Atlantis

¿Leyenda o realidad? Para algunos, la Atlántida fue la cuna de la civilización, para otros, un lugar inventado por el filósofo Platón, quien escribió sobre ella en el siglo IV a.C., en dos de sus diálogos, Timeo y Critias, cuando relata una visita de Solón, uno de los siete sabios de Grecia, a Egipto. Según Platón, durante esa visita Solón se enteró de que los sacerdotes guardaban documentos en los que se hablaba de “una isla continente situada más allá de las columnas de Hércules, que se llamaba Atlántida y que era el corazón de un gran y maravilloso imperio”, que tenía una gran población que vivía en ciudades de techos dorados y contaba con poderosas flotas y ejércitos de conquista.

Cuando Platón describe a la Atlántida, dice que “la isla era mayor que Libia y Asia juntas y podía pasarse a través de ella al continente opuesto que bordeaba el verdadero océano”.

Platón también afirmaba que la isla era como un paraíso terrestre en el que había montañas, fértiles llanuras, ríos navegables, ricos depósitos minerales y una gran población que, en nuestros días, algunos de los que creen en la Atlántida han calculado era más de 60 millones de personas, y que “desapareció bajo el mar en un solo día con su noche”, justo cuando se hallaba en la cúspide de su poderío. Platón trató de establecer la época del hundimiento de la Atlántida bajo la superficie del mar y calculó que debió suceder unos nueve mil años antes de su época, o sea, unos 11 500 antes de la nuestra.

En el diálogo Critias, que Platón no finalizó completamente, hay más detalles sobre el continente perdido. En él se habla de su origen, el cual se fija “en una época en la que los dioses deciden bajar del cielo a la tierra, y uno de ellos Poseidón, descendiendo al centro del continente, encuentra a una bella doncella llamada Cleito, hija de un patriarca llamado Evenor, Poseidón se casa con Cleito y se van a vivir al centro del continente, donde construyeron un palacio y un templo rodeado de canales circulares concéntricos.

Atlántida recibe su nombre del gigante Atlas, que era uno de los hijos de Poseidón, y era un continente de costas cortantes, aunque en su centro había una llanura muy rica en todo tipo de vegetales, minerales, caza, maderas, etcétera, todo regado por un eficiente sistema de distribución de agua que llegaba desde la nieve derretida de las montañas del norte del continente, y que era llevada por canales hacia los terrenos de cultivo.

La ciudad principal era increíble por su arquitectura, al centro estaba el palacio real y un templo dedicado a Poseidón, quien era el principal dios de los atlantes. El templo estaba decorado con oro, plata, marfil y un metal llamado “oricalco”, parecido al bronce, que en Critias, Platón describió como un metal que “relucía como el fuego”.

La Atlántida estaba formada por una serie de islas concéntricas, la central estaba totalmente rodeada por un canal circular concéntrico respecto a ella, de 180 metros de ancho. Luego había otro circulo de tierra de 360 metros de grueso, y enseguida otro canal de 360 metros y luego otro añillo de tierra de 550 metros de ancho, en el que podían navegar perfectamente grandes barcos.

Estos círculos concéntricos se encontraban unidos entre sí por un canal de agua, que desde el centro alcanzaba el mar abierto.

Platón afirma en su descripción: “y de esa isla se podía pasar a las islas que hay detrás y de ellas al continente que cierra el gran mar Atlántico”, en base a esto, me pregunto yo, ¿acaso se refería a América?...

La civilización Atlante llegó a ampliarse a las islas adyacentes, así como a los continentes europeo y africano. Platón por tanto, sugiere que incluso las civilizaciones más antiguas, como la sumeria y otras más, en realidad provenían del Atlante.

Gracias a Platón, la Atlántida se convirtió en parte de la cultura de la humanidad. Y si bien muchos no creen en ella, lo cierto es, que ese fabuloso continente perdido ha sido tema de inspiración para miles de libros, para los autores clásicos, y se ha sugerido que su influencia, ha sido trascendental hasta para el descubrimiento de América, pues se asegura que Colón había leído sobre las tierras que hallaría navegando hacia occidente mucho antes de llegar a las costas americanas, y que finalmente lo animaron a arriesgarse en el viaje que terminaría como todos conocemos, sin haberse encontrado nunca con las tierras de ese continente que había desaparecido miles de años antes.

La idea de la existencia de Atlántida ya cumplió más de 2 500 años y está tan arraigada en nuestras vidas que es fuente de todo tipo de suposiciones y fantasías; por ejemplo: cada vez que se hace un descubrimiento de los restos de algún poblado o ciudad en el mar, se menciona entre los descubridores la palabra Atlántida.

Pero lo que sí es cierto, es que hay muchas coincidencias de leyendas y nombres en diferentes lugares del mundo.

En mi opinión la Atlántida es un misterio fascinante. Lo ha sido desde que Platón lo menciono en sus Diálogos, pero también lo ha sido desde que los detractores de Platón lo cuestionaron sobre la realidad de su existencia, comenzando por Aristóteles, quien estaba convencido de que la Atlántida había sido inventada por su maestro con fines filosóficos.

Los siglos posteriores marcaron una casi total apatía sobre el tema. Plinio el viejo, filosofo romano, siguió la teoría de Aristóteles, acusando al fallecido Platón de “inventor de la fábula sobre Atlantis”. Filósofos, historiadores y estudiosos de todas las generaciones cuestionaron la existencia de la Atlántida y lo siguen haciendo en nuestros días.

Para mí la Atlántida es real, y vive en los hombres del siglo XXI como ha vivido desde que se le menciono por primera vez hace cientos de siglos. La duda sobre su existencia sigue en el aire, como tantas cosas más, las preguntas que yo me hago son: ¿llegara el día en que se pueda comprobar que existió? ¿la ciencia y la tecnología tendrán la capacidad de ayudar al hombre moderno a resolver las dudas que existen sobre su existencia?

Creo que solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, la Atlántida seguirá creciendo en la mente de la humanidad, retándolo a descubrir sus secretos, que son al mismo tiempo, los secretos del paso del hombre sobre la tierra.

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