Nos comunicamos con DIOS

CATEQUESIS PARA PADRES

PARROQUIA SAN ROQUE

TEMA N° 10

NOS COMUNICAMOS CON DIOS

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¿CÓMO NOS COMUNICAMOS CON DIOS?

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De esta manera, orar y rezar son lo mismo. La distinción entre orar y rezar es de origen protestante. El Catecismo engloba lo que ellos llaman “rezo” (para nosotros, oración vocal) al conjunto de toda la oración cristiana.

Explicado esto, hay que decir que la oración es la elevación del alma hacia Dios, es el momento íntimo donde podemos hacer nuestras peticiones según nuestras necesidades.

LA ORACIÓN, EVENTO TRINITARIO

La oración cristiana está dirigida principalmente al Padre; igualmente se dirige a Jesús, en especial por la invocación de su santo Nombre, pero también «nadie puede decir: “Jesús es Señor”, sino por influjo del Espíritu Santo» (1 Co 12, 3). De esta manera, el cristiano se dirige al Padre por su Hijo Jesucristo en la comunión del Espíritu Santo.

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PARA MEDITAR Y VIVIR

1. Jesucristo es modelo perfecto de oración, ya que el ora al Padre en su ser Hijo. Esta oración de Jesús entraña una adhesión amorosa a la voluntad del Padre y una absoluta confianza en que su oración sería escuchada. Por tanto, nuestra oración debemos hacerla con fe y confianza en Dios.
2. Jesús oraba en todo momento y especialmente en los momentos decisivos de su misión; tal es el caso cuando estaba en las vísperas de su Pasión, se dirige a su Padre en el huerto de Getsemaní: fue un momento intenso de oración, de diálogo íntimo entre el Hijo y el Padre (Mt 26, 36-44).
3. El modelo de la oración cristiana es el Padrenuestro, oración que el mismo Cristo nos regaló para dirigirnos a nuestro Padre celestial.
4. La Virgen María nos enseña con su Fiat –Hágase– y con el Cántico del Magníficat a acudir a Dios con la disposición de ofrenda generosa de todo el ser en la fe.
5. “Todo cuanto ustedes pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán” (Mc 11, 24)
6. “¡Todo es posible para quien cree!” (Mc 9, 23), “
7. También nos enseña que la oración de fe no consiste solamente en decir “¡Señor, Señor!, sino también disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (cf. Mt 7, 21).

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