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Pneumatología


Enviado por   •  23 de Mayo de 2013  •  2.744 Palabras (11 Páginas)  •  486 Visitas

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ESTADO DE LA PNEUMATOLOGÍA

1.- INTRODUCCIÓN

La obra del Espíritu Santo es la actualización, prolongación y consumación de la autocomunicación de Dios en Jesucristo. En los manuales de teología dogmática que siguen la estructura trinitaria de la confesión de fe, se estudia consecuentemente en la tercera parte la acción de Dios como santificador y consumador. Como ese ordenamiento tampoco es hoy algo que resulta evidente y permite destacar diversos puntos de interés de la pneumatología, previamente a la determinación precisa del lugar, parece necesario proceder a un análisis diferenciador la situación presente de la (vida de) fe y de la teología de cara a una experiencia y una teología del Espíritu. Por lo demás, se imponen algunas observaciones preliminares sobre el uso lingüístico con vistas a una hermenéutica adecuada del testimonio bíblico y de la historia de la tradición.

1- Situación: experiencia y teología del Espíritu

a- Olvido del Espíritu

En los años inmediatamente posteriores al concilio Vaticano II se publicaron informes de situación sobre el tema “experiencia y teología del Espíritu Santo”, marcados en su parte diagnóstica con una expresión clave: olvido del Espíritu. El reproche ya se le había hecho repetidas veces a la misma teología. En 1951 Emil Brunner había afirmado que el Espíritu Santo “siempre había sido en mayor o menor grado un hijastro de la teología, y la dinámica del Espíritu un fantasma terrorífico para los teólogos”. Lo que hasta entonces representaba una queja en boca de los particulares, en los años del despertar eclesiástico y teológico se convirtió en un lema corriente.

Motivos

Los motivos de la postergación o del olvido del Espíritu Santo se remontan muy arriba en la historia de la fe, la Iglesia y la teología.

 Dificultades con los movimientos espirituales. Ya desde el co¬mienzo las comunidades cristianas, más tarde la gran Iglesia en desa¬rrollo y, tras el cisma de la fe, las Iglesias confesionales experimenta¬ron, cada una a su manera, como perturbadores y peligrosos los movimientos exaltados, entusiastas y carismáticos que apelaban al Es¬píritu (por ej., los montanistas, los secuaces de Joaquín de Fiore, los movimientos baptistas, los cuáqueros. las Iglesias pentecostales). Ante la supuesta alternativa “orden o tumulto” poco a poco se llegó a una domesticación e institucionalización cada vez mayores del Espíritu Santo. A diferencia de lo que ha ocurrido en la Iglesia ortodoxa, “la doctrina pneumática occidental... no ha sido en primer término una doctrina sobre el Espíritu, sino sobre su administración por la Iglesia”. Las consecuencias de esa evolución han sido: una reserva de las auténticas experiencias espirituales circunscrita a la Iglesia de los comienzos, una reducción de la acción ac¬tual del Espíritu a la vida interior de cada uno, un dualismo creciente entre espíritu y materia en el curso de una intelectualización del dis¬curso acerca del Espíritu.

 Cambio del interés teológico. La poca estima de la acción del Es¬píritu en la vida creyente y en la teología práctica se corresponde con los recortes en la teología dogmática (y sistemática). Sólo cuando en los períodos críticos de la Iglesia se articulaban ciertas irrupciones ca¬rismáticas y ciertos movimientos reformistas motivados por experien¬cias espirituales, la teología del Espíritu volvía al campo visual del in¬terés y se convertía en un tema dogmático. Esto se aplica también a los suplementos pneumatológicos y a las fórmulas doctrinales del concilio de Constantinopla del 381, que esencialmente se debieron a la experiencia espiritual de teólogos monacales y a la crítica de raíz pneumatológica que se hacía a la Iglesia cristiana de estructuras imperiales.

Sobre todo en la Iglesia latina, el fuerte énfasis en la igualdad del Padre y del Hijo (y del Espíritu) y el enfoque teológico trinitario de una única naturaleza o de una única esencia divina condujeron a la reduc¬ción de las proprietates histórico-salvíficas a meras appropriationes y a una distinción demasiado tajante entre Trinidad económica e inma¬nente. El Espíritu Santo, que representa la comunicación y unión de la vida intradivina con la acción salvífica del Dios trino, quedó así al margen del interés teológico y la soteriología occidental típica se for¬muló en buena medida de hecho “carente de Espíritu”.

 “Cristomonismo” de la teología occidental. Los teólogos orienta¬les intentaron mantener el perfil específico de las personas trinitarias presentando al Padre como fuente de la divinidad y fundamento de la unidad, del cual emerge el Hijo y, a su manera, el Espíritu, siempre autónomos. Los teólogos ortodoxos marcaron el minimalismo pneumatológico de Occidente con los estigmas de “subordinacionismo pneumatológico” y de “filioquismo”. Los críticos al respecto no tienen tanto en cuenta los acentos teológicos trinitarios cuanto las consecuencias eclesiásticas y teológicas de la subordinación de lo carismático y la sobrevaloración de lo jurisdiccional y jerárquico frente al carácter sinodal y conciliar de la Iglesia. Las Iglesias orientales lamentan el cristomonismo –es decir, el cristocentrismo unilateral– en las prácticas litúrgicas y sacramentales de la cristiandad occidental.

 d) Déficit hasta en la doctrina de la gracia. Al menos en la doctrina de la gracia la teología occidental tomó en consideración la función económico-salvífica del Espíritu, aunque también aquí reduciéndola en buena medida a la doctrina de la “inhabitación del Espíritu Santo” en cada cristiano. Cierto que la distinción escolástica entre gracia increada y gracia creada ofrecía en principio la posibilidad de valorar al Espíritu Santo como la gracia increada que precede al obrar del hombre. Mas la crítica de los reformadores protestantes vería atinadamente que la doctrina tradicional de la gracia en la Iglesia romana y católica, en tanto que antropología teológica, estaba a su vez más interesada en el hombre (dotado de gracia). Por lo demás, eso no significaba que en el campo protestante se le otorgase a la pneumatología un valor esencialmente mayor. Sólo a propósito de Calvino puede afirmarse esto sin limitaciones.

b.- Matización de los datos

Los motivos y desarrollos montados han contribuido “a que el discurso del Espíritu Santo resulte incomprensible de manera especial para el presente y que por ello se haya dejado de lado”. El dato tiene que provocar serias reflexiones, y no sólo dentro del campo eclesial. Se sospecha incluso “una conexión... entre la irrupción del ateísmo en el mundo moderno y... la falta de una teología y práctica del Espíritu

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