cuanto que en sus santos veneramos en realidad a Dios que los ha llenado de gracia y santidad . La devoción a Dios, a la Virgen, a los santos se manifiesta a través de actos devocionales; por eso suele distinguirse entre devoción y devociones
Por lo que se refiere al culto, hay que tener en cuenta que se dirige a Dios, pues es un modo de manifestar nuestra dependencia de Él, de adorarle. Por este motivo el culto que tributamos a Dios se distingue del culto a los mártires y a los santos, que comenzó desde muy temprano en la Iglesia, o del culto a la Santísima Virgen.
3. El culto y la devoción a la Virgen es muy antiguo en la Iglesia. Surge de la realidad de su maternidad divina y del papel que Cristo le reservó en la economía salvífica. La Virgen es Madre de Dios, Theotokos, y Madre nuestra. En este sentido el culto mariano, ha tenido siempre una clara connotación cristológica.
El Concilio Vaticano II, en el capítulo VIII de la Constitución dogmática Lumen gentium (nn. 66-67) [4], habla del culto a la Santísima Virgen en la Iglesia. Explica que “María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial" (n. 66).
El culto de hiperdulía se diferencia del de dulía, que en el catolicismo refiere a la veneración a los santos en general por lo que tienen de Dios, es decir, por la gracia de Dios presente en ellos.1 En efecto, el culto a los santos y por extensión, la veneración que se profesa hacia objetos o bienes materiales que pertenecieron a ellos (restos óseos, cabellos, vestimenta, utensilio de uso personal, etc.) no termina en ellos, sino en Dios mismo.
En el catolicismo, María, madre de Jesús recibe culto de hiperdulía —que significa «más que de simple dulía»— en razón de su excelencia sobre los demás santos.
MARÍA EN LA CULTURA Y RELIGIOSIDAD POPULAR
Nuestro pueblo tiene derecho a mantener todas sus tradiciones religiosas compatibles con el evangelio. La Revelación divina no solamente se inserta legítimamente en todas las expresiones de religiosidad compatibles con el evangelio sino que a su vez cuando es recibida por un pueblo con sinceridad comienza a ser vivida y expresada acorde con el genio de ese pueblo. Y entonces las expresiones de religiosidad popular no solamente lo son de sentimientos naturales sino que también lo son de aquellos sentimientos específicamente cristianos que el anuncio del evangelio ha suscitado en el alma del pueblo. Por ello, para explicar el origen de muchas de las expresiones de nuestra actual y concreta religiosidad popular no hay que acudir a los sentimientos de la religión natural sino a nuestros propios dogmas de fe que, creídos por el pueblo, son ahora celebrados y vividos a tono con las expresiones de su propia idiosincrasia.
Estas expresiones, como nacidas del evangelio y compatibles con él, tienen existencia legítima en la Iglesia, y el pueblo cristiano tiene por ello estricto derecho a su conservación, incluso si no coinciden con la concreta espiritualidad que personalmente vivan sus pastores.
La figura de la Virgen María no procede del paganismo sino del evangelio. La religiosidad popular que tiene por centro a María no celebra una diosa-madre transformada por obra del evangelio en la Madre de Jesús. La Virgen María no es un mito sino una figura histórica y no llegó al cristianismo luego de que éste hubiera tenido contactos con aquel paganismo al que poco a poco sustituyó en el Imperio Romano sino que como tal madre histórica de Jesús está presente en él desde el comienzo de la predicación evangélica. El evangelio de Marcos no deja de señalar que Jesús tenía una madre conocida dentro de la comunidad cristiana, María. Y el evangelio de Mateo deja muy claramente perfilada la figura de María como la Madre del Mesías, en quien se han cumplido las antiguas profecías. Pero destaquemos que el tercer evangelio, el de Lucas, compuesto no después del año 80 y según muchos antes ya del año 62, prueba la veneración en que era tenida la Madre de Jesús en la comunidad cristiana y cómo se la consideraba “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres”, “dichosa por haber tenido fe”, y se asegura que se mostró disponible al plan divino (“Hágase en mí según tu palabra”, consciente de estar metida en la corriente de la historia de la salvación (“Magníficat”) y atenta a las cosas y sucesos de Cristo (“Guardaba y daba vueltas a todo esto en su corazón”). Los datos proporcionados por el cuarto evangelio (su presencia en Caná de Galilea y en el Calvario) con su alto valor simbólico nos vuelven a asegurar de la presencia de María en la primitiva comunidad cristiana. Ella es nada menos que la Madre de Jesús, y expresamente la llama Lucas “Madre del Señor”.
Las escenas en que la piedad popular se detiene para mirar a María son escenas del evangelio: Anunciación, Visitación, Nacimiento de Jesús en Belén, Adoración de los Pastores y los Magos, Purificación y Presentación del Niño Jesús en el Templo, Pérdida y hallazgo de Jesús en ese mismo Templo, intercesión en las Bodas de Caná, presencia en la Pasión de Jesús, oración con los Apóstoles en el CenáculoY Todas ellas son escenas del Nuevo Testamento. No ha necesitado la piedad cristiana acudir a ninguna mitología para inventarse a la Virgen o colorear su figura con los perfiles de alguna diosa. Cuando el pueblo cristiano oye en la lectura del evangelio que el Señor está con María (“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”), espontáneamente ha respondido: y nosotros también. Nosotros, el pueblo cristiano, también estamos con María. Y hace suya la actitud del discípulo amado que, cuando Jesús le dijo que María era su madre, “se la llevó consigo a su casa”. También el pueblo cristiano se ha llevado a la casa de su devoción, su confianza y su sentimiento religioso a la Madre del Señor. De la predicación de Cristo que promete la vida eterna a quien le siga fielmente ha tomado base el pueblo cristiano para estar convencido de que, terminada la vida terrena de María, el Señor se la llevó consigo en cuerpo y alma. El pueblo cristiano ahora la siente en el cielo, al lado de su Hijo, unida a aquella oración continua con la que Cristo intercede sin cesar por nosotros. Digamos esto sin rodeos y sin ambages: no ha hecho falta alguna acudir a ninguna mitología de tipo pagano para poder esbozar y perfilar la figura gloriosa y estelar de María. Al pueblo cristiano le ha sobrado el evangelio, un evangelio predicado en la Iglesia, creído en la Iglesia, interpretado en la Iglesia y sentido con sentimiento unánime en la Iglesia.
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