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¡OH DIOS MIO, YO TE AMO!


Enviado por   •  5 de Mayo de 2014  •  1.170 Palabras (5 Páginas)  •  277 Visitas

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[La acción de gracias de W. A. Bouguereau]Si me preguntaras cuál es la oración mejor y más corta que pudieras ofrecer a Dios en todo tiempo y en todo lugar, sin titubear yo te daría la respuesta en seis palabras: ¡OH DIOS MIO, YO TE AMO!

Y entusiastamente te exhortaría para que repitieras estas palabras ardientes durante todas las horas que pases despierto. Nada puede ser más grato a Dios, ni tan edificante para ti que tales actos de amor frecuentes y fervorosos.

Al principio estas palabras pudieran parecerte mecánicas, o sonar artificiales en tus labios, pero a fuerza de repetición pronto llegarían a convertirse en tan significativas para ti, como en realidad lo son.

¡OH DIOS MIO, YO TE AMO! No existe un pensamiento que valga la pena, sentimiento o aspiración que estas palabras no puedan comunicar hasta Dios, de ti. En tus labios y en tu corazón pueden convertirse en la fórmula y la expresión de toda virtud y de todo deseo. Precisamente porque significan lo que significan, estas palabras pueden expresar un sin número de otros significados que pueden cobrar para ustedes. ¡OH DIOS MIO, YO TE AMO!... Es decir, creo en Ti, te adoro, espero en Ti, siento haberte ofendido... Te amo en esta alegría, en este dolor, en esta desilusión... Quiero amarte y hacer que Te amen más y más. Sí, esto y mucho más es lo que quieres decir cada vez que digas: ¡OH DIOS MIO, YO TE AMO!.

¿Por qué es esta oración corta, o aspiración, tan rica en significados y bendiciones de toda naturaleza. ¿Por qué quisiera yo que tú siguieras repitiéndola innumerables veces? Porque es la expresión perfecta de la caridad, la mayor de las virtudes, y cada vez la estarías aprovechando en el corazón así en los labios, y estarías cumpliendo con el mayor de todos los Mandamientos. Recordarás que un día, cierto Doctor de la Ley, deseando someter a prueba a Jesús, se acercó a El preguntándole: ¿ Cuál Mandamiento de la Ley de Dios es el mayor?.

Citando palabra por palabra de Deuteronomio, uno de los Libros del Antiguo Testamento, Jesús dio la tan conocida respuesta: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Este es el mayor de los Mandamientos y el primero.

Sabrás, que el amar a Dios es la única finalidad adecuada de nuestra existencia.

Así como las aves fueron creadas para volar y los peces para nadar y las estrellas para iluminar el cielo, así nuestros corazones fueron creados para amar a Dios. Para poder alcanzar esta finalidad, recibimos en el Bautismo, junto con la gracia santificante, las virtudes teológicas de la fe, esperanza y caridad, así como todos los demás dones y las virtudes necesarias para vivir la vida sobrenatural. Las probabilidades son sin embargo, que todas estas virtudes infundidas en nosotros no se desarrollen ni crecerán en nuestras almas como debieran, si no tenemos el cuidado o la precaución de llevar a cabo actos correspondientes. De allí la importancia de multiplicar nuestros actos de fe, esperanza y caridad. Pero, como venía diciendo, un acto de amor puede incluirlo todo.

¡OH DIOS MIO, YO TE AMO! Todos los santos han vivido y han muerto con estas palabras en sus corazones si no en los labios. San Agustín nunca pudo dejar de admirarse de que Dios infinito nos hubiera mandado a nosotros los pobres pecadores que le amásemos.

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