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Pensadores Reacionalistas

pepa199111 de Noviembre de 2014

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El XVII es el siglo de los grandes pensadores racionalistas (Descartes,

Malebranche, Spinoza, Leibniz) y empiristas (Hobbes, Locke, Berkeley, Hume) que

desembocará en los movimientos críticos del siglo XVIII: la ilustración dieciochesca. La

ilustración contará con la sombra del gigante I. Kant, que llevaría a cabo la ingente obra de transvasar los contenidos de la religión a los límites de la mera razón. Junto con la obra

histórico-crítica de Lessing prepara el camino al reduccionismo idealista alemán que

alcanza su cumbre en la obra del no menos gigantesco pensamiento de Hegel que subsumiría la religión, como etapa previa del definitivo acceso del espíritu a la

autoconciencia en la filosofía. Todas estas corrientes confluirán en la feroz crítica radical,

externa, reductivista, de la religión, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del

XX. Estas críticas radicales, que se basan en la subsunción de la religión en la filosofía por

Vivimos en un

“mundo mundano”, autónomo. Y en la ausencia de dimensión religiosa consiste la

Discutida secularidad de ésta época. La fe religiosa puede ciertamente superar esta

ausencia, pero su vivencia se ha hecho más difícil. Aunque no se experimente en esta

época un “darse” de Dios que impacte el interior del hombre, no puede dudarse de que la

ausencia de experiencia religiosa constituye ella misma, precisamente, una experiencia,

aunque negativa y frecuentemente inadvertida. Y como tal experiencia negativa, sólo es

posible en relación y referencia a una experiencia positiva. De no ser así, no podríamos

hablar de “falta de experiencia” ni de “ausencia de Dios”. En efecto, ¿no está nuestra época

habitada por algo semejante a una necesidad de Dios, un deseo, una secreta búsqueda e

interés, una nostalgia respecto del problema religioso? Sobre este fondo es posible afirmar

que la ausencia de experiencia constituye ella en sí misma una experiencia. Pues dicha

ausencia es “explícitamente advertida”. No es posible obviar el hecho de que en la

actualidad se piensa, se habla y escribe acerca de la experiencia religiosa como “echada de

menos”, del deseo de esa experiencia. Y ello indica que nos falta esa experiencia auténtica,

que se ve sustituida por diversos “sucedáneos” que pueblan un auténtico “mercado de

espiritualidad alternativa” que no acaba de dar respuesta a la nostalgia de auténtica

experiencia religiosa. Ésta es, por consiguiente, una “experiencia de la ausencia de

experiencia” que se asemeja a una cierta “nada”: la experiencia de no experimentar nada

sagrado, donde se hunden las raíces de la realidad. Por eso es semejante a la experiencia de

una cierta “nihilidad”.

El origen histórico-cultural de este vacío de experiencia religiosa se encuentra en

la Ilustración y, más precisamente, en una segunda ilustración en la cual la razón

instrumental ha hecho del mundo un objeto de dominio hasta el punto de que la ciencia y la

técnica se han transformado en ideología de dominio de la naturaleza y de la sociedad. El

no cabría la idea

sistema racional y finalístico de la ciencia se ha unido a los modernos sistemas de la

producción industrial. En poco tiempo el sistema racio-finalístico de la ciencia ha absorbido las formas de poder y los aparatos gubernativos que desde el “interés de

dominio” terminan produciendo un mundo “totalmente administrado” --es la tesis de l

...

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