Desarrollo De La Industria

Es alentador el desenvolvimiento de las industrias en el País, y sólo interesa conseguir que las iniciativas, esfuerzos y capitales puestos en marcha en esta rama de la economía, se acrecienten y extiendan hasta propiciar mejores formas de vida a la población, más amplios horizontes de trabajo y un mayor incremento de las capacidades creadoras de la Nación.

Ciertamente, no se ha logrado avances tan notables como los registrados en otros países del Continente, pero, en todo caso, se trata de adelantos denunciadores del empeño ecuatoriano por salvar la etapa del subdesarrollo y que deben ser sobrestimados por lo que significan y lo que pretenden alcanzar.

Han sido mejorados considerablemente los productos textiles; se ha incrementado la fabricación de cemento; las industrias de plásticos, de cristalería, de artículos de hierro, de conservas, licores, preparados químicos y farmacéuticos, de llantas, artefactos eléctricos, etc., han tomado impulsos halagadores, y si es verdad que, en algunos casos, los bienes obtenidos no pueden competir con ventajas con los similares extranjeros, también es verdad que las respectivas empresas se hallan asistidas por un afán de superación que engendra muchas esperanzas para un futuro cercano.

De otro lado, siguen los capitales aplicándose a la incorporación de otras formas industrias, después de los estudios realizados en orden a su arraigo y posibilidades de desenvolvimiento y mercado, cuestión fundamental no sólo para fomentar el trabajo, sino también para dar confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros y ampliar la capacidad de autoabastecimiento del País.

El impulso que ha recibido la industria ecuatoriana se debe, en gran parte, a la Ley de Fomento Industrial y al aumento de los créditos para dicha actividad; pero el Estado tiene que extender su apoyo a esta rama de la economía de producción, ya sea amparándola contra los conflictos de trabajo carentes de justificación y legalidad, muchos de los cuales son estimulados y mantenidos desde las oficinas encargadas de actuar en las divergencias surgidas entre los sectores laborales y sus patronos; ya sea propiciando un orden armónico de relaciones entre el fabricante y el abastecedor de materias primas; ya sea, también, restringiendo las importaciones de artículos similares a los que se producen en el País, a fin de reducir los egresos de divisas y estimular el consumo de lo nacional; ya sea, incrementando la formación de técnicos y obreros especializados, con miras a que la industria reciba orientación y mano de obra ecuatorianas.

Lo expuesto, más la preferencia que debe darse a las empresas consumidoras de la materia prima del País, podría hacer de la industria doméstica un factor decisivo de la prosperidad y el bienestar de la Nación.

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