Como Escribir Realmente Mal Anne Fine
janepeorea26 de Marzo de 2014
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Cómo escribir
realmente
mal
A
n
ne
Fine
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1
Un pupas
Yo
no soy un tarugo. Ni un estúpido intergalác
-
tico. Ni se me ponen los ojos
llorosos, ni moqueo
cuando me ocurre algo malo. Pero confieso que,
cuando contemplé la deprimente ciénaga que iba
a ser mi nueva clase, me eché a temblar
,.Sí.
Defi
-
nitivamente, me había convertido en un pupas.
—
¡
Atención, niños, buenas noticias!
La
señorita Encarnita dio una palmada y se
volvió hacia las filas de o
j
os apagados que me
observaban por encima de sus pequeños y
mugrientos pupitres.
—
E
ste trimestre tenemos un alumno nuevo
—
a
ñadi
ó
—
.
¿Verdad que es maravilloso?
—
d
i
j
o
con una sonris
a
—
.
Aquí e
stá. Acaba de llegar de
América y se llama Martín Vicente.
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—
V
icente Martín
—
l
a corregí yo.
Pero ella no me oyó. Estaba ocupada echan
do
un vistazo por el aula en busca de un pupitre
vacío. No me molesté en repetirlo. Pensé que ya
saldría de su error. Así q
ue me limité a llevar mis
trastos al pupitre que me señaló, en la última fila.
—
E
l que está a tu lado es
J
avi Pastor
—
i
ndi
có la
señorita Encarnita.
—
H
ola, Pastor Javi
—
m
urmuré mientras me
sentaba.
Era una broma. Pero, evidentemente, él toda
vía
era más le
rdo que la maestra.
—
N
o me llamo Pastor Javi
—
s
usurr
ó
—
,
sino
Javi Pastor.
En aquel momento yo no tenía la energía
suficiente para explicárselo.
—
Ah
, bueno
—
r
epliqué.
Y el alma se me cayó a los pies, estableciendo
así un nuevo récord personal (y posiblement
e
mundial): menos de cinco minutos para odiar un
colegio. Me he mudado más veces de las que
hayáis visto
Barrio Sésamo.
He sobrevivido en colegios
llenos de empollones, en colegios donde todos son
aficionados a los deportes y en colegios en los que
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los pro
fesores se agachan para poner
se a tu nivel,
mirarte fijamente a los ojos y pre
guntarte cómo te
sientes realmente. Incluso sobreviví durante
cuatro meses en un colegio en el que nadie
hablaba mi idioma. Pero nunca me había caído
tan mal un sitio así de pr
onto como La Mansión
A
r
aiz (Escuela Mixta).
¡Y vaya mansió
n!
Creo que el edificio lo di
señó
alguien que estaba acostumbrado a hacer
depósitos de cadáveres y mataderos. Las paredes
eran de color marrón y verde brillante (y gra
cias a
ese brillo resultaban
aún peores). No ha
bían
limpiado las ventanas desde 1643. Y los dibujos
que adornaban el aula parecían babas de cerdo.
Pero en fin, ningún lugar es perfecto.
—
¿
Qué tal es?
—
l
e pregunté a Pastor Javi
propinándole un codazo.
—
¿
Quién?
...