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CARTA DE UN IDIOTA


Enviado por   •  4 de Marzo de 2013  •  Tesis  •  495 Palabras (2 Páginas)  •  485 Visitas

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CARTA DE UN IDIOTA

Querid@ amig@:

Dudé mucho si escribirte o no, la verdad siento que tus dudas son contagiosas. Pero el valor de nuestra amistad me obliga a hacerlo.

He pensado mucho en nuestra última charla, trataba de explicarte la cuarta dimensión mientras elaborabas conjeturas sobre el mas allá, como siempre un diálogo de sordos en el que se expresa la opinión sin tomar en cuenta la del otro.

Me explicabas en aquella oportunidad la importancia de acoger a los otros como son, sin tomar en cuenta lo imbéciles o absurdas que te parecieran sus opiniones. Concordé contigo, pero me apresuré a poner un límite: que el aceptar al otro no ofendiera tus ideas o, peor aún, tu dignidad.

Hoy, con gran amargura, quisiera tener la oportunidad de contrariarme, los seres humanos sólo acogen como suyas las ideas comunes, y establecen como propias las de la mayoría, ¿explica otra cosa el absurdo debate sobre un programa concurso? O ¿viste alguna vez señal de inteligencia en una discusión entre colegas?, cuando expresabas tu idea sobre la necesidad de pegarse a los otros en el transporte público me reí, que tontería, pero el asunto se volcó en un arrume de ideas que me hicieron observar que es cierto. Todos queremos creer que los otros piensan igual, pero igual a “Mi”, no es permitido que haya ideas diferentes, sensaciones diferentes, pensamientos diferentes, opciones diferentes… si no estamos limitados por el estándar nos ven como creaturas subversivas , o, cuando menos anárquicas, a quienes tenemos pensamientos diferentes a los “Mios”.

Es por eso que quiero disculparme, el no aceptar la estupidez humana hace de nuestros días un sacrificio inútil, querer modificar conductas, revisar opciones o, tal vez, proponer alternativas no deja de ser riesgoso para nosotros. En estos tiempos de soberbia y futilidad quien piensa de otro modo corre peligro, será marcado con epítetos cuando menos ofensivos y el riesgo de ser atacado en otras formas se incrementa progresivamente en la misma medida en que se empeñe en continuar oponiéndose al común.

Es en eso que concordamos, la absurda idea de amar al otro, sin pretender a cambio nada, hace que seamos vistos como monstruos, como seres que pervierten el orden establecido y que obstaculizan el progreso. En nuestro tiempo destruir al otro, minimizar al otro, calumniar al otro o estigmatizar las ideas del otro se ha vuelto la forma fácil, rápida y sencilla de escalar los peldaños de la imaginaria escalera al éxito. ¿Será ahora necesario reformar nuestras almas? ¿Debemos cambiar nuestros corazones?

Las peores estrategias que se nos proponen se resumen en ocultarnos como ratas en sus madrigueras o clavar la cabeza en la arena, a similitud de los avestruces. Mirar de frente, cara a cara, es una ofensa a los otros, a los “pensamientos

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