Patrimonio Cultural

Hay cosas que nos parece importante preservar para las generaciones futuras.

Su importancia puede deberse a su valor económico actual o potencial, pero

también a que nos provocan una cierta emoción o nos hacen sentir que pertenecemos a algo, un país, una tradición. Estas tradiciones forman parte de nuestro patrimonio intangible y son herencia de un pasado colonial que forjó la personalidad de nación que poseemos actualmente. Una de las expresiones de sincretismo más vivas en nuestro territorio son las fiestas religiosas, que nacen de la necesidad de evangelización española.

Las fiestas como temas de estudios son algunos de los descubrimientos más recientes de la historiografía. Chile heredó las fiestas barrocas españolas que se fusionaron con las celebraciones de los aborígenes locales, creando celebraciones propias de nuestro territorio. Valorizar las tradiciones culturales como parte de nuestro patrimonio es valorar nuestra historia, nuestra identidad. La religiosidad popular es el sentimiento de un pueblo, un sentimiento de fe hacia Dios, la fe de un pueblo sencillo que se hace vida y cultura.

La identidad y el sincretismo propio de Latinoamérica forman parte de la historia, de lo que somos y de lo que fuimos, las fiestas religiosas que se llevan a cabo en todo el territorio chileno son una muestra de la transculturación vivida, reconociéndonos como herederos de una experiencia histórica común, que se expresa en términos religiosos.

La religiosidad popular es el sentimiento más puro que existe en el sentir humano, los personajes cotidianos se engalanan para homenajear a los dioses con vestidos alejados de las vestimentas acostumbradas a usar diariamente y ¿porque razón? Porque se homenajean a los dioses, se les alaba cantando, danzando, tocando instrumentos que marquen el carácter de celebración o el carácter de servilismo que existe para con las divinidades. Esta ofrenda necesaria surge de la tribu que necesita agradecer a los dioses los dones recibidos en el año. La zona del norte de Chile es la más grande prueba de las manifestaciones marianas: la fiesta de la tirana, la candelaria, Andacollo, son ejemplos de las fiestas populares más celebradas, multicolores y populares en Chile. En ellas se mezcla de manera armónica lo andino y lo hispano resultando un ritual que forma parte fundamental de nuestro patrimonio cultural, de nuestra identidad hispanoamericana, pudiendo demostrar, a través de estas fiestas, las expresiones que se han transmitido de generación en generación contribuyendo a infundirnos un sentimiento de identidad y perpetuidad.

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