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Abuhado Octavio


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2022  •  Tareas  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  48 Visitas

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ABUHADO OCTAVIO Aquel hombre era uno abuhado, nadie sabía cómo, o porqué, pero había perdido cualquier color saludable en su piel. A diario caminaba solo por el puerto aquel del municipio. ¿Tenía un amigo siquiera, o alguien que mínimamente se preocupara por él? No, nadie se preocupaba por él, y tampoco nadie se atrevía a acercársele, porque simplemente daba miedo, su característica aniridia en ambos ojos era de temer, ya que le daba más profundidad a su mirada, tanto que desde un kilometro a la lejanía se podían divisar los pecados propios, y nadie quiere recordar lo males que ha hecho.

Todos aquellos mayores de 50 sabían que días antes de su nacimiento, cualquier arrebol que pudiera haberse visto en el cielo, se esfumó, y dio paso a una eterna neblina que había causado que el lugar pasara de ser aquel poético atractivo turístico a partir de las cuatro de la tarde, a ser ese maldito sitio al que ni un alma quería asomarse ya.

Las personas más viejas, como siempre, eran las que más especulaban sobre ese hombre, ¿era acaso el Ñuzco que habíase adueñado del municipio y por eso ya nadie visitaba Zihua? ¿Era un brujo que aprendió a embrujar desde antes de nacer y que por mera gracia había hechizado malamente al poblado aislándolos de los demás? Nunca lo sabrían realmente. O tal vez solo dos lo llegarían a saber realmente.

Los días seguían pasando y la neblina solo parecía aferrarse más a los no tan altos edificios. Ya a la gente solo le quedaba esperar por su día final, las nubes acentuadas en los techos de sus casas ni siquiera les permitían saber si era de noche o de día, todos eran ya unos maniáticos que segundo a segundo perdían más su ataraxia, a falta del orden primordial del mundo del que antes sí gozaban. Pero él, el Ñuzco, como lo nombraban, parecía inalterable, ni las miradas de desprecio ni aquellas de auxilio lo perturbaban. Trágico era Zihua, y trágico era el humano que lo habitaba.

Un día, nació ella, en medio de tanta desgracia, había nacido la luz de casi todos los habitantes de Zihua y digo que de casi todos porque el Ñuzco era el único que no se veía nada feliz, de hecho, nunca se veía feliz, así que eso no importaba.

Veinticuatro horas después del nacimiento de Grecia, como la habían llamado sus padres, el más viejo del poblado llamó con urgencia a quien fuera, pues se comenzó a abotagar al grado de que no había más espacio en su cama para que se moviera a gusto. Antes de que cualquier pudiera llegar, el viejo murió. Y ese día sería solo el inicio de una serie de muertes inesperadas. Murió el más joven después de Grecia, murió el más rico y murió el más pobre, todos sin causa aparente.

Los entierros los hicieron cerca del álveo, y aunque no veían la profundidad de los hoyos a causa de la neblina, los cuerpos quedaron lo suficientemente cubiertos para no despedir ningún mal olor, ni siquiera el más mínimo que pudiera resultar semejante al bodrio acedo que dieron en los funerales.

Los padres de Grecia sin duda alguna temían por la muerte de su pequeña (porque según ellos, pudo haber sido ella), no había momento en que no la quisieran apapachar, y en su urgencia por cuidarla, acudieron con el miembro menos pensado de la comunidad. Ellos estaban totalmente convencidos de que todo era culpa del Ñuzco, y tal vez si iban con él, y el padre no se comportaba como un atarván como lo hacía con todos y por primera vez mostraba verdadera bonhomía, podrían librar a Grecia de la maldición de morir que el abuhado hombre había echado a la gente.

Fueron realmente valientes al ir hacia él y no escapar del pueblo en su lugar (en realidad los caminos no se podían caminar por culpa del Ñuzco, así que no había manera de salir del pueblo).

-¿Señor Ñuzco? -llamó Margarita madre de Grecia, hacia la casa del Ñuzco, al mismo tiempo en el que tocaba la puerta.

-No debe estar, solo vámonos -dijo el padre.

-¡No! Tú me diste la idea y yo quiero salvar a mi hija, solo cállate -Margarita estaba en realidad enojada y asustada con la idea de dirigir palabra a un hombre tan horrendo, pero eran más sus ganas de probar que solo así podría inmunizar a su hija de todo mal.

Entonces, abrió el portón de su morada aquel hombre que no se llamaba Ñuzco, pero todos creían que sí. -Buenas noches, señores No Los Conozco, ¿a qué debo su inesperada visita?

-Buenas noches, señor Ñuzco, somos los Álvarez, de la calle San Cosme, y verá… -

¿Quién carajos le dijo que me llamo o siquiera me apellido Ñuzco, señora Álvarez? -preguntó con un atisbo de burla.

-Lo siento, todos en el pueblo lo nombran así y nadie sabe su nombre real -se disculpó la señora Álvarez.

-Ya veo… pasen por favor, deben tener frío -el Ñuzco claramente no parecía alguien malo si hablabas con él, pero si eras lo suficientemente audaz como para llamarle Ñuzco, se iba a befar de ti con malicia y te iba a provocar vómito de aquel color asqueroso con toque de cetrina. Si no he descrito bien al Ñuzco, podría decir que era realmente estrambótico. Y que parecía de lejos un enclenque, medio gaznápiro, y sus ropas estaban constantemente cubiertas de bahorrina, pero de cerca era todo lo contrario, pulcro y fuerte, y para sorpresa de aquellos que creían que el Ñuzco olería mal por la fea casa en la que vivía, en realidad tenía un característico aroma semejante al petricor inundando su aura.

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