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Chop Suey

pepe11108 de Junio de 2014

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Drosophila melanogaster, como sabemos, es la mosca de la fruta y uno de los organismos modelo para realizar experimentos genéticos, puesto que tiene un ciclo reproductor bastante rápido y abundante descendencia. Al igual que ha sido objeto de estudio para la genética, lo ha sido también para otra ciencia: la Etología o ciencia del comportamiento animal.

Una de las cosas que estudia la etología son las pautas de comportamiento, es decir: acciones claras y discretas que llevan a cabo los animales, por ejemplo: un lobo que ensena los dientes cuando se siente intimidado. En el caso del cortejo de Drosophila, se han observado distintas pautas, de las cuales hablare a continuación.

La hembra se encuentra felizmente en un lugar cualquiera, llega el macho y se aproxima a ella formando un determinado ángulo. Una vez se ha acercado, toca con su pata el abdomen de la hembra. Acto seguido, levanta un ala y la hace vibrar, lo cual produce un zumbido rítmico que, si es el adecuado, permitirá al macho copular con la hembra o, mejor dicho, que esta le permita copular.

Podríamos compararlo con el trovador que le canta a su amada, que se encuentra en el balcón de su casa. Si le canta una bonita serenata, es posible que pase una noche muy entretenida. Pero sigamos con el cortejo de Drosophila, pues aquí no acaba la cosa. Si la hembra accede a copular, el macho, atentos, acercara su cabeza al abdomen de la hembra, sacara su aparato chupador- lamedor y lamerá los genitales de la hembra. Acto seguido se dará la copula, curioso .eh?

Bueno, pues visto esto, se procedió a realizar una serie de mutaciones en Drosophila. Una de ellas es la del llamado fenotipo Yellow, en el cual los machos presentan dos cromosomas Y, en lugar de uno X y otro Y, y son de color amarillo, de ahí el nombre del fenotipo. Estos machos tienen una anomalía, y es que no consiguen hacer vibrar su ala de tal forma que a la hembra le resulte “agradable” y le permita copular, así este no podrá transmitir sus genes a la descendencia, causa primordial de la reproducción. Por tanto se puede apreciar una selección genética del comportamiento en este caso: el macho que no vibre bien su alita, no mojara la colita.

Otras mutaciones descritas se manifiestan durante la copula. El llamado fenotipo Stuck hace que el macho continúe copulando después de los 20 minutos habituales que suele durar en Drosophila (¿qué pensaría la hembra?). Coitus interruptus, como su nombre indica, hace referencia a un fenotipo en el cual el macho interrumpe la copula antes de pasados 10 minutos (¿diría la hembra eso que dicen las japos de: como que ya ta?). Con el fenotipo llamado Tko, el macho sufre durante la copula una serie de convulsiones, abandona la copula, continua convulsionando y posteriormente entra en coma, al cabo de unos minutos se recupera.

Visto lo visto, se evidencia que algunos genes tienen cierta implicación en las pautas de comportamiento. Sin embargo esta relación no es directa puesto que, como ya sabemos, los genes se transcriben a un mensajero y este se traduce a proteína. Y aquí está el kid de la cuestión. Las proteínas codificadas por estos supuestos genes de comportamiento tendrán una función fisiológica. Pues muchas pueden ser receptores de membrana, enzimas o proteínas estructurales de algunos tipos celulares clave. Puesto que se verifica que algunos de los comportamientos animales presentan una base genética, podemos pasar al siguiente escalafón: la selección natural de los comportamientos.

Como sabemos, la selección natural de los caracteres fenotípicos es uno de los elementos cruciales para que una población de individuos cambie o “evolucione” al cabo de X generaciones, dando ejemplares fenotípicamente distintos y, a veces, genotípicamente también. El ambiente que rodea a una serie de individuos es el elemento primordial para que se de la selección natural, así los que

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