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Dadaísmo Y Surrealismo


Enviado por   •  25 de Junio de 2014  •  2.262 Palabras (10 Páginas)  •  186 Visitas

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A lo largo de nuestra cátedra, hemos analizado diversos autores y vanguardias artísticas que comprenden la formación del período denominado como literatura contemporánea, y en este ensayo, me gustaría desarrollar una temática que me ha parecido muy interesante y atractiva, ya que genera un proceso trascendente en las sociedades del siglo XX me refiero a los antecedentes y posterior desarrollo de las corrientes Dadaísta y Surrealista, además de abarcar sus posibles nexos con las obras de Charles Baudelaire y Edgar Allan Poe. El objetivo es analizar y estructurar un análisis en torno a una selección de obras de los ya mencionados autores, para así aprehender cada uno de las características de estas manifestaciones artísticas, literarias y culturales que tuvieron cabida durante la primera mitad del siglo XX,

Como ya he adelantado en la breve introducción recién expuesta, el surrealismo tiene gran parte de su origen, en un movimiento surgido en un cabaret ubicado en Zurich, –Suiza- en un contexto histórico que se asocia de forma casi inmediata a la primera guerra mundial, me refiero al dadaísmo. Creado por el poeta de origen rumano Tristán Tzara, el dada tiene como precepto fundamental una revelación contra los cánones instaurados en el mundo europeo, lo que se trasunta en una representación absurda mediante lo literario y lo artístico. Esta crítica va de la mano con el argumento en que se sitúa, la primera guerra mundial representa el horror de una civilización que está a merced de sus propios males y corrupciones, un aborrecimiento que podemos encontrar en el Manifiesto Dadaísta, documento donde se puede apreciar el rencor y rabia que poseen Tzara y sus seguidores contra los paradigmas de comienzos del siglo XX, buscando tal vez despertar a una sociedad que se encuentra dormida en la industrialización, es así como expone el objetivo de su manifiesto siguiente fragmento: “Un manifiesto es una comunicación hecha al mundo entero con la que no se pretende más que descubrir un medio para curar instantáneamente la sífilis política, astronómica, artística, parlamentaria y literaria. Puede ser dulce o bonachón; siempre tiene razón; es fuerte, vigoroso y lógico” (256).

La lógica, del arte y literatura dadaísta está alejada de lo que eran los modelos de la época, y esto deja en claro su denominación de vanguardia artística. Los dadaístas, como Marcel Buchamp, Jean Arp, Francis Picabia o el mismo Tristán Tzara poseían un anhelo, donde el dada era el eje central de una innovación sin parámetros, de esto trata Enrique Valdearcos en su artículo El arte de vanguardia pictórica (1º mitad s. XX)”: “[…] el deseo de de igualar la absurda y destructiva realidad con el arte, es decir, destruir el Arte o hacer el Arte de la destrucción” (18).

El nihilismo que impugnaba el dada frente a todos los aspectos convergentes de una sociedad, lo fue llevando de forma gradual a una autodestrucción, que en vez de eliminar sus obras y aportes, se comenzó a perpetuar a través de otros personajes que se vieron inspirados por esta visión nueva del mundo contemporáneo, es así como el dada a partir de un proceso de expansión – Estados Unidos, Francia, Suiza, Alemania, etcétera – fue cansando a sus expositores debido a su misma esencia destructiva. Esto fue dando salida, a una interacción que tiene su punto cúlmine entre Tristan Tzara y André Breton, es este último quien el año 1924 publica el manifiesto surrealista, dando inicio a una de las tendencias más influyentes de la primera mitad del siglo XX, la que de inmediato deja su huella de protesta ante el sistema reinante, demostrando a su vez un destacable anhelo de libertad: “Aquella imaginación que no reconocía límite alguno ya no puede ejercerse sino dentro de un utilitarismo convencional; la imaginación no puede cumplir mucho tiempo esta función subordinada[…]”(1). Sin duda que la herencia del dada hacia el surrealismo, quedó clara desde un comienzo del movimiento, así queda ostensible en la siguiente cita elaborada por Valdearcos: “El nuevo movimiento planteaba no sólo el uso constante de la provocación, la profunda insatisfacción por la realidad […] sino sobre todo, la profunda convicción de que la razón no era más que un molesto corsé, otro límite artístico que impedía el desarrollo libre de la imaginación” (20).

Los surrealistas como Breton, Picasso, Dalí, dan una importancia clave a la imagen, y es por esto, que sus obras literarias y artísticas están destinadas a conmover e impactar al lector o público, ya que la superrealidad es esencial, dar a conocer una realidad que existe pero que no se encuentra en la intelección de la persona común. El surrealista siempre buscó propugnar el conocimiento de lo que lo rodea, adopta del dadaísmo ese espanto por las atrocidades de la guerra, pero no se niega a enfrentarlo, sino que lo aborda a través del recurso de la angustia por lo conocido o inclusive lo desconocido. A esto debemos sumar, que el surrealismo se inspira en Freud, como parte de un articulado que le permita acceder al subconsciente, y así lograr desmembrar la razón, a través de aspectos más humanizados, porque –tal como lo vimos con el dada- las sociedades europeas se encuentran deshumanizadas, llenas de ambición y odio.

Lo recién expuesto y el análisis de esta corriente vanguardista, nos lleva de inmediato a preguntarnos, -ya entrando de forma neta al terreno literario- ¿Existió anteriormente algún exponente que pueda catalogarse como un precursor de un surrealismo primitivo? Según lo visto en nuestra cátedra , hombres de gran importancia como El Bosco, Goya o Rimbaud son considerados referentes del pensamiento y práctica surrealista, pero dentro de esta lista de ilustres personajes me llamaron poderosamente la atención dos escritores y críticos del siglo XIX, me refiero a Charles Baudelaire y Edgar Allan Poe.

Dicho esto, es atrayente ver como en ambos autores se encuentran fisonomías que calzan de cierta manera con los preceptos impuestos por el surrealismo, y que de cierta manera ratifican esta relación que puede darse en contextos históricos distintos, pero que si vemos más allá de lo común tienen similitudes que vale la pena exponer. Sin ir más lejos, ambos autores plasman su obra en un momento en el cual el Romanticismo se exhibía como un fenómeno de gran trascendencia cultural e intelectual; este estilo poseía fundamentos similares al surrealismo, esto podemos ratificarlo a partir de la siguiente cita de María del Pilar Bravo, quien en su obra Literary Creation and the Supernatural in English Romanticism nos dice que este pensamiento tenía por objetivos primordiales, los siguientes: “se intentaba representar las emociones de una manera imaginativa, y la imaginación se concebía superior a la razón” (138).

Esta

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