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Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  492 Palabras (2 Páginas)  •  234 Visitas

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ctor, hijo querido, no aguardes,

Por favor te lo pido, a ese hombre,

Tú solo, alejado de tu gente,

Para que no te vayas al encuentro

del destino bien pronto,

domado por el hijo de Peleo,

pues de verdad él mucho te aventaja,

ese hombre inabordable!;

bien pronto, entonces, al él le comerían,

tendido por el suelo,

los perros y los buitres;

y una aflicción horrible

se me habría de ir de mis entrañas;

que falto me ha dejado

de numerosos y valientes hijos,

matándolos a unos,

y exportando a los otros y vendiendo

en islas bien remotas.

Pues incluso ahora a mis dos hijos

Licaon y Polidoro ver no logro

Entre cuantos troyanos

en la ciudad entraron apiñados;

los que a mí Laótoa me pariera,

soberana entre todas las mujeres.

Pero si vivos en el campamento

se encuentran, en tal caso

podremos luego ir a rescatarlos

a precio de oro y bronce,

pues hay de ello dentro del palacio;

que el viejo Altes de ilustre nombre

mucha dote a su hija le diera.

Pero si muertos ya y en las moradas

están de Hades, dolor sentiremos

en nuestros corazones

su madre y yo que la vida les dimos;

de menos duración será el dolor

del resto de las gentes,

a no ser que tú mueras asimismo,

bajo Aquiles domado.

Más éntrate en el muro, hijo mío,

Para que a los troyanos y troyanas

los salves y al hijo de Peleo

no le des grande gloria

a cambio de perder tu propia vida.

Y, además, compadécete de mí,

de este desventurado,

en tanto aún estoy en mis cabales,

a quien Zeus padre, el hijo de Crono,

¡desgraciado de mí!,

en el umbral de la vejez estando

con cruel destino acabará conmigo,

tras haber contemplado

cuantiosos infortunios

mis hijos pereciendo,

mis hijas arrastradas,

las cámaras nupciales destrozadas,

mis nietos chiquitos arrojados,

en la fiera hostilidad, contra el suelo,

y arrastradas mis nueras, sometidas

a las funestas manos

de guerreros aqueos.

Y a mí mismo, por último, los perros

carniceros, en las primeras puertas,

me harán pedazos dándome tirones,

desde el momento en que con bronce agudo...

(Hector no le hizo caso y murió a manos de Aquiles)

Source:

que La Iliada

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